Mateo ¿dónde estas? – me envía un mensaje Bruno - ¿Si te digo te unes? - ¿Dónde estás? – voy a ver a Alexandra – le respondo – Mateo ¿Dónde estás? – abro la puerta – Bruno estoy aquí ¿Qué pasó? – está en una reunión - ¿Con quién? – ¿habías visto a este tipo antes? - Me muestra una foto, se me haces conocido – creo haberlo visto muerto de miedo a los pies de Alexandra ¿por qué preguntas? – llegó y se encerró con él, me pidió que no interrumpirá – este es el idiota de Cliff, cuando estaba en la academia tuvieron un encuentro de tácticas, el muy idiota la trato de amenazar en frente de todo el equipo- y que pasó? – se topo con el mejor equipo de la zona, en menos de 10 minutos los acabaron, perdieron y no le gustó, le disparó por la espalda a Alexandra y ella solo se defendió - ¿Qué quiere ahora? - ¿Trabajo? – es abogado – habrá una demanda? – suena el teléfono de Bruno, el lo coloca en altavoz – Bruno puedes venir por favor, que Mateo también venga – espero que no sea una demanda – le
Alexandra No se a quien le gusta más, si a ellos o a mi, tener sexo en la oficina es mucho más excitante que en la cama, lo único malo, es que me quedo con ganas de más, de seguir, de tener esa descarga de adrenalina una y otra vez, el solo echo de pensar en ello hace que mi clítoris palpite de nuevo. -bien entonces en eso quedamos – la mujer interrumpe mis húmedos pensamientos, las dos se me hacían familiares, pero más la chica que venía con ella, se veía de mi edad, su piel bronceada y cabello casi negro se me hacían conocidos – si, hablaré con el encargado de seguridad y le mostraré su proyecto – su empresa de seguridad estaba haciendo nuevos entrenamientos, sus estadísticas eran buenas en otras sucursales y quería implementar algo nuevo, últimamente entra mucha gente que no debería. Hace unos días había un reportero esperando fuera de mi oficina, Camilo no sabía cómo había llegado y no se fue hasta que llegue amenazándolo con llamar a la policía. Días antes había vuelto la
Camine a la oficina de Bruno por la puerta interna, del cajón de su escritorio tome las llaves, eran las únicas que habían ahí, volví a mi oficina sin querer ser muy evidente con ella, aún que si no lo soy dudo que ella entienda mis intenciones, ser directa no creo que me venga bien en este momento. A diferencia de los demás empleados, nosotros tenemos nuestro ascensor privado, nos lleva a cualquier pido del edificio, nadie más puede entrar, integramos a este la biometría. -¿Hay algo especial que quieras hacer Mía? – le pregunto mirándola antes de que se abran las puertas de ascensor - ¿o comer? – su mirada ya no tenía ni un poco de vergüenza, la curva en sus labios sabían lo que querían. Al cerrarse las puertas del ascensor nuestras manos nos acercan haciendo que nuestras bocas se hundan en un beso profundo, las lenguas recorren toda la boca dejándonos sin respiración – espera – me suelta – puede subir alguien – es un ascenso privado, nadie más que yo lo puede usar en e
-no pares – súplica mientras lamo, paso su pierna izquierda sobre mi hombro para que la apoye en el sofá, dejándome más acceso. Sus dedos recorren sus pliegues haciéndola mover sus caras en mi cara, recorro desde su vagina hasta su ano, mojando más a su paso, metiendo un dedo en ella, se siente apretado y caliente, mucho más húmedo, meto un segundo dedo dentro y empieza a gemir mientras lo hago y chupo su clítoris, levanto la mirada para verla con los ojos cerrados agarrando sus pechos jugando con ellos. Su cadera se mueve más rápido en mi boca, está a punto de irse de nuevo, sus movimientos me hacen chupar más rápido ella quiere más, la aprieto más contra mi permitiendo que mi lengua llegue más lejos lo que parece gustarle, su respiración era escasa y un último gemido fuerte salió de ella para explorar sus líquidos en mi boca, haciendo que mi mano quedará empapada. No deje de mover la mano, sus movimientos decían que aún le faltaba, sus espasmos terminaron después de un par de
