Damon no podía dejar de pensar en su pequeña, estaba ansioso por darle una solución a ese problema, desde que supieron de sus poderes sabían que no iba a ser fácil lidiar con esa situación, aunque nunca se imaginó que sería de esa manera, la bebé no podía controlar sus poderes y ellos no tenían la mínima idea de cómo abordar esa situación.

―¿Cómo podemos evitar que a ella la vean con algún poder? ―pregunto Damon con angustia.

―Necesitamos a alguien que pueda controlarla, o nos ayude a simularlo, como una especie de protectora o protector, que nos ayude a mantener el secreto de Arya ―contestó Lucía.

―Esperaremos que puede hacer Grimm ―dijo Damon, tratando de mantener la fe.

Al día siguiente, alrededor del mediodía, llegó Grimm, con John, Lucía salió a recibirlos con la pequeña Arya en sus brazos, la niña había pasado una mala noche llorando, y emitiendo pequeñas ráfagas de luces, que iban creciendo a medida que su enojo aumentaba, pero milagrosamente, cuando se acercaron a saludar al h