UNA MARAVILLOSA PROPUESTA
Henry
Después de tres meses en los que tuve encima a Danielle Adams y de que las cosas hubieran salido bien, por fin Camile y yo pasaríamos tiempo juntos.
Sin embargo, aquella mujer que vigilaba mis pasos, resultó ser todo lo contrario a lo que pensé.
Era divertida y hasta me parecía muy buena persona, aunque eso solo podría afirmarlo una vez que nos deshiciéramos de todo este problema.
Recogí algunas cosas y las metí en la pequeña maleta que llevaría conmigo. Busqué en uno de los cajones aquella cámara que había comprado con tanto esfuerzo hace un par de años y la guardé entre mi ropa.
—¿Tienes todo lo que necesitas? —preguntó mi madre desde la puerta y sonreí asintiendo.
—Sí, mamá —afirmé&m
EL ÚLTIMO DÍA JUNTOSCamileVislumbré el anillo que hace instantes Henry había colocado en mi dedo y me sentí la mujer más afortunada del mundo.Permanecimos abrazados a la luz de la luna en el jardín trasero de aquella casa que sería parte de mis recuerdos por siempre, aspirando su aroma mientras mi rostro se hundía en su cuello.Sentí sus manos deslizarse a través de mi espalda desnuda, por el vestido blanco de escote trasero y lazo en el cuello que llevaba puesto. Su camisa azul noche, adherida a su perfecto torso, no era inconveniente para sentir la tibieza de su piel.Levanté mi rostro, llevando mi boca hasta la suya y nuestros labios se fundieron en un interminable beso. Tomé su mano y con una sonrisa traviesa, lo insté a correr tras de mi fuera del jardín, hasta llegar detrás de un peque&n
EL INICIO DE UNA PESADILLASentí como un olor agudo calaba mis fosas nasales al tiempo que suaves golpeteos en la mejilla me hacían volver de la oscuridad en la que estaba sumida.Aspiré una bocanada de aire y un intenso mareo sucedió a la inhalación de ese potente olor.Escuché de fondo a alguien susurrar mi nombre, pero se oía tan lejano que parecía un sueño… o más bien, una pesadilla por ese tono de voz que se me hacía familiar.Con lentitud y pereza, fui abriendo mis párpados despacio, topándome con unos iris que en el pasado había añorado me vieran por el resto de mis días de aquella manera.Los iris celestes de ese rostro conocido, me veían preocupado, y entonces me convencí de que todo se trataba de un maldito sueño del pasado y que seguramente al abrir mis ojos de aquella pesadilla, me
MARCANDO MI DESTINODaniel A. Salí de aquella majestuosa mansión con una sonrisa en los labios porque por fin me haría con todo lo que deseaba desde hace mucho tiempo. Si no fuera por el bastardo de mi padre, no estaría cometiendo todas estas pequeñas intromisiones para lograr mi cometido.Ya Cristopher se encargaría de la pequeña Staton, en lo que resolvía mis asuntos con la estúpida de Danielle.¡Esa bastarda hija de perra, por poco arruina todos mis planes!Si no fuera porque seguía sus pasos de cerca, la muy… ¡Ahhh!Si no fuera porque seguía sus pasos, a estas horas estaría metido en un sinfín de problemas.¿Por qué las personas son tan estúpidas?¿Por qué siempre tienen que empotrar al amor en cuestiones de negocios?Si no se hubi
DEL CIELO AL INFIERNOHenryCon el corazón galopando a mil por hora, dejé a Camile en la cama y fui de camino al aeropuerto para regresar a Nueva York.Un raro presentimiento de que algo malo ocurriría, no dejaba de rondar por mi cabeza y de turbar a mi corazón, y la verdad es que temía que, lo que me aguardaba en la ciudad, fuera más complicado y peligroso de lo que imaginaba.Las horas no pasaban en mi reloj y las ansias por volverla a ver me carcomían por dentro.Ya era imposible para mi sistema pasar un solo día sin verla, sin abrazarla y besarla… sin que mis ojos constataran que se encontraba bien, que era feliz y sonreía sin preocupaciones.Necesitaba confesarle cada día, apenas la veía, que la amaba. Decirle al oído que ella fue como el ángel que entró a mi vida para curar tanto resentimie
DESPRECIADOLo que acababa de oír tenía que ser una broma. Una estúpida, cruel y vil broma.No podía ser cierto lo que escuché pronunciar a esa boca de la que bebí el elixir de una nueva vida, la ambrosía más deliciosa que había probado.Simplemente no podía creer lo que aquella mujer, a la que amaba más que a mi propia vida, a la que apenas hace poco más de veinticuatro horas había propuesto ser parte de mí por el resto de nuestra existencia, me estuviera restregando en mi cara que no se casaría conmigo porque lo haría con el hombre que la había traicionado y utilizado en el pasado.Sencillamente, me negaba a siquiera pensar en tomar en serio aquellas malditas palabras que habían pronunciado sus labios.Tragué con fuerza, intentando que el nudo que atoraba todas las palabras que quería lanzarle
BUSCANDO PELEACaminé por varios minutos con la vista nublada por las lágrimas. Deseaba arrasar con el mundo si era posible, para tragarme todo el dolor que llevaba en la piel y en el alma.Ella simplemente me hizo a un lado. Me botó sin más, sin importarle todo lo que le había entregado en todo este tiempo.¿Por qué me mintió?¡Por qué, maldita sea!Parecía estar tan o más enamorada que yo… parecía que sentía todas las cosas que me había confesado las incontadas veces que la hice mía.La sentí tan entregada siempre, tan sincera que jamás se me había cruzado por la mente que estuviera fingiendo o jugando.«¡¡¡AHHH!!! ¡¿Qué carajos pasó, Camile?!», grité con furia a la nada, mientras seguía caminando.
RENDIDACamile Mi cuerpo había temblado, había tiritado cuando vi aparecer a Henry en el restaurante. Y fue cuando entendí que decirle tantas mentiras, sería prácticamente imposible.Sabía con solo ver esos ojos, que debería superar la prueba más dolorosa de mi vida, aunque pensaba que no podría porque me moriría en vida en ese mismo momento.Además, mentirle diciendo que no era amor lo que sentía, significaba renunciar a todo lo que amaba, a vivir marchita entre cuatro paredes y un techo. Simplemente creí que no saldrían las palabras que tanto había repasado en mi cabeza durante parte de la madrugada y la mañana, para que él me creyera y para que no sufriera la ira de esos dos hombres que prácticamente ya habían arruinado nuestras vidas.Pero Cristopher, con una sutil amena
ADIOS PARA SIEMPRESus labios bajaron de mi boca a mi cuello, mientras sus manos se metían dentro de mi pantalón deportivo. De pronto, se fue incorporando y tirando de la prenda a través de mis piernas, desarropándome a la vez en el proceso, aunque no hacía falta que lo hiciera con sus manos, ya que con esos ojos fuego, me había desnudado hasta el alma.Mi camiseta también desapareció bajo la acción desesperada de sus dedos. Mi pecho subía y bajaba por la impaciencia que mi cuerpo sentía de verse fundida a la del hombre que me convertía en fuego, de mis propias cenizas.Había quedado simplemente con el sostén color marfil y la braga a juego, con los ojos expectantes ante el siguiente movimiento de Henry. Sus ojos eran pura efervescencia, y con sus dedos comenzó a recorrer mi cuerpo, desde mi garganta, pasando por el relieve de mis pechos, cre