Me quedo mirando sus tetas, y como suben y bajan al compás de su respiración tan o más agitada que la mía. La verdad es que tiene unas tetas de la hostia, y apuesto a que son tan grandes como mis manos. Sacudo la cabeza y dejo un casto beso sobre sus gruesos labios antes de volver mi vista a la puerta todavía cerrada.
—Vamos a entrar por otro sitio.
Me mira confundida.
— ¿Qué?
—Que vamos a...
No acabo la frase, pues la puerta se abre y aparece un hombre de unos cuarenta y pico años abotonándose los botones superiores de la camisa. Se pasa una mano por el pelo castaño y me mira unos segundos. Se me hace jodidamente familiar, pero no logro r
Me siento correctamente en el sofá y la ayudo a sentarse a mi lado. Tiene los labios hinchados y muy rojos, y es que tras nuestra sesión intensa de besos no me extraña que estemos así.Faltan solo dos horas para estar donde su madre, es decir, una hora solo para irnos. Isis cada vez está más nerviosa, y ha ido a la cocina varias veces en busca de la poca comida que hay en la nevera o los armarios. Estiro el brazo por encima de la mesa de centro y cojo el mando a distancia para encender la televisión y dejar la primera película que hay.—Ve a cambiarte –murmura –. Mi madre es una de esas personas que tienen que ir bien vestidas sea cual sea el sitio, asique ve a cambiarte.Elevo las dos cejas sorprendido por su nerviosismo. ‹‹Es s
Marc se levanta del sofá, y le imito por inercia al ver a Isis bajar por las escaleras con una mochila al hombro.— ¿Nos vamos? –pregunta.—Yo también me voy –dice Marc, haciendo un gesto despectivo hacia su exmujer.Olvido que Bella nos sigue unos pasos por detrás con sus tacones golpeando el suelo a cada paso, y saco a Isis de esa casa con su padre a mi lado.— ¡Isis! –exclama su madre.Los pasos de Isis se hacen más rápidos hasta estar fuera del jardín de su casa y apoyarse con cara de enfadada en la puerta del coche de su padre.—Es estúpidamente malvada –refunfu&ntild
Me remuevo incómodo en la cama, sin embargo estoy tranquilo y extrañamente a gusto; entonces recuerdo a mi novia que está durmiendo a mi lado plácidamente. Nunca antes había dormido tan bien, y las pesadillas no han vuelto esta noche. Mi incomodidad se debe a los pocos rayos de sol que se cuelan a través de la ventana para iluminar débilmente la habitación.Acaricio, con cuidado de no despertar a Isis, su cabellera castaña haciendo que se pegue a mí y refuerce su brazo sobre mi cintura.Hoy es su cumpleaños y se irá con sus amigos a comer y a patinar el resto de la tarde, por lo que tenemos toda la mañana para nosotros solos, y aprovecharé que se va por la tarde para ir en autobús o en taxi a comprar su regalo y algo de comida. — ¿Qué es esto? –pregunta.—Tu regalo de cumpleaños.Las comisuras de sus labios se elevan mostrando una gratificante sonrisa que hace que el corazón se me agrande y empiece a bombear más rápido en mi pecho. Ella rasga el papel de regalo y da un grito eufórico al ver lo que es.— ¡Es genial! ¡Me encanta! –exclama. Coge su bolso saca de él una pequeña caja envuelta en papel de color negro con letras en blanco –. También te he comprado algo.Cojo la pequeña caja de sus manos y la miro sonriéndole. Me acerco poco a poco a ella, y deposito un suave beso en sus labios que dura algo más de lo normal. Desenvuelvo el regalo y me quedo sorpren12
El camino hasta el instituto es tranquilo y silencioso, solo abrimos la boca para acordar desayunar en la cafetería del instituto, que sorprendentemente está abierta a estas horas de la mañana. Todavía no hay casi nadie en el recinto escolar, y puedo contar unos tres coches aparcados en la zona de estudiantes. Isis aparca muy cerca de la entrada, y al bajarnos caminamos los dos solos por los pasillos. Yo doy gracias porque no bajara la mochila de clase de su coche, de otra manera tendría que haber ido a recogerla muy temprano. Recorremos el largo pasillo hasta dar con las puertas que salen al patio, y allí puedo divisar a algunas personas en la cafetería, la mayoría son profesores, pero aun así hay alumnos con libros sobre las mesas.Agarro la mano de Isis y entrelazo nuestros dedos antes de empujar las puertas de cristal y hacernos paso dentro
—Te brillan los pantalones –ríe, y señala mis pantalones, que efectivamente están iluminados por la pantalla de mi teléfono –. Cógelo.Resbalo fuera de la cama y me pongo los calzoncillos antes de coger el teléfono y ver un número desconocido.— ¿Quién? –bramo.—Uy, joder, que humos macho –se burla Elías al otro lado del teléfono.Camino de nuevo a la cama, y me siento en el borde de ésta mirando un punto fijo en la pared.— ¿Qué quieres?—La amiga esta de tu novia... –chasquea la lengua, y suspira –joder cómo se
Lleva la barba algo poblada, y se nota que alguien se la afeitado no hace mucho mientras el chico estaba todavía en un sueño duradero. Pero sigue teniendo los mismos ojos de hijo de puta y la misma sonrisa arrogante que me muestra cuando cae en la cuenta de quién soy.—Joder... –tose, y agarra un vaso de agua que hay en la mesilla de su lado –no pensé volver a ver a ninguno de la pandilla, no vivo.Marc entra en la habitación, y mira al chico suspirando. Traviesa la estancia y se sienta en un sillón que hay al lado de la cama con una libreta y un bolígrafo.—Muy bien Marcos, explícame qué recuerdas de antes de que cayeras en coma –pide Marc.—Después de todo sigues d
Me quito de encima las sábanas de mi cómoda cama, y apago la alarma del móvil deslizando el dedo sobre la pantalla. Estrecho la colcha sobre mi cuerpo con más firmeza unos segundos antes de lanzarla a los pies de la cama y arrastrar los pies hasta la ducha, donde me obligo a despertarme con agua medianamente caliente. Froto todas las partes de mi cuerpo con el jabón estúpido de olor a miel que me hizo comprar, y con la estúpida esponja azul que compré. Repaso la parte delantera de mi cuerpo, y sonrío al verme la polla y recordar los labios de Isis sobre ella. Me remuevo el pelo bajo el agua, quitando el champú, y apago por fin el grifo del agua, agitando la cabeza para quitar las gotas de agua que amenazan con caer. Piso la alfombra del baño, y me enrollo la única toalla que tengo alrededor de la cintura. Ya queda menos para que tenga el carnet de conducir y mi nuevo c