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Capítulo 1 - Reencuentro

Sam estaba intranquila. ¿Cómo pudo ser que se descarrilaron tan rápido las cosas? Un día estaba haciendo su trabajo como siempre y al otro, buscando al maldito ruso. Nicolai había amenazado a su hermana y era algo que Sam no podía tolerar. Nadie se metía con su familia, nadie. Su trabajo era peligroso y por eso mismo se había alejado; pero habían encontrado su punto débil. Ese mismo día, horas antes, habían intentado secuestrarla y aunque logró derribar a los hombres, sabía que solo era el inicio.

Sam, agente de la interpol, tuvo que seducir a un hombre muy importante en el tráfico de armas, Nicolai. Tenia que hacerlo para llegar a la cúspide de su organización y derribarla. Con mucho trabajo logró desestabilizarla y él acabo en una prisión de máxima seguridad. Casi lo mataron en la cárcel. Sus subordinados descubrieron lo que ella hizo y él juró hacerle pagar por traicionarlo. Se supone que no sabía su verdadera identidad, pero hace algunos meses su jefe le informó que se escapó, y que ya sabía quién era. La vigiló, sus movimientos, hasta llegar a su familia. 

M*****a la hora en que se involucró en ese caso.

Lo peor es que los platos rotos los estaban pagando su familia. !Ana! Su adorable hermana. Estaba comprometida. Alejandro, su novio era un hombre poderoso y se veía a leguas que la amaba; la iba a cuidar con su vida. 

Estaba preparándose para salir a cenar con su hermana, cuñado y el hermano de él. Aún no lo conocía pero sabía que era un abogado muy importante. Tenía un buffet y le iba muy bien, al parecer.

—¿Vamos chicos? —Indagó Sam a los tortolitos.

—Si. Suban— le contestó Alejandro luego de abrocharle el cinturón a Ana.

Llegaron al restaurante y se acercaron a la mesa en la que estaba el hermano de Alejandro. Estaba con el celular muy concentrado aparentemente —que imprudente— pensó ella— debería prestar atención a su alrededor.

El hombre se dio la vuelta y ella palideció

—¿Tú?- Dijeron al unísono.

—¿Se conocen?— Preguntó la pareja sorprendida.

Hubo un incómodo silencio que Alejandro rompió palmeando a su hermano.

—Hmm, hermano, ella es Sam. Sam él es mi hermano Fer.

Ella reaccionó y dijo

—Si. Lo conozco, lo vi en tu empresa. Medio lo choqué— Mintió, sabiendo que así comenzó la historia de Ana y Ale. Esperaba distraerlos de esa manera.

—Así nos conocimos nosotros— dijo Ana dándose cuenta que su hermana mentía y queriendo ayudarla— ¿Qué tomamos? ¿ya pediste Fernando?

—¿Cómo?—miró a Ana, perdido— no, aun no—llamó al mozo y cada uno pidió lo que quería. 

Sam estaba nerviosa ¡maldita fuera! hubiese dejado que la vez que estuvieron juntos él le dijera su apellido , al menos así habría estado prevenida. No había cambiado ¡qué guapo estaba!

De repente se acercó una mujer muy bella y tocó el hombro de Fernando.

—Fer, cariño, ¡no me llamaste! la pasamos muy bien— le dijo insinuante.

Sam se reprendió a si misma, manteniendo su cara neutra. Ella devanándose los sesos por haberlo dejado dormido sin siquiera una nota y a él, obviamente, muy poco le importó. Realmente creyó que hubo conexión entre ellos, pero era evidente que solo ella lo sintió. En fin. 

—Hola Debra— la saludó el ¡que inoportuna! pensó . Allí estaba su Sam. Qué hermosa se veía. Ahora sabía porque confundió a Ana, la novia de su hermano, con Sam. Eran bastante parecidas.

—No me los presentas?-siguió ella

—Claro. Estos son mi hermano, su novia y su hermana. Chicos, ella es Debra una amiga. Disculpa pero tenemos que charlar de cosas familiares. Luego te veo —se arrepintió al instante de eso último. Tan solo una cena habían compartido y la mujer se mostraba como si le hubiese pedido matrimonio.

—Estaré pendiente, Fer. Nos vemos luego.

Charlaron un rato hasta que llegó la comida. Alejandro le contó que se comprometieron y Fer se alegró por ellos. 

—Enhorabuena ale. Nuestros padres me dejaran de molestar con que busque pareja. 

—No por mucho. Eres el mayor. Tal vez insistan con mas ahínco a que busques una mujer .

Tanto Sam como Fer se atragantaron y tosieron. 

—Debo ir al baño— dijo Sam— queriendo huir de toda la situación, por lo menos un instante.

—Yo igual— dijo Fer, quitando la silla apresuradamente.

Ambos se levantaron y se dirigieron al baño. Sam entró al baño y suspiró. 

La puerta se abrió de golpe e ingreso Fernando.

—Se te perdió algo ? No veo tu falda... digo, que yo sepa es el baño de mujeres— lo retó ella sarcástica.

—¿Por que te fuiste sin despedirte? Creí que la pasamos bien, fue sublime, diría yo. 

—¿Disculpa? ¿sólo los hombres pueden irse a mitad de la noche? Además, no esperaste mucho para consolarte. Si te apuras, puedes alcanzar a Debra.

—No digas estupideces— la agarró de la cintura— con Debra no pasó nada, solo la invite a cenar— sonrió—¿estás celosa?

—¿Yo? ¡por favor! no tendría por qué. Nos acostamos una vez...

—No sigas— interrumpió el— nosotros no solo nos acostamos hicimos el amor— acarició su cuello suavemente— estas tensa. ¿Te pongo nerviosa?

—¡Claro que no! y suéltame— sintiendo que el la apretaba mas a su cuerpo— suéltame, no te quiero lastim...

Fernando la calló con un beso que los sumió a ambos en un torbellino de deseo.

Luego de unos instantes ella se revolvió de entre sus brazos

—¡Basta!— se soltó ella, colorada— no lo vuelvas a hacer. ¡Nuestros hermanos están aquí! Vamos a la mesa, yo salgo primero— dijo ella saliendo, sin mirarlo, para no caer en tentación.

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