New York Día del aniversario. —Señora Alejandra, todos los preparativos en el jardín sur están listos, pronto los invitados llegarán para la fiesta —Murmura en el umbral de la puerta, mi asistente Raquel. Asiento agradecida por qué, sin ella y con la ayuda de los demás que trabajan en el servicio de esta casa, sería imposible lograr organizar la celebración del aniversario de nuestro matrimonio. Hoy se cumplía un año de matrimonio, quería que fuera un evento especial para celebrarlo, había invitado a su familia, mi familia, amigos y socios de mi marido, para qué compartieran con nosotros este día. Todo estaba en marcha para que fuera registrado el gran evento social del año, por las revistas de sociedades tanto nacionales como internacionales, una petición que no compartía, pero considerando la identidad de mi marido no podía negarme a la solicitud de mis suegros. —Gracias, Raquel, por toda la ayuda, trasmite mi agradecimiento a todos los demás integrantes del servicio – Comento
Alejandra Marie Costa de Bonnet Todo en la mansión estaba dispuesto para celebrar nuestro primer aniversario, los invitados personas cercanas a la familia como socios de negocios de mi marido, pululaban de un lado para otro en conversaciones que para mí no tenían ningún sentido. Entre todas esas personas pretenciosas se encontraban mis suegros, que no paraban de elogiar todos los logros de Jonathan con sus amigos y socios de negocios. Me encontraba impaciente porque se presentará mi familia, solo con mis hermanos Enzo y Fabio aquí me sentiría más tranquila, pero ellos llamaron temprano expresando su tardanza a la fiesta, por qué debían hacerse cargo de un imprevisto primero. Yo era la menor de una familia enorme de ascendencia Italiana perteneciente de Brescia, en la región de Lombardía. Nuestra vida era tranquila en ese entonces y continuo de esa manera, incluso después que mi familia se mudó a los Estados Unidos por negocios cuando yo tenía la edad de seis años. Pero las c
Alejandra Marie Costa de Bonnet —Raquel, puedes ayudarme con los invitados, debo hablar con mis suegros sobre Jonathan —Digo con un nudo formándose en mi garganta. —Señora Bonnet, no quiero ser entrometido, pero debería sincerarse con sus suegros, no puede cargar con eso sola, los señores Bonnet son comprensivos. Mis suegros compresivos algún día quisiera ver eso… pero, ellos solo comprendían a una sola persona su hijo mayor y nadie más fuera de su núcleo familiar. —Lo sé, Raquel, gracias porque siempre estás de mi lado –Veo, pena en su ojos eso me pone aún más triste. —Siempre señora, voy apoyarla, aunque parezca entrometido de mi parte quiero expresar mis pensamientos, señora debe ponerle un paro al señor Bonnet, por su propio bien. Son muchas las ocasiones que hace esto no es justo para usted. Estoy de acuerdo con ella, sin embargo que puedo hacer divorciarme, se formula la palabra en mi mente. —Gracias, Raquel. Iré en buscar de mis suegros —Me despido de ella con mis ojos
Alejandra Marie Costa de Bonnet Me mantiene entre sus brazos de manera posesiva, comienzo a sentirme nerviosa por los rumores que su cercanía pueden desatar en los presentes, por lo que miro en diferentes direcciones notando que nadie está exactamente interesado en nosotros. Eso alivia un poco mis preocupaciones que se malinterprete esta cercanía entre nosotros. —Señor Müller, estoy bien puede soltarme por favor, así evitamos murmuraciones por parte de los invitados de mi marido. Pero el hombre que me sostiene entre sus brazos se niega hacerlo actuando contrario a mi solicitud, deja de envolverme con su calor para tomar mi mano y llevarme con él a un lugar apartado. No sé, ¿Cómo estoy permitiendo que este extraño decida por mí en este momento?, pero acepto que me invade una emoción extraña de anticipación. Llegamos al final del pasillo en ese lugar está el invernadero nadie se acerca por aquí a estas alturas de la noche es una ventaja para que nadie me mire con el invitado de J
Alejandra Marie Costa de Bonnet —Alejandra, ¿Cómo es que te vas de tú propia fiesta de aniversario, estás loca? Quieres que todos comiencen con murmuraciones —Se alarma mi suegra tomando mi antebrazo con fuerza —Ni se te ocurra salir de aquí criatura del demonio, bastante tengo que soportar tus impertinencias muchachita, ingrata. Ven conmigo ahora. Si nos disculpa señor Müller necesito hablar con mi nuera un par de minutos. Me lleva por la fuerza con ella, dejando a tras al señor Müller que nos observa muy sorprendido. En su mirada veo su intención de seguir mis pasos. Pero niego con un movimiento de mi cabeza. Debía tener esta conversación con mi suegra sin audiencia. Pasamos entre muchas personas que ni se enteran que realmente está pasando, como siempre mi suegra es muy buena para guardar las apariencias, nadie se imaginaria que me está obligando ir con ella. En todo nuestro camino donde sea que me lleve, ella sonríe y saluda, a quien se nos cruza por enfrente como si nada. El
Jonathan Bonnet“Posiblemente mis palabras plasmadas en esta página, no sea de tú interés. Sin embargo aun así decidí dejarlas para ti Jonathan, soy consciente que cuanto acepte casarme contigo me equivoque, pero, quise creer que algún día llegarías a enamorarte de mí… ignore todas las señales y fui egoísta al tratar de ocupar un lugar en tú corazón que ya pertenecía a otra mujer. Lo lamento. Solo que no entiendo ¿Por qué decidiste continuar con la farsa?, ¿Por qué un noviazgo de dos años, sumado a un año de matrimonio junto a una mujer que no amas y que jamás llegaras a desarrollar sentimientos?”Detengo mi lectura sosteniendo con fuerza la maldita hoja de papel que ella me dejó mientras algo en mi pecho se oprime, continuo trazando con mi mirada cada una de sus palabras.“Sé que nunca en estos tres años toque una sola fibra en ti. Finalmente lo comprendo. Y por lo mismo decido dejarte en libertad, para que acudas al lado de la mujer en tu corazón. En cuanto al divorcio todo se resol
Alejandra Marie Costa de Bonnet —Gracias, señor Müller — ¿Por qué continuas llamándome de esa manera Alejandra?, pensé que después de un par de besos, al menos tendrías la confianza de llamarme por mi nombre de pila. Además de mi ayuda en tu escape me puedes tutear. Me gustaría mucho escuchar de tus labios mi nombre Richard. Esboza una sonrisa que estoy segura derrite el corazón de muchas chicas. Mientras que yo me sonrojo por sus palabras. Con un ligero carraspeo de mi parte agrego. —Estoy agradecida con su ayuda señor Müller… Es decir Richard —Digo, tratando de mantener el control de los latidos de mi corazón. ¿Por qué este hombre me pone tan nerviosa? —Aunque me gustaría ofrecer mi casa para que te quedes. Supongo que declinaras mi oferta —Dice acercando su cuerpo a pocos centímetros a mi prácticamente tocando mi mejilla con sus labios. —No es buena idea Richard –Niego con mi voz que apenas es un murmullo. —Lo sé, Alejandra sería una tentación muy agradable tenerte en mi c
Alejandra Marie Costa de Bonnet ¡Genial lo que me faltaba! Richard Müller ¿Por qué tenía que aparecer en este preciso momento? Bonita, mi suerte. Un escalofrío agradable recorre mi piel, al sentir su aliento a pocos centímetros de mi oreja. Luego calidez cuando el hombre coloca su saco sobre mis hombros ocultando mi cuerpo con poca ropa de la mirada de extraños. —No, quiero que otros te vean Alejandra. Seguro tienes una buena justificación para salir de tú casa de esa manera. Luego me hablas sobre eso. Ahora iremos a conseguirte ropa. Toma mi mano llevándome con él unos cortos pasos hasta llegar a su automóvil. Sin darme ninguna oportunidad para resistirme. Una vez dentro las preguntas se presentan, mientras mi mirada se concentra en su perfil ¿Cuándo llegó? ¿Cuánto tiempo ha estado aquí? Y la más importante ¿Cómo sabe dónde vive mi familia? Y supo dónde encontrarme. ¿Me está vigilando es la pregunta más obvia en mi mente? Pero si apenas me conoce ¡Qué miedo!, pero luego estudio