PLANES MACABROS
Cristopher Williams
Que Daniel me citara en su casa con tanta premura, me parecía de lo más raro.
Además de ser parientes políticos, no teníamos nada en común. A menos que…
No.
Imposible.
Conduje de manera impaciente hacia el Upper East Side, donde se había instalado junto con su nueva esposa, a la que por cierto, aún no conocía.
Al anunciarme, de inmediato me guiaron al elevador, donde el propio encargado pasó una tarjeta magnética haciendo que en la pantalla apareciera «PH – Mr. Adams» con letras rojas.
El tiempo que transcurrió en que subiera los cincuenta y dos pisos para llegar al ático, me parecieron eternos por la curiosidad que me causaba todo esto.
Al llegar, el elevador se abrió dándome la
DESCUBRIMIENTO ATROZGinaEstaba enloqueciendo…Estaba a punto de volverme loca con todo el caos que yo misma había iniciado y que con mi lengua había provocado.Elle… o mejor dicho, Danielle, ha seguido llamando de manera insistente, dejando mensajes de disculpas por no haberme dicho la verdad durante estos tres largos meses desde que la presentaron en la junta.Me sentía decepcionada y por sobre todo, estúpida. Claramente me había utilizado y lo deseaba seguir haciendo seguramente, viendo su evidente insistencia en que le cogiera las llamadas o le diera paso a mi departamento.Sin embargo, a pesar de saber a la perfección que solo buscaba beneficiarse a mi costa, la quería… la quería demasiado como nunca lo había hecho con nadie, como para no soltar mis lágrimas cuando oía un mensaje suyo, leía
UNA MARAVILLOSA PROPUESTAHenryDespués de tres meses en los que tuve encima a Danielle Adams y de que las cosas hubieran salido bien, por fin Camile y yo pasaríamos tiempo juntos.Sin embargo, aquella mujer que vigilaba mis pasos, resultó ser todo lo contrario a lo que pensé.Era divertida y hasta me parecía muy buena persona, aunque eso solo podría afirmarlo una vez que nos deshiciéramos de todo este problema.Recogí algunas cosas y las metí en la pequeña maleta que llevaría conmigo. Busqué en uno de los cajones aquella cámara que había comprado con tanto esfuerzo hace un par de años y la guardé entre mi ropa.—¿Tienes todo lo que necesitas? —preguntó mi madre desde la puerta y sonreí asintiendo.—Sí, mamá —afirmé&m
EL ÚLTIMO DÍA JUNTOSCamileVislumbré el anillo que hace instantes Henry había colocado en mi dedo y me sentí la mujer más afortunada del mundo.Permanecimos abrazados a la luz de la luna en el jardín trasero de aquella casa que sería parte de mis recuerdos por siempre, aspirando su aroma mientras mi rostro se hundía en su cuello.Sentí sus manos deslizarse a través de mi espalda desnuda, por el vestido blanco de escote trasero y lazo en el cuello que llevaba puesto. Su camisa azul noche, adherida a su perfecto torso, no era inconveniente para sentir la tibieza de su piel.Levanté mi rostro, llevando mi boca hasta la suya y nuestros labios se fundieron en un interminable beso. Tomé su mano y con una sonrisa traviesa, lo insté a correr tras de mi fuera del jardín, hasta llegar detrás de un peque&n
EL INICIO DE UNA PESADILLASentí como un olor agudo calaba mis fosas nasales al tiempo que suaves golpeteos en la mejilla me hacían volver de la oscuridad en la que estaba sumida.Aspiré una bocanada de aire y un intenso mareo sucedió a la inhalación de ese potente olor.Escuché de fondo a alguien susurrar mi nombre, pero se oía tan lejano que parecía un sueño… o más bien, una pesadilla por ese tono de voz que se me hacía familiar.Con lentitud y pereza, fui abriendo mis párpados despacio, topándome con unos iris que en el pasado había añorado me vieran por el resto de mis días de aquella manera.Los iris celestes de ese rostro conocido, me veían preocupado, y entonces me convencí de que todo se trataba de un maldito sueño del pasado y que seguramente al abrir mis ojos de aquella pesadilla, me
MARCANDO MI DESTINODaniel A. Salí de aquella majestuosa mansión con una sonrisa en los labios porque por fin me haría con todo lo que deseaba desde hace mucho tiempo. Si no fuera por el bastardo de mi padre, no estaría cometiendo todas estas pequeñas intromisiones para lograr mi cometido.Ya Cristopher se encargaría de la pequeña Staton, en lo que resolvía mis asuntos con la estúpida de Danielle.¡Esa bastarda hija de perra, por poco arruina todos mis planes!Si no fuera porque seguía sus pasos de cerca, la muy… ¡Ahhh!Si no fuera porque seguía sus pasos, a estas horas estaría metido en un sinfín de problemas.¿Por qué las personas son tan estúpidas?¿Por qué siempre tienen que empotrar al amor en cuestiones de negocios?Si no se hubi
DEL CIELO AL INFIERNOHenryCon el corazón galopando a mil por hora, dejé a Camile en la cama y fui de camino al aeropuerto para regresar a Nueva York.Un raro presentimiento de que algo malo ocurriría, no dejaba de rondar por mi cabeza y de turbar a mi corazón, y la verdad es que temía que, lo que me aguardaba en la ciudad, fuera más complicado y peligroso de lo que imaginaba.Las horas no pasaban en mi reloj y las ansias por volverla a ver me carcomían por dentro.Ya era imposible para mi sistema pasar un solo día sin verla, sin abrazarla y besarla… sin que mis ojos constataran que se encontraba bien, que era feliz y sonreía sin preocupaciones.Necesitaba confesarle cada día, apenas la veía, que la amaba. Decirle al oído que ella fue como el ángel que entró a mi vida para curar tanto resentimie
DESPRECIADOLo que acababa de oír tenía que ser una broma. Una estúpida, cruel y vil broma.No podía ser cierto lo que escuché pronunciar a esa boca de la que bebí el elixir de una nueva vida, la ambrosía más deliciosa que había probado.Simplemente no podía creer lo que aquella mujer, a la que amaba más que a mi propia vida, a la que apenas hace poco más de veinticuatro horas había propuesto ser parte de mí por el resto de nuestra existencia, me estuviera restregando en mi cara que no se casaría conmigo porque lo haría con el hombre que la había traicionado y utilizado en el pasado.Sencillamente, me negaba a siquiera pensar en tomar en serio aquellas malditas palabras que habían pronunciado sus labios.Tragué con fuerza, intentando que el nudo que atoraba todas las palabras que quería lanzarle
BUSCANDO PELEACaminé por varios minutos con la vista nublada por las lágrimas. Deseaba arrasar con el mundo si era posible, para tragarme todo el dolor que llevaba en la piel y en el alma.Ella simplemente me hizo a un lado. Me botó sin más, sin importarle todo lo que le había entregado en todo este tiempo.¿Por qué me mintió?¡Por qué, maldita sea!Parecía estar tan o más enamorada que yo… parecía que sentía todas las cosas que me había confesado las incontadas veces que la hice mía.La sentí tan entregada siempre, tan sincera que jamás se me había cruzado por la mente que estuviera fingiendo o jugando.«¡¡¡AHHH!!! ¡¿Qué carajos pasó, Camile?!», grité con furia a la nada, mientras seguía caminando.