Alexandra A pasado más de una semana, y no me atrevo a ha llamar a Mía, tengo su número y ella el mío, creo que se debe sentir igual que yo. O quizás más confundida, en ningún momento le pregunté si tenía novia o estaba saliendo con alguien, eso me hace sentir culpable, si bien no la obligue a nada, ella lo pudo haber tenido y aún así no decirlo. Pasan los días como si nada, mi cuerpo los desea cada ve más, mis juntas se cancelan o se cambian debido a que estoy pasando mas en terreno, buscando nuevas opciones para nuevas oficinas, nos hemos ampliado considerablemente, algunas áreas se han fusionado porque así se complementaban. Cuando hacemos comparaciones en años anteriores, a cuando estaban mi abuelo y mi padre, las cifras son considerablemente elevadas. Mateo quiere reconsiderar el hacer una fusión, se que su padre no lo quería, nuestra reputación no era la mejor en ese momento, pero ahora que a mejorado todos nos buscan para, ya sea para asesorar, buscar
Bruno Y son más de las 10 de la noche, ayudamos a Diana a acostar a los niños, para que ella se quede tranquila – volveremos para el desayuno, los llevaremos a la guardería nosotros – nos despedimos de ella dejándolas más tranquila. Con Mateo nos dirigimos a mi antiguo departamento, contando con que ya esté sola, los dos estamos ansiosos – le avisé que vamos en camino, aún no responde – avisa Mateo – debe estar descansado, seguramente la tuvo toda la tarde ahí – no es necesario verlo para saber que cara tiene, debe ser la misma que la mía. Llegamos sin problemas, subimos y por suerte no había mucha gente, no se si le notaba más a él o a mi la erección, mi departamento es mucho más pequeño que el Penthouse dónde vivimos ahora, entramos y no la vimos, estaban todas las luces prendidas, una de las habitaciones estaba con la puerta entre abierta, de ahí salían risas, la pudimos escuchar junto a otra chica, ninguna de las dos se dio cuenta de que habíamos llegado – ahora s
-mi niña te ves preciosa – Gracias Diana, los niños? – jugando con sus niñeras - ¿Mateo y Bruno? – deben estar saliendo ya, asiqué baja, que no puedes llegar tarde – baya pequeña te ves… - Bruno calla – Diana lo siento – Mi vestido es algo ajustado, deje el estilo princesa cuando cumplí los 18, este es un vestido plateado, abierto de espalda un pequeño escote largo hasta el tobillo con un corte en la pierna – si no caminas no llegas a la cena – Mateo habla a mi oído dándome una nalgada – no soy yo la que tiene que caminar, si no supiera que son solo míos no los dejaría ir así – tan sexys como siempre, sus trajes bien ajustados a sus cuerpos, altos, elegantes – estás segura que quieres ir? – Bruno trata de llevarme a la habitación – ya basta se nos hace tarde – Subimos a la limusina para ir a la cena, afuera del lugar había mucha prensa, sacando fotos haciendo preguntas que a penas escuchaba. Largo y tedioso, aburrido, lo peor de todo es que nos tenemos que quedar
Si sus ojos fueran negros como los míos, serían una copia de mis hermanos -¿Amor? ¿Por qué lloras? – Mateo carga con Rey en sus brazos, él ya estaba dormido – déjame llevarlo a su cuna- me lo entrega con cuidado de no despertarlo, su pequeño cuerpo es tan cálido y huele tan bien, me dan ganas de apretarlo entre mis brazos. Lo deje dormir en su cuna mientras lo miro, y acaricio su suave piel – ¿me dirás que pasa? – Mateo se para detrás de mi afirmando mi cintura mientras besa mi cuello – es solo que veo a mis hermanos en ellos, y a la vez los veo a ustedes. Sentir el calor de Mateo mientras observo a mi pequeño se siente reconfortante, me tranquiliza estar con ellos, baja la intensidad del día, Mateo y Bruno son por lo que decidí seguir de pie, ahora tengo dos pequeños motivos más. Aún no entiendo lo que pasaba por la cabeza de mi madre cuando provocó la muerte de mis hermanos, a mi solo me dan ganas de protegerlos, de tenerlos cerca, de estar siempre con ellos. Bruno ent