Me tiro en plancha sobre la cama de la habitación del reformatorio tras un agotador día. Hace unas horas que hemos salido del instituto, y nada más darnos la orden de que iban a apagar las luces, hemos corrido a nuestra habitación para dormir y despertarnos mañana como mínimo a las dos de la tarde.
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Nos encontramos en la habitación, un sábado por la noche, pensando en que otros como nosotros están en la discoteca, follando, o con sus familias, pero nosotros no, nosotros estamos sentados en el suelo jugando a un juego de cartas mientras bebemos a escondidas la botella de vodka que le he robado esta mañana a uno de los directores del centro.
Guardamos la botella debajo de mi cama cuando escuchamos las llaves que indican que nos están abr
Me meto el último trozo de tostada en la boca y me despido de Carlota, que se va a la universidad tras haberse tomado una semana más de descanso. Ella se va en su coche, y yo solo empiezo a andar hacia el instituto con la mochila colgada al hombro y el nuevo teléfono que me han regalado entre las dos. Solo las tengo agregadas a ellas, pero sé que se me llenará la agenda de números de chicas buscando un buen polvo.Tengo que estar a las diez en el reformatorio para ir al psicólogo, y no es que me guste hacerlo, pero llevo dos noches despertando a Carlota y a María por las pesadillas. Vienen cuando quieren y se van cuando les da la puta gana.Reduzco la velocidad al llegar a la puerta del instituto y pongo los ojos en blanco ante la atención que recibo. Hoy no tenía que venir a clase, la cosa e
—Vago de mierda ¡Despierta!Me tapo la cara con una almohada, y dejo que Carlota y María empiecen a cantar para felicitarme mis dieciocho.—Oh joder... –gruño –dejadme en paz, es muy pronto.— ¡Felicidades! –exclaman por sexta vez en minutos que llevo despierto.—Levántate capullo –espeta Carlota –. Hay una chica abajo esperándote para ir a no sé dónde.—Esa boca hija –la reprende su madre –. Iré a atender a la chica.Abro los ojos de golpe y miro la hora en el móvil. Mierda, las diez y diez. Salgo de la cama de un salto y busco ropa por el ar
Me quedo mirando sus tetas, y como suben y bajan al compás de su respiración tan o más agitada que la mía. La verdad es que tiene unas tetas de la hostia, y apuesto a que son tan grandes como mis manos. Sacudo la cabeza y dejo un casto beso sobre sus gruesos labios antes de volver mi vista a la puerta todavía cerrada.—Vamos a entrar por otro sitio.Me mira confundida.— ¿Qué?—Que vamos a...No acabo la frase, pues la puerta se abre y aparece un hombre de unos cuarenta y pico años abotonándose los botones superiores de la camisa. Se pasa una mano por el pelo castaño y me mira unos segundos. Se me hace jodidamente familiar, pero no logro r
Me siento correctamente en el sofá y la ayudo a sentarse a mi lado. Tiene los labios hinchados y muy rojos, y es que tras nuestra sesión intensa de besos no me extraña que estemos así.Faltan solo dos horas para estar donde su madre, es decir, una hora solo para irnos. Isis cada vez está más nerviosa, y ha ido a la cocina varias veces en busca de la poca comida que hay en la nevera o los armarios. Estiro el brazo por encima de la mesa de centro y cojo el mando a distancia para encender la televisión y dejar la primera película que hay.—Ve a cambiarte –murmura –. Mi madre es una de esas personas que tienen que ir bien vestidas sea cual sea el sitio, asique ve a cambiarte.Elevo las dos cejas sorprendido por su nerviosismo. ‹‹Es s
Marc se levanta del sofá, y le imito por inercia al ver a Isis bajar por las escaleras con una mochila al hombro.— ¿Nos vamos? –pregunta.—Yo también me voy –dice Marc, haciendo un gesto despectivo hacia su exmujer.Olvido que Bella nos sigue unos pasos por detrás con sus tacones golpeando el suelo a cada paso, y saco a Isis de esa casa con su padre a mi lado.— ¡Isis! –exclama su madre.Los pasos de Isis se hacen más rápidos hasta estar fuera del jardín de su casa y apoyarse con cara de enfadada en la puerta del coche de su padre.—Es estúpidamente malvada –refunfu&ntild
Me remuevo incómodo en la cama, sin embargo estoy tranquilo y extrañamente a gusto; entonces recuerdo a mi novia que está durmiendo a mi lado plácidamente. Nunca antes había dormido tan bien, y las pesadillas no han vuelto esta noche. Mi incomodidad se debe a los pocos rayos de sol que se cuelan a través de la ventana para iluminar débilmente la habitación.Acaricio, con cuidado de no despertar a Isis, su cabellera castaña haciendo que se pegue a mí y refuerce su brazo sobre mi cintura.Hoy es su cumpleaños y se irá con sus amigos a comer y a patinar el resto de la tarde, por lo que tenemos toda la mañana para nosotros solos, y aprovecharé que se va por la tarde para ir en autobús o en taxi a comprar su regalo y algo de comida. — ¿Qué es esto? –pregunta.—Tu regalo de cumpleaños.Las comisuras de sus labios se elevan mostrando una gratificante sonrisa que hace que el corazón se me agrande y empiece a bombear más rápido en mi pecho. Ella rasga el papel de regalo y da un grito eufórico al ver lo que es.— ¡Es genial! ¡Me encanta! –exclama. Coge su bolso saca de él una pequeña caja envuelta en papel de color negro con letras en blanco –. También te he comprado algo.Cojo la pequeña caja de sus manos y la miro sonriéndole. Me acerco poco a poco a ella, y deposito un suave beso en sus labios que dura algo más de lo normal. Desenvuelvo el regalo y me quedo sorpren12
El camino hasta el instituto es tranquilo y silencioso, solo abrimos la boca para acordar desayunar en la cafetería del instituto, que sorprendentemente está abierta a estas horas de la mañana. Todavía no hay casi nadie en el recinto escolar, y puedo contar unos tres coches aparcados en la zona de estudiantes. Isis aparca muy cerca de la entrada, y al bajarnos caminamos los dos solos por los pasillos. Yo doy gracias porque no bajara la mochila de clase de su coche, de otra manera tendría que haber ido a recogerla muy temprano. Recorremos el largo pasillo hasta dar con las puertas que salen al patio, y allí puedo divisar a algunas personas en la cafetería, la mayoría son profesores, pero aun así hay alumnos con libros sobre las mesas.Agarro la mano de Isis y entrelazo nuestros dedos antes de empujar las puertas de cristal y hacernos paso dentro