Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capitulo más de esta historia...
Massimo llegó al apartamento de Diana, ya eran pasadas las 10:00 pm, era obvio que ella ya estaría dormida, pero por más que intento, sus pendientes lo fueron retrasando y al final prefirió llegar tarde a no llegar. El hombre tocó el timbre con duda, las luces ya se encontraban apagadas, él imaginó que Diana ya estaría dormida, así que solo toco una vez más, al ver que no salía, estaba por marcharse, cuando escucho cómo se abría la puerta.— Massimo… — Dijo una somnolienta Diana.— Hola… Perdón… Intente hacer lo posible por llegar antes…— No te preocupes, ya estaba dormida…— ¡Oh! Si gustas lo pasamos para otro día…— Anda, pasa… Ya estás aquí…— ¿Estás segura?— Si… Vamos… — Dijo Diana estirándose como gato.— Bien, no quería despertarte.— Hoy fue un día largo y cansado, cuando vi que no llegarías preferí tomar un baño e ir a dormir, ya había dormido al menos una hora. ¿Cómo te fue hoy?— Bien, fui a ver a mi hermano, él es quien me preocupa, sé que recuperar sus recuerdos lo está m
Massimo y Luciano tomaron el ascensor, una vez que se abrió ambos hombres caminaron por un largo pasillo que olía a desinfectante, todo estaba pulcramente limpio y ordenado. Ninguno de los dos hizo por hablar, Massimo llevaba en la mente los recuerdos de su pequeño, de cuando Luciano era un bebe, flashes de aquellos tiempos se vinieron a la mente y eso le provoco un nudo en la garganta.— Aquí es… Esperaré en la salita que está dentro, hay una puerta para poder tener acceso a su habitación, si escucho cualquier ruido extraño Massimo, te saco a patadas…Massimo tomó el pomo de la puerta, con el nudo aún en la garganta, abrió e inmediatamente lo primero que ve, es a esa rubia que por años la considero el amor de su vida, aquella que por años creyó que amaba, aquella que por muchos años le engaño. Ella lo mira y al no poder moverse, solo puede abrir los ojos un poco más de lo normal, y luego pudo articular palabra.— Massimo ¿Qué demonios haces aquí?— Hola, Alessia— Hola, Massimo, ¿qué?
Massimo sintió cómo un agudo dolor de cabeza comenzaba a desarrollársele, precisamente hoy, que no se encontraba en Italia. Se le había ocurrido al maldito Leonardo aparecer, pensaba el hombre, por lo que no tuvo más remedio que mover cielo, mar y tierra para volar de regreso. Mientras Massimo lidiaba con permisos para salir adelantadamente, en el Grupo Pellegrini, Leonardo sentado en la silla de presidencia conversaba con una amabilidad y tranquilidad fingida con Matteo, el hombre le había pedido a Paloma que fuera a su oficina y no saliera de ahí, hasta que él fuera por ella, según las indicaciones de Massimo.— Señor Pellegrini, ya he informado a Massimo que usted está aquí, pero lamentablemente él está fuera del país y, aunque llegue, será dentro de algunas horas. ¿Por qué no me dice que es lo que exactamente necesita? Veo la orden de desalojo, pero usted me pide que localice a Massimo. Yo puedo atender lo que usted requiera y, tan pronto Massimo llegue, ya tenga respuestas.— Matt
¿Qué está sucediendo?Paloma llegó a casa de Massimo, estaba un poco asustada. El guardaespaldas que Massimo le había puesto, la acompañó a la entrada, ella sentía las piernas como gelatina, sus manos temblaban, y el solo pensar en toparse con Leonardo la ponía inquieta. Quiso marcarle a Aldo, necesitaba hablar con alguien, pero recordó que el hombre había dicho que saldría del país.— Palomita, hija, ¿qué te sucede? Vi que te trajeron a casa, ¿pasó algo malo?— Emma, tuve que salir de la oficina casi oculta, Leonardo el padre de Massimo llego y Matteo me escondió en su oficina, ese maldito hombre una vez me secuestro, junto con el hijo de Massimo.— Hija… Pero ¿No te hizo nada?— No, Emma, pero créeme vengo muy asustada…— Tranquila hija, ese hombre no puede hacerte daño, ya estás en casa, ¿quieres que le hable a tu padre?— ¿A Massimo?— No, ¿quieres que le hable a Marco?— No, Emma, no, no, se preocuparía y le reclamaría a Massimo…— Bien hija, te voy a hacer un té para que te calme
——— Casa de la Familia Barzinni ———Marco y Valeria, poco a poco, se habían ido estabilizando. La mujer tenía poco más de 6 meses, un día de la semana mientras tomaban una merienda en el jardín, alguien toco a la puerta de la mansión. Camila fue a abrir, topándose con la sorpresa de que el abogado de la familia Amato y un gran grupo de hombres encapuchados rodeaban la casa.— ¿Disculpe? ¿A quién busca?— ¿La casa de la familia Barzinni?— ¡Sí!— ¿Se encuentra el señor Marco Barzinni en casa?— ¡Sí! ¿Quién le busca?— Soy el abogado de la familia Amato y traigo una orden de arresto para el señor Marco Barzinni, por el secuestro del señor Franco Amato.Camila se sorprendió y se llevó ambas manos a la boca.— Camila, ¿quién es? — Se escuchó una voz masculina al fondo.— ¿Marco…?— Si dime…— Pasen, señores… — dijo el abogado.— Óigame, no, esta es propiedad privada, no tienen derecho a irrumpir… — Dijo Camila intentando bloquear el paso.— Señora, quítese de aquí o me la llevaré también d
La misma mañana en la que Leonardo Pellegrini estaba reclamando lo que por “derecho” le correspondía, Franco Amato hijo, se presentaba en las oficinas de la policía en Lazio, el hombre llevaba en silla de ruedas, lo que quedaba de un hombre senil, esa persona que a duras penas se sostenía en el respaldo de la silla, no era otra persona que Franco Amato padre.El hombre iba drogado, y ya parecía más viejo de lo normal. El hombre pensaba dentro de sí mismo: “Estoy peor que cuando ese desgraciado Barzinni, me tenía en sus garras”. Franco, hijo con aparente preocupación, se presentó para denunciar el secuestro de su padre, el cual había sufrido de torturas inimaginables por años, todo a manos de un tal Marco Barzinni.Los agentes de la policía bien conocían la historia del implacable juez Amato, quien, en sus épocas de gloria, llevó a muchas personas a prisión, ya que era un intachable hombre de justicia. Al escuchar, como narraba la historia, Franco, hijo y los agentes, no pudieron más qu
Mientras Marco lidiaba con su arresto, Valeria se enteraba de toda la verdad y Massimo se veía envuelto un torbellino de problemas, el pequeño Gio y Enzo esperaban ser recogidos en la escuela, eran los últimos, luego de un buen rato, una camioneta blindada apareció y recogió a Gio, pero sin saber lo que ocurría, Enzo insistió en irse con ellos.El niño había insistido, ya que su abuelo aún no llegaba y eran los últimos niños, el hombre que los recogió, para no llamar la atención, se llevó a ambos, la idea era abandonar al segundo niño en el camino. Tal como estaba planeado, una vez los dos niños salieron de la zona escolar, alguien los durmió y Enzo apareció en un parque, mientras Gio iba camino a la mansión de Leonardo, lugar donde ya se encontraban Paloma y Maurizio.Enzo, al despertar en el parque, pidió ayuda, el niño estaba asustado, no sabía dónde estaba, no sabía qué hacer, el parque estaba lleno de mamás cuidando de sus hijos, así que se acercó a una y pidió llamar a su abuelo
Pietro tuvo que salir de emergencia de Eslovenia a Italia, mientras Aldo estaba retornando a Italia de igual manera, las cosas estaban saliendo de acuerdo con el plan, en cuanto a Leonardo y Franco, sin embargo, no contemplaban que Leonardo fuera capaz de querer algo con Paloma, menos entendía que quería con el menor de los hijos de Massimo.Valeria, no pudiendo soportar más tanta presión, había tenido un shock nervioso, por lo que Camila tuvo que irse junto con ella al hospital. Todo lo que estaba ocurriendo la tenía con los nervios de punta y si continuaba así, los bebes corrían peligro.Mientras tanto, en la comisaría se le leían los cargos a Marco Barzinni, el hombre había sido acusado de privar de la libertad a Franco Amato el famoso “juez Amato”, el cual por años había sido considerado desaparecido. Otros delitos que se le imputaban eran el cortar un dedo meñique, una ojera, quemarle los ojos con ácido, cortar la lengua y retirarle las cuerdas vocales, Marco escuchaba la declarac