*Flashback*Bastián simuló acomodar todo, como si de verdad hubiera revisado que los papeles estuvieran en orden, y con el entrecejo arrugado y el pulso a mil, fue a salir de la oficina.Aunque antes de irse, él se detuvo en la puerta por un corto momento, para ver por última vez a su padre, quien le devolvió la mirada de forma despectiva y llena de rabia.Al salir, un par de escoltas que siempre rondaban el pasillo cercano a la oficina de Pascual, por si el jefe necesitaba algo, se acercaban.Con el mal genio que cargaba su padre, Bastián sabía muy bien que, dentro de poco, Pascual necesitaría de sus pastillas y, al no encontrarlas al momento, llamaría a sus hombres para pedirles que las busquen o pedirles auxilio, lo que probablemente lo salvaría.Y cuando la crisis pasara e investigaran la desaparición de las pastillas, ¿quién sería el principal sospechoso?, ¿quién sería el último que salió de esa oficina? Solo era cuestión de atar cabos y Bastián estaría acabado.—¡Oigan, u
*Flashback*Él mismo le había abierto la puerta y apenas Carmen entró, mientras ella se dirigía tímidamente hacia el escritorio, Pascual cerraba la puerta con seguro, pensando que no vaya a ser que Bastián decida volver y los interrumpa, lo que podría terminar arruinando sus planes.—¿Ah, sí? — Carmen lo observó confundida, al tiempo que ya se sentaba frente al escritorio, tal como Pascual se lo pidió.—Escucha lo afortunada que eres, niña… Esta noche te irás de viaje… — Continuó explicando Pascual, acercándose y viendo como Carmen abría los ojos y la boca de par en par, por la sorpresa. — Irás al extranjero en lugar de Mila y ahora serás tú, quien comience desde ya una formación privilegiada en las mejores instituciones del mundo… Una grandiosa oportunidad te espera, muchacha, te convertirás en una dama, culta y elegante y serás…—Pe… Pero, señor… — Interrumpió Carmen, repentinamente. — ¿En lugar de Mila?Pascual observó a la joven, aun sin entender su queja, e intentando ign
*Flashback*Los quejidos de Pascual, repentinamente se hicieron más suaves, más lentos, él parecía más tranquilo, como si se estuviera dando por vencido y dejándose llevar por la inconsciencia.Sintiéndose incapaz y sin saber que más hacer, Carmen volvió a su lado, entre lágrimas, aunque intentando mantenerse fuerte.Carmen buscó su pulso, intentando recordar lo poco que sabía sobre primeros auxilios, y más miedo tuvo, cuando notó que era demasiado débil, prácticamente desaparecía.—¡No, señor Pascual! Tiene que luchar… Usted tiene que aguantar, pronto vendrá alguien y…Carmen se limpió las lágrimas y desesperada, intentó hacer compresiones sobre su pecho, a pesar de no recordar mucho al respecto de unas cuantas clases de primeros auxilios que había tomado hacía mucho tiempo.Pero por más que Carmen luchó, por más que ella gritó y lloró, por más que ella intentó llenar de fuerzas al señor Pascual Hidalgo con palabras de ánimo, fue imposible, la vida de ese hombre se apagó lenta
Primero, estaban los papeles de Mila, todo parecía normal, luego, estaban los papeles de Fernanda, estaba todo bien, pero la siguiente carpeta, la de ella, lucía más abultada.Carmen la sacó y la abrió para darse cuenta de que todo, absolutamente todo en su vida, era una mentira, ella no era quien pensaba ser, es que ni su nombre era el mismo y hasta su fecha de nacimiento era diferente.Ella solo sabia que eran sus papeles porque allí estaban sus fotos del orfanato y luego de eso, la foto de sus supuestos padres.«¿Los Beltrán? ¿Esos no son…? ¿No son los mafiosos de los que me habló Marcus?» Recordó Carmen pasando la página rápidamente, nerviosa, cuando se encontró con un larguísimo testamento, enumerando múltiples propiedades, empresas y una cuantiosa fortuna para la heredera.«¿Esto es lo que Marcus quería?, entonces, ¿él conocía mi verdadera identidad? Una vez él me contó que su padre estaba peleando por la herencia de los Beltrán, quizás… Por eso Marcus me pidió matrimonio…»
El resto de la madrugada Carmen no durmió, se la pasó dando vueltas en su cama y caminando por su habitación, pensando en lo que debía y en lo que podía hacer.Por años, le mintieron, la denigraron, la trataron de sirvienta, la insultaron, por años ella lo soportó todo de los Hidalgo, agradecida de que la hubieran salvado de un orfanato, cuando en realidad la estaban utilizando y Marcus, no se salvaba de entre esa familia, pues era obvio que con el matrimonio, él también pretendía utilizarla.Pero eso se iba a acabar, Carmen, no seguiría siendo el juguete o la marioneta de nadie, porque finalmente ella iba un paso delante de los demás ahora que había descubierto la verdad y que nadie lo sabía.Lo más difícil y lo que le tomó más días en solucionar a Carmen, fue escapar del chófer y de los escoltas que Marcus le había puesto, supuestamente, para evitar que Bastián se la llevara de nuevo.Pero ahora que Marcus estaba tan ocupado buscando la manera de entrar en la mansión de Bastián
—¿Quién te dijo eso, niña? — Preguntó el abogado con cautela, todavía sospechando de Carmen.—Aparece en el testamento, es una cláusula para comprobar mi identidad y entregarme la herencia, yo misma lo vi… — Explicó Carmen.—Si lo viste, ¿por qué no trajiste los papeles qué tuviste en tus manos? —Eso… — Carmen dudó por un instante, pero ya había entendido que no podía mostrar debilidad. — Eso no se lo puedo mencionar, por lo menos no hasta que usted me demuestre que es de confianza, ¿entiende? El abogado se mantuvo por un instante en silencio, escudriñándola, mientras que Carmen se mantuvo firme e implacable.—Muy bien, parece que está usted muy segura, señorita… —Carmen Hernández… — Lo interrumpió Carmen rápidamente. — Por lo menos hasta que sea necesario, esa será mi identidad…—Comprendo.El abogado asintió, comenzó a recoger algunas cosas y acomodó todo en un maletín, unos minutos después, él pasaba por un lado de Carmen, hacia la salida de la oficina.—Sígame…
Carmen notó como las dos mujeres con batas blancas se miraron entre sí con una expresión de preocupación y de inmediato, ambas se retiraron hacia otra sección del laboratorio.—¿Si lo entiende? ¿Lo que sucederá? — Insistió el abogado, notando a Carmen con la mirada perdida.Carmen se aclaró la garganta y volvió a tomar una bocanada de valor y convicción para mantenerle la mirada con mucha seguridad al abogado.«Tengo que recordar que esta es una familia de mafiosos… ¿Qué puedo esperar?» Sopesó ella.—Sí, supongo que… Desapareceré o algo así… — Contestó Carmen finalmente, como si no le importara.—Que bueno que lo entienda… — El abogado se irguió sorprendido, pues no se esperaba tanta tranquilidad por parte de la joven. — Bueno, eso me da mucha más confianza en usted… —¿Todas las chicas que han intentado hacerse pasar por…? — Intentó preguntar Carmen con curiosidad.—¿La heredera? Quiero decir, ¿por usted?— Terminó la frase el abogado.—Sí, por mí… — Disimuladamente Carm
Él estiró su mano sobre el asiento, hacia la mano de ella, pero Carmen la esquivó de inmediato, ante la respuesta de Carmen, Bastián apretó los labios, intentando esconder una mueca de dolor.—¿Quién más lo sabe? — Preguntó Carmen, arrugando el entrecejo.—Solo lo sabía mi padre… Y yo… — Murmuró Bastián, manteniendo la vista fija hacia ella, esperando que en algún momento ella lo mirara a él.—¿Y Marcus…? — Indagó Carmen, todos los músculos de Bastián se tensaron al escucharla preguntar por él.—Se supone que no debería saberlo nadie más, pero creo que de alguna manera, él también lo sabe… O por lo menos lo sospecha. — Explicó Bastián, a lo que Carmen solo asintió, pensativa.—Bien, eso era lo que quería saber… — Carmen tragó grueso, al tiempo que Bastián endureció el gesto, ¿eso era lo que a ella le importaba?, ¿saber si Marcus lo sabía? Repentinamente, la voz de Carmen interrumpió los pensamientos de Bastián.—Y también… Te quería decir que… Lo entiendo, Bastián, hasta c