Alejandra Marie Costa El filo en su voz al pronunciar lentamente las últimas palabras produce que un escalofrió me invada realmente no la conozco mi mente no hace la conexión, aunque el hecho de que la mujer conozca mi nombre me alerta que esta visita no es meramente social tan poco pertenece al gremio médico. Mis sentidos están aún embotados para entender porque su voz me parece amenazante algo debe estar realmente mal con la mujer mi intuición se confirma cuando agrega. —Mi nombre es Margaret Dubois posiblemente eso no diga nada en este momento para un vegetal como tú, pero significa malas noticias para ti Alejandra. Desde que me entere de tú existencia como lo que representas para mi vida no puedo dejar de pensar que hacer contigo. Seguido a sus palabras siento un objeto deslizarse sobre la piel de mi brazo se trata de un objeto frio de metal que presiona ligeramente. —Es una verdadera pena que ni siquiera llegaras a enterarte como termino tú vida tenías una linda familia, pero
Alejandra Marie CostaCada palabra que sale de su boca se convierte en una lucha constante para mi buscando emerger de mi prisión me concentro en tratar de mover mis labios, pero aún no consigo pronunciar ni un gemido como protesta al maltrato que esa mujer está haciendo sobre la piel de mi brazo.La malvada mujer se encuentra entretenida hablando sobre cómo puede acabar fácilmente con la vida de mi hija incluso se burla insinuando que puede ocupar mi lugar al lado de Richard.Margaret Dubois es una horrenda mujer… es mi único pensamiento hasta que una nueva punción que realiza sobre mi piel desencadena un terrible dolor que se irradia a lo largo de mi medula espinal.—Lamento que las cosas tengan que terminar de esta manera pequeña princesa durmiente, pero te prometo que me encargare de tú familia —Insiste con su tortura.Esas últimas palabras terminaron por desatar mis ataduras movida por proteger a mi hija y esposo llevo mi mano a sujetar su muñeca con toda la fuerza que soy capaz
Richard MüllerLa espera por abrazarla se me vuelve eterna observo con atención a los médicos realizar su evaluación minuciosamente hasta que determinan su visto bueno concediendo me aproxime a mi esposa.—Realizaremos unos últimos estudios —Murmura el medico encargado de mi esposa —Debemos descartar secuelas, pero por el momento ella se encuentra bien según nuestra revisión clínica. Una vez tengamos los resultados decidiré si es posible darle el alta.Mi única respuesta es asentir manteniendo a mi niña entre mis brazos sentirla de esa manera me brinda mucha tranquilidad. Aunque aun no entiendo porque el brazo de mi esposa se encuentra vendado. Nadie me ha dado una explicación.Pero obtengo mis respuestas una vez la comitiva de médicos se retira de la habitación antes de hablar tanto Marian como Axel permanecen demasiado tranquilos.—¿Quién me explicara? —Interrogo dirigiendo mi mirada sobre el brazo de mi niña —¿Por qué mi esposa tiene una venda cubriendo su brazo?Ambos concentran s
New York Día del aniversario. —Señora Alejandra, todos los preparativos en el jardín sur están listos, pronto los invitados llegarán para la fiesta —Murmura en el umbral de la puerta, mi asistente Raquel. Asiento agradecida por qué, sin ella y con la ayuda de los demás que trabajan en el servicio de esta casa, sería imposible lograr organizar la celebración del aniversario de nuestro matrimonio. Hoy se cumplía un año de matrimonio, quería que fuera un evento especial para celebrarlo, había invitado a su familia, mi familia, amigos y socios de mi marido, para qué compartieran con nosotros este día. Todo estaba en marcha para que fuera registrado el gran evento social del año, por las revistas de sociedades tanto nacionales como internacionales, una petición que no compartía, pero considerando la identidad de mi marido no podía negarme a la solicitud de mis suegros. —Gracias, Raquel, por toda la ayuda, trasmite mi agradecimiento a todos los demás integrantes del servicio – Comento
Alejandra Marie Costa de Bonnet Todo en la mansión estaba dispuesto para celebrar nuestro primer aniversario, los invitados personas cercanas a la familia como socios de negocios de mi marido, pululaban de un lado para otro en conversaciones que para mí no tenían ningún sentido. Entre todas esas personas pretenciosas se encontraban mis suegros, que no paraban de elogiar todos los logros de Jonathan con sus amigos y socios de negocios. Me encontraba impaciente porque se presentará mi familia, solo con mis hermanos Enzo y Fabio aquí me sentiría más tranquila, pero ellos llamaron temprano expresando su tardanza a la fiesta, por qué debían hacerse cargo de un imprevisto primero. Yo era la menor de una familia enorme de ascendencia Italiana perteneciente de Brescia, en la región de Lombardía. Nuestra vida era tranquila en ese entonces y continuo de esa manera, incluso después que mi familia se mudó a los Estados Unidos por negocios cuando yo tenía la edad de seis años. Pero las c
Alejandra Marie Costa de Bonnet —Raquel, puedes ayudarme con los invitados, debo hablar con mis suegros sobre Jonathan —Digo con un nudo formándose en mi garganta. —Señora Bonnet, no quiero ser entrometido, pero debería sincerarse con sus suegros, no puede cargar con eso sola, los señores Bonnet son comprensivos. Mis suegros compresivos algún día quisiera ver eso… pero, ellos solo comprendían a una sola persona su hijo mayor y nadie más fuera de su núcleo familiar. —Lo sé, Raquel, gracias porque siempre estás de mi lado –Veo, pena en su ojos eso me pone aún más triste. —Siempre señora, voy apoyarla, aunque parezca entrometido de mi parte quiero expresar mis pensamientos, señora debe ponerle un paro al señor Bonnet, por su propio bien. Son muchas las ocasiones que hace esto no es justo para usted. Estoy de acuerdo con ella, sin embargo que puedo hacer divorciarme, se formula la palabra en mi mente. —Gracias, Raquel. Iré en buscar de mis suegros —Me despido de ella con mis ojos
Alejandra Marie Costa de Bonnet Me mantiene entre sus brazos de manera posesiva, comienzo a sentirme nerviosa por los rumores que su cercanía pueden desatar en los presentes, por lo que miro en diferentes direcciones notando que nadie está exactamente interesado en nosotros. Eso alivia un poco mis preocupaciones que se malinterprete esta cercanía entre nosotros. —Señor Müller, estoy bien puede soltarme por favor, así evitamos murmuraciones por parte de los invitados de mi marido. Pero el hombre que me sostiene entre sus brazos se niega hacerlo actuando contrario a mi solicitud, deja de envolverme con su calor para tomar mi mano y llevarme con él a un lugar apartado. No sé, ¿Cómo estoy permitiendo que este extraño decida por mí en este momento?, pero acepto que me invade una emoción extraña de anticipación. Llegamos al final del pasillo en ese lugar está el invernadero nadie se acerca por aquí a estas alturas de la noche es una ventaja para que nadie me mire con el invitado de J
Alejandra Marie Costa de Bonnet —Alejandra, ¿Cómo es que te vas de tú propia fiesta de aniversario, estás loca? Quieres que todos comiencen con murmuraciones —Se alarma mi suegra tomando mi antebrazo con fuerza —Ni se te ocurra salir de aquí criatura del demonio, bastante tengo que soportar tus impertinencias muchachita, ingrata. Ven conmigo ahora. Si nos disculpa señor Müller necesito hablar con mi nuera un par de minutos. Me lleva por la fuerza con ella, dejando a tras al señor Müller que nos observa muy sorprendido. En su mirada veo su intención de seguir mis pasos. Pero niego con un movimiento de mi cabeza. Debía tener esta conversación con mi suegra sin audiencia. Pasamos entre muchas personas que ni se enteran que realmente está pasando, como siempre mi suegra es muy buena para guardar las apariencias, nadie se imaginaria que me está obligando ir con ella. En todo nuestro camino donde sea que me lleve, ella sonríe y saluda, a quien se nos cruza por enfrente como si nada. El