Su padre no era el único que había tenido visita ese día. Horas después de que se fuera Oliver, vinieron a por ella Sergio y Alba Roja.
—Le conté lo mal que te sentías y me convenció a que viniéramos por ti. — justificó Sergio mientras Alba Roja la estaba dando un abrazo.
—Necesitas despejarte un poco. —continuó Alba.
—Os lo agradezco mucho, pero no creo que esté de ánimos para nada.
—Suponía que dirías algo parecido, pero es que no tienes elección, te vienes con nosotros. Vamos a cambiarte— la arrastró por las escaleras.
— Pero ¿qué haces?
—Os espero aquí en el salón.
Las dos llegaron al cuarto y Alba se acercó a su vestidor a buscarle algo que ponerse.
—Sergio no me ha contado gran cosa, así que esperaba que me contaras qué es lo que os ha pasado realmente. La última vez estabas decidida a estar con él sin importar las consecuencias.
—¿Y qué fue lo que te contó Sergio?
—Cosas como que nuestro Héctor es
<<Quiero que recuerdes siempre que pase lo que pase, yo siempre he estado enamorado de ti y seguirá siendo así mientras no me cierres nunca la puerta de tu corazón ¿puedes prometerme eso?>>Hannah se despertó sobresaltada con aquellas palabras rezumbando dentro de su cabeza. Tal vez pareciera una pesadilla, pero aquellas palabras se las había dicho Héctor antes de que ocurriera lo que acababa de pasa ¿será cierto que sí la amaba? Estaba agitada y le palpitaba violentamente el corazón. De pronto le entraron ansias enormes de verle, de estar con él y volver a escuchar su voz. Lo amaba.Tomó rápidamente su móvil de la mesita. Lo encendió y decidió leer los mensajes que le había dejado quien hacía unos días era su guardaespaldas.<<Por favor, necesito verte. He sido un idiota, lo
Ella seguía mirándolo, estaba tan guapo como siempre. Por primera vez desde que había aparecido en su vida, no llevaba traje, aparte de aquel día en que fue a buscarlo a su apartamento; llevaba puesto unos vaqueros negros con una camisa blanca, estaba tan atractivo que empeoraba la situación, por no hablar de aquellos ojos rojos que la volvían loca. Después de un largo silencio, ella apartó la mirada sobre él y habló con el corazón roto. —Me lo prometiste Héctor, prometiste que no ibas a hacerme sentir como me siento ahora. ¿Por qué lo hiciste? No pudo controlar las lágrimas que en ese momento estaban amenazando por derramarse. A Héctor se le partió el corazón al oírla hablar de ese modo, podía sentir lo dolorida que se sentía. Quería acercase a ella y abrazarla, pero sabía que ella no se lo permitiría. —No te imaginas cuánto lo siento. Esa nunca fue mi intención. Mi promesa fue no hacerte saber lo que era tener un corazón roto y pienso cumplirlo si me lo per
Sonó el celular de Héctor, por un momento pensó en no hacerlo caso por ahora, quería seguir disfrutando del momento sin interrupciones, pero la insistencia era demasiado que estropeaba el momento. —Deberías contestar— sugirió Hannah soltándolo. Héctor salió del agua y se acercó hasta donde tenía sus cosas. Cogió su móvil, era Kilian. No sabía qué podía necesitar de él ahora si bien sabía dónde se encontraba. Descolgó el celular de mala gana y se lo llevó al oído. —¿Qué sucede Lían? —Menos mal que me contestas. Solo quería pedirte que no regreses a tu apartamento esta noche, sería arriesgado. —¿Por qué? ¿Acaso te has llevado a alguien allí? —Qué más quisieras. Pero créeme, preferirías eso a lo que realmente está pasando. —¿Quieres contarme de una vez qué es lo que pasa? —Es Claire, está aquí y no te gustaría saber por qué. —Llego allí en seguida. —No lo hagas, espera al menos hasta mañana. —¿Por q
Los tres llegaron al apartamento de Héctor estaban casi agotados por todo lo que habían tenido que pasar. Se dejaron caer sobre los sofás, Hannah al lado de Héctor mientras Kilian se sentaba en un sofá individual. Él cogió el mando y prendió la tele. —Menudo día— dijo Hannah apoyándose contra el hombro de Héctor. — Apuesto a que esa Claire no se ha encontrado con alguien que le dé una buena paliza. Kilian se puso a reír encantado. —¿Y tú se la darías? —Encantada lo haría. —¿Y tú qué opinas Héctor? —¿Sobre qué? — los dos lo miraron, era obvio que no estaba con ellos. Se llevó los dedos a los ojos cerrados y suspiró. —Lo siento chicos, estoy muy cansado. Nadie dijo nada hasta que llamaron a la puerta. —Por favor no más visitas. — se quejó Héctor. —Descuida. — habló Kilian poniéndose en pie y dirigiéndose a hasta la puerta. — Creo que es la comida tailandesa que pedí. Abrió la puerta y retiró la bolsa. Sacó
Hannah fue abriendo los ojos poco a poco, se había despertado. Intentó recordar dónde se encontraba, se frotó los ojos, a través de la ventana se asomaba la luz de la mañana. Se había quedado dormida anoche y de alguna manera había llegado en aquel cuarto blanco y gris, bien ordenado y elegante, con un toque indiscutiblemente masculino. Héctor había tenido que llevarla en brazos anoche para que se encontrara allí. Se incorporó sobre la cama y se preguntó dónde estaría Héctor. Salió de la cama y caminó hacia el ventanal para abrir las cortinas y ver la ciudad desde allí arriba donde se encontraban. Sonrió, Londres era hermoso aún más en las mañanas. Fuera estaba lloviznando, sin embargo era agradable observar los edificios y los autos desde donde se encontraba. —Estás despierta— se sobresaltó al escuchar la voz de Héctor detrás de ella y se volteó para mirarlo. No pudo evitar recorrerlo con la mirada, solo llevaba una toalla atada a su cintura, pero su
El sonido de su móvil la hizo despertarse de golpe, miró a su costado y Héctor ya no se encontraba en la cama, se frotó los ojos y cogió su celular de la mesita de noche, lo descolgó después de saber que se trataba de su madre. —Hola mamá. — dijo somnolienta. —Cariño, ¿cuándo llegas? Nos tienes preocupados. Se sentó sobre la cama y se despegó el móvil del oído para mirar la hora, daban las diez de la mañana. Regresó el celular al oído. —Estoy bien mamá, sigo con Héctor, en una hora estaré allí, te lo prometo. —De acuerdo hija, pero no tardes tanto ¿sí? Tienes mucho que contarnos. —Sí, mamá. Se colgó el móvil. Se bajó de la cama y recordó que llevaba puesto una camiseta de Héctor. Se lo había puesto esa mañana después del baño que se habían dado. En seguida se acordó de la interesante mañana que habían tenido, razón por la cual se había vuelto a quedar dormida hasta este momento. Sonrió y sacudió la cabeza, se miró al espejo y t
Aquel día, Georgina no se había marchado a trabajar. Después de hacer el trabajo desde casa le había hecho compañía a Cándida en la cocina para indicarla cómo quiera que estuviera la cena.Prepararon una gran mesa en el comedor con varios tipos de alimentos. Daban ya las siete y cuarto de la tarde, esperaban que llegara Héctor en cualquier momento. Hannah se había dado una ducha, puesto un vestido holgado y se había peinado el cabello. Quería verse lo más bonita posible para su ex guardaespaldas.Se quedó en el salón con Cándida mientras su madre seguía en su cuarto. Llamaron a la puerta y le palpitó fuerte el corazón.—Iré a abrir yo—se ofreció.Salió al salón y se acercó hacia la puerta. Se detuvo un rato y se miró para asegurarse de que todo estaba bien, soltó a
Tres meses después…Eran las siete de la tarde, Hannah se encontraba frente al espejo acompañada de Cándida y la que ahora era su mejor y única amiga, Alba. Estaba arreglada, gracias a la ayuda de ellas. Llevaba un vestido largo y ajustado de color violeta con unos tacones negros que combinaban con su monedero. Le habían hecho unas trenzas a un lado de cabeza y por el otro lado tenía el pelo largo, rulado y suelto.—Wau, estás preciosa. — objetó Roja con una sonrisa satisfecha por el trabajo que habían realizado.—Gracias a vosotras.—A Héctor le encantará. —afirmó Cándida. — Hoy celebráis vuestro tercer mes juntos.—Sí— dijo en casi un susurro y se le borró la poca sonrisa que había salido de sus labios.—¿Es que no est&