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QUERIDO PRESIDENTE
QUERIDO PRESIDENTE
Por: Nancy Hurtado
El comienzo de un mandato

Capítulo 1

El Comienzo de un Mandato

La suite del hotel Four Seasons estaba impregnada de un aire festivo. Los miembros del comité del partido conservador brindaron con copas de champán, celebrando la victoria en las recientes elecciones. Thomas Brown, el hombre que ahora se convertiría en el nuevo presidente de Estados Unidos, se encontraba en el centro de la habitación todas las miradas eran para él, este era el momento para el que se había preparado toda su vida. Tenia 42 años, con ojos azules penetrantes y cabello negro cuidadosamente peinado hacia atrás irradiaba confianza y determinación, carraspeó su garganta todas las miradas fueron directamente al luego de unos segundos comenzo a hablar con la copa en mano.

-Amigos, colegas, hoy celebramos una victoria histórica.

Hablo mientras veía a las personas

-Quiero agradecerles por su confianza y apoyo inquebrantable. Esta elección no fue solo sobre mí, sino sobre todos nosotros y el futuro de nuestra nación.

Hemos demostrado que la democracia sigue siendo fuerte. Juntos, hemos superado obstáculos, debatido ideas y escuchado a cada voz. Ahora, es nuestro deber unirnos y trabajar en pos de un Estados Unidos más próspero y justo.

Prometo liderar con integridad y empatía. Escucharé a todos, sin importar su afiliación política. Trabajaremos en conjunto para abordar los desafíos que enfrentamos: desde la economía hasta la educación, desde la salud hasta la seguridad.

Esta victoria no es solo mía; es de todos ustedes que al igual que yo se han esforzando por los últimos meses, han sido días sin dormir!

Dijo está última palabra elevando un poco la voz y con una sonrisa en los labios, los demás lo acompañaron en su sonrisa.

-Sigamos construyendo un país donde cada persona tenga oportunidades y donde la esperanza prevalezca sobre el miedo.

Gracias, y que comienza una nueva era para Estados Unidos.

Levanto su copa y todos lo siguieron hasta que se escuchó a una sola voz " Salud "

Thomas sabía exactamente que decir y como decirlo, fue así como había ascendido rápidamente en las filas políticas era un hombre muy inteligente. Graduado con los más altos honores de la universidad de Harvard en economía, también tenía una maestría en filosofía y un doctorado en Derecho, provenía de una familia influyente en la política del país. Su padre, un senador respetado, había sido su mentor y guía en el mundo de la política. Ahora, con la victoria en las elecciones, Thomas enfrentaba un nuevo desafío: formar su gabinete.

Sabía que su elección de colaboradores sería crucial para el éxito de su mandato. El comité del partido estaba lleno de figuras poderosas y ambiciosas, cada una con sus propias agendas y ambiciones aunque lo pareciera esto no era un ambiente de amistad, por el contrario era muy competitivo. Debía elegir sabiamente.

Pero había otro problema que requeriría su atención inmediata: la búsqueda de una nueva primera secretaría. En este momento crucial de su vida, necesitaba a alguien competente, leal y discreto. Alguien que pudiera manejar la presión, los secretos que inevitablemente surgirían en la Casa Blanca y sobre todo seguirle el ritmo.

Thomas se paseó por la suite, observando a los miembros del comité mientras brindaban y reían habían muchas candidatas y su mente trabajaba a toda velocidad, evaluando opciones. ¿Quién sería su mano derecha? ¿Quién lo ayudaría a tomar decisiones difíciles ya mantener el equilibrio entre la política y la vida personal?

Su mente recordaba las palabras que su padre le había dicho temprano " tranquilo ya tengo a la indicada, llegará pronto "

La puerta de la suite se abrió rápidamente. Sus ojos fueron alli, entró una joven. Su cabello castaño estaba recogido en un moño elegante, y sus ojos marrones brillaban con inteligencia. Thomas la miró con curiosidad. ¿Sería ella la respuesta a su dilema? ¿Sería ella la chica que le había hablado su padre?

La joven entró con una sonrisa llevaba falda de tubo negra, medias negras y unos tacones altos también negros todo balanceado con una camisa formal impecablemente blanca, saludo a unas personas que al parecer ya la conocían y se dirijo hacia el.

-Señor Brown.

Dijo la joven con una sonrisa mientras le extendía la mano, el la tomo y ella seguía.

-Soy Amanda Miller. Es un gusto conocerlo finalmente en persona.

- El placer es mío señorita. Respondió con intriga hacia esta joven con tanto carácter. Ella siguió hablando

-Trabajó como asistente ejecutiva en el Senado durante los últimos cinco años. Su padre el cenador Brown me dijo que tenía una propuesta laboral para mí. Estoy seguro de que puedo ser de gran ayuda en su administración.

-Por supuesto ya el me ha hablado.

En ese momento llego el señor Jonathan Brown y hablo.

-¡Amanda querida! Te estábamos esperando, ¿todo está bien?

-¡Si! Todo perfecto hay varias calles cerradas y eso retraso un poco mi llegada.

Mientras hablaba Thomas la examinaba cuidadosamente. Había algo en su mirada que le inspiraba confianza. Tal vez Amanda sería la clave para enfrentar los desafíos que se avecinaban. Tomó una decisión.

-¡Amanda, bienvenida al equipo! ¿Trajo todo lo pertinente?

-¡Muchas gracias señor Brown! Si traje todo.

-Muy bien el helicóptero debe llegar en unos 30 minutos de aquí nos vamos directamente a la casa blanca, daré un discurso y luego ajustaremos los deberes de cada quien la señorita Cooper y la señora Smith la orientarán en su trabajo.

El levanto la mano y llamo a unas mujeres que estaban sentadas hablando mientras se reían entre ellas.

Las dos se veian mayores que Amanda una era alta morena con el cabello negro largo y liso en una cola alta tendría unos 30 años y la otra era más baja cabello corto sin recoger y rubio tenía unos 45 años

-¿Todo listo?

Les pregunto a Thomas cuando llegaron.

-Si señor.

Respondió la que se veía mayor

-Muy bien ella es Amanda y reemplazará a la señora Johnson, por favor denle todo lo que necesita. Mientras les hablaba volteo su mirada a un lado para ver mejor a Amanda y continuo.

-Ella está cargada.

Y así comenzó el mandato de Thomas Brown, con la promesa de un futuro incierto y la certeza de que cada elección tendría consecuencias duraderas. La ansiedad seguía en las calles, pero en la suite del hotel, la celebración continuaba. El nuevo presidente estaba listo para escribir su propia historia.

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