Hola Espero les guste el capítulo de hoy.
--- Celeste Zanini --- Celeste se encontraba mirando hacia la ventana, las piernas le dolían un poco, el medicamento que le colocaban era lo suficientemente fuerte, para mitigar el dolor de aquellas heridas. Por un momento, se quedó viendo hacia el cielo, pensaba en su vida, lo difícil que había sido todo el tiempo, siempre pensó que algo muy malo debió hacer en su vida pasada, ya que hoy día la vida que tenía no era la mejor. Un poco de tranquilidad tuvo cuando llego a Ostia, no vivía con lujos, su apartamento era pequeño, pero no necesitaba realmente nada más, ella solo se tenía así misma y su gato Spike, Celeste desde muy joven había trabajado en lo que pudo, no le daba miedo ensuciarse las manos. Una vez tuvo la oportunidad de conocer a su amiga Giorgia Telesca, aquella chica de familia acomodada, pero muy discreta, le apoyo con sus estudios, incluso antes de viajar a España, la recomendó en el Colegio Marymount, si no la hubiese conocido, seguramente ella no estaría ahí. Jamás
--- Valeria Barzinni --- Me levanto de la cama, el hambre de mis bebés me despierta, mi cabeza está hecha un lío, me siento mareada, confundida, aún no puedo determinar que está sucediendo, aún no puedo entender ¿Cómo es que mi matrimonio pende de un hilo? Y otra cosa ¿Por qué veo a Pietro? Hace muchos años, había aceptado que él estaba muerto, nunca vi su cuerpo, pero desde esa horrible noche, supe que así era, sé que no debería mortificarme así. Es una extraña sensación la que me acompaña, se ha apoderado de mí y no me suelta, me asfixia, llego de repente y no ha querido irse, tal vez no debí decir nada, pero si no se lo contaba a Marco ¿A quién? Aunque ahora, entiendo, fue un error, él no lo tomó nada bien. ¡Demonios! ¡Cómo me ruge el estómago! Anoche cené el caldito que hizo Camila, aunque la verdad, no me supo a nada, ella insistió, los bebés casi me hacen sacarlo en el baño, pero hablé con ellos y le dije que debíamos comer algo, no era pizza ni otras golosinas, así que obviam
— Celeste, no hay nada de qué preocuparse, mira, todos esos malestares son totalmente normales. — ¿A qué se refiere Dr. Kensington? ¿Normales? Yo no me siento tan normal… — ¡Celeste, querida! Tu situación es muy normal ¡Felicitaciones! ¡Estás embarazada!La cara de Celeste se puso pálida, ahora que había decidido irse, ahora que finalmente había tomado la dolorosa decisión, le pasaba esto, pero ¿Cómo no le iba a ocurrir algo así? Si nunca se cuidó, todo lo dejó en manos de la naturaleza y la acción divina.— Celeste, ¿estás bien? Te veo muy pálida, sé que esto te hubiera gustado compartirlo con Pietro, pero últimamente veo que no viene acompañándote y de acuerdo con lo que veo en el ultrasonido y los estudios, estos bebés ya tienen 6 semanas.— ¡Wow! No creí… que…— Por tu cara, veo que la noticia te cayó de sorpresa.— La verdad es que sí, las cosas no están muy bien que digamos.— ¿Pietro? Pero él se ve que te adora…— Él es un gran hombre, pero, las cosas no son tan sencillas, T
Pietro conducía su camioneta a toda velocidad, la decisión ya la había tomado, las consecuencias él las temía, pero sin dudar, cualquiera de los que ya conocían su existencia, podría sacar la verdad. Y no había más verdad que la que él conocía y había vivido, nadie, absolutamente nadie, conocía esa triste realidad, una donde el futuro juntos, les fue arrebatado.Cuando finalmente llego a casa de su viejo amor, aparco su camioneta, saco un cigarro y debido a las ansias, espero a fumarlo y terminarlo, con ello esperaba mitigar lo que está sintiendo. Pietro bien sabía que lo que estaba haciendