Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capítulo más de esta historia...
Massimo vio la hora en uno de sus relojes y se percató que ya iba retrasado, rápidamente tomo la ropa que su hija, meticulosamente le había seleccionado, incluso se colocó la colonia que le había escogido. Cuando salió del cambiador tenía público, ya que en la cama estaban sentadas las dos hijas de Massimo, ambas vieron salir a su padre y abrieron de más esos ojos grises, azulados y verdes.— ¡Papá! ¡Te ves, guapísimo! — Dijo la rubia de ojos verdes.— Massimo, ya vez como si te quitaste algunos años de encima… — Dijo la hija ojiazul.Ambas estaban sonrientes y expectantes a su padre.— Papá, date una vuelta, hace mucho tiempo que no te veía así, ya no recuerdo cuando fue, debo ver cómo se verá el futuro abuelo de mi bebe, te verás tan guapo como mi tío Pietro. — dijo Laura sonriendo de oreja a oreja.— Oye… ¿Acaso no soy guapo?— Sí, pero te veías un poquitín pasado de moda… — Dijo Laura sonriendo.— ¡Bueno, bueno! Ya váyanse a dormir, yo tengo que salir corriendo si quiero llegar a t
Luego de algunos minutos en silencio, contemplando la ciudad, Diana y Massimo subieron al auto, la plática continuó como si de un par de amigos se tratara, ella trataba de entender la nueva vida de aquel hombre al que había esperado por 6 años. Después de unos minutos conduciendo, finalmente llegaron a la dirección que la chica le había dado, él planeaba dejarla en la entrada, pero ella lo invitó a tomar un café, él sabía perfectamente que aceptar ese café significaba iniciar algo de los que no sabía cómo saldría librado.La pareja tomó el ascensor y subió hacia el departamento que la compañía de Diana le había rentado por un mes, en lo que ella encontraba algo más apropiado para vivir. Ella sostenía su mano tal como si fueran una pareja, la sorprendió tarareando una canción, él frunció el ceño, tratando de entender la letra, pero no pudo hacerlo, luego la campañilla sonó anunciando la llegada al piso requerido, ambos caminaron, ella sacó la tarjeta de acceso al apartamento.Entraron a
— No me iré a ningún lado Massimo… Quiero volver a verte, quiero tenerte cerca, ¿acaso no entiendes que me gustas? Siempre me gustaste… Ya es hora de que busques tu libertad, ya es hora de que vivas la vida que siempre quisiste vivir, sé que lo más importante para ti, son tus hijos, tu hogar y yo quiero estar ahí… No me voy a ir, ¿me entiendes?Massimo entendió todo lo que decía Diana, él en algún momento le contó los sueños que tenía de niño, él quería una casa, uno o dos perros, también quería gatos, aunque no sabía si era alérgico, porque nunca tuvo uno, quería tener muchos hijos, quería tener un matrimonio como el de sus padres. Aunque claramente, ahora esa idea se había venido abajo con la repentina información que saco a la luz Pietro.— Diana… Me tengo que ir, debo llegar a casa, en un par de horas debes ir a trabajar y yo debo ir a la oficina, será el primer día trabajando de mi hija Paloma, no puedo fallarle.— ¡Entiendo! ¿Podemos volver a vernos?— ¿Te veo en la noche?— ¿De
Luego de que Massimo saliera directo al aeropuerto, Aldo llevo a Paloma a conocer cada uno de los pisos pertenecientes al Grupo Pellegrini, la chica por alguna extraña razón, cada que lo veía, esa fuerza con la que normalmente se manejaba o era, flaqueaba, era extraño, porque con una sola mirada de aquel caballero, ella se ponía muy nerviosa.— Paloma, ¿tienes alguna duda hasta el momento? — Dijo Aldo al ver que la chica se había quedado un poco retrasada en el pasillo.— ¡Ah! No, no ninguna, ¿tú trabajabas aquí?— ¡Sí! Pero por alguna extraña razón, Massimo y mi padre pidieron que dejáramos la compañía, supuestamente hay algo aquí que no está del todo bien. La verdad es que fue una lástima, siento que quieren dejar que este lugar caiga.— ¿Cómo?— Ven… — Dijo Aldo abriendo la puerta de la oficina del CEO. — Aquí podemos platicar sin interrupciones.Paloma entró a la oficina que en teoría era de Massimo, Aldo tomo asiento en un sillón de cuero que estaba en la salita dentro de la elega
Massimo llegó a Eslovenia, ya lo esperaba el chofer de Pietro, el cual lo llevo a su enorme casa, Massimo se sorprendió al ver aquel majestuoso lugar, pero no emitió algún comentario.— ¡Espero que tu visita sea breve y no quieras partirme la cara! — Dijo Pietro mientras bajaba las escaleras algo molesto.— ¡Pietro! Para empezar, no estaría aquí, si tú no hubieras provocado este desastre… — Dijo Massimo arrojándole un maletín en las manos de su hermano.— ¿Quieres café o un trago?— Café está bien…— Vamos al jardín, necesito tomar un poco de aire…— ¿Qué te sucede? Desde que te llame te escuchas molesto…Ambos hermanos caminaron por un pasillo que los llevaba a un enorme jardín con pastizales y rosales.— Celeste…— ¿Qué sucede con ella?— Las cosas no van bien, su recuperación ha sido lenta y dolorosa, me duele verla así y luego el colegio, ese, la acaban de despedir, les fue más fácil despedirla que pagar por el tratamiento que ella necesita. — Dijo Pietro molesto y frustrado.— Pie
Massimo llegó a casa después de un largo día de trabajo, sus hijos estaban cada uno haciendo la tarea, Laura los había puesto a hacer sus deberes, ella por su parte, estaba en su habitación recostada, debía guardar reposo y solo podía levantarse muy pocas veces.— Mi niña ¿Cómo estás? ¿Qué dice el bebé? – Dijo Massimo acercándose a la cama de la chica.— ¡Todo bien papa! Solo hoy tuve un poco de sueño, extrañé un poco a Paloma. — Dijo Laura somnolienta.— ¡Por cierto! ¿Dónde está Paloma? – Dijo Massimo preocupado.— Ella está con Aldo, al parecer fueron a cenar, no tuvieron tiempo de comer y fueron a cenar.— ¡Oh! Ya veo, mientras este con Aldo, estaré tranquilo…— Si él dijo que la traía después de la cena… ¡Por cierto! Hay una señora ya bastante grande esperándote en tu estudio, lleva ahí un par de horas, yo le dije que mejor regresara mañana, pero dijo que ella esperaría. Ya le llevaron café y galletas.— ¿Te dijo quién es? ¿Por qué la dejaste en mi estudio?— Se llama Emma Fiore, e
Aldo junto a Paloma salieron de la oficina, luego del pequeño “altercado” el muro que había entre ambos se había caído, al menos Paloma se mostraba un poco más relajada. Por otro lado, Aldo, con la sonrisa que lo caracterizaba, robaba más de un suspiro al caminar por los pasillos del Grupo Pellegrini, eso no pasó desapercibido por Paloma, quien solo dijo:— ¡Eres muy popular con las chicas aquí!— ¡Simplemente, soy amable! — Respondió tranquilamente.— ¿Qué tan amable eres? — Dijo Paloma mirándole fijamente.— Lo suficiente como para saber qué responder y que no…— ¿Me estás llamando chismosa?— No, pero los caballeros no tienen memoria, así que no hablo mucho de las personas.— No me refería a todas las personas, yo dije chicas…— Bien, no hablo de las chicas…— Pero veo cómo te quedan viendo con ojos de “Hazme tuya”— Mmm… soy hombre y tengo necesidades… ¡Dios que estoy diciendo! Deja de meterte en mi cabeza…Paloma sonrió al ver cómo aquel imponente hombre se ruborizaba con aquella
El que Emma regresara a la mansión, género en aquel hombre más tranquilidad, ella había cuidado de él, desde niño y tenerla cerca le ayudaba. Era cierto lo que ella decía, la responsabilidad era de él, pero Paloma había estado queriendo asumir una parte de ella, apenas era una joven de 20 años y aunque le costara asimilarlo, sí, ella debía tener su propia vida y sus propios planes, no podía postergarlos por las decisiones de él.Massimo se encontraba perdido en sus pensamientos cuando vio llegar el lujoso auto de Aldo, quien llegaba con Paloma, el joven bajo y como todo un caballero abrió la puerta para que ella pudiera descender, luego de ello vio cómo su hija, esbozaba una amplia sonrisa, esa sonrisa, le causo un poco de preocupación. Su hija normalmente no sonreía así, al menos no la había visto así con alguien de la familia, no era que Aldo no fuese de la familia, pero había algo diferente en esa mirada y sonrisa, prefirió no sobre pensar las cosas y salió a recibirlos en la sala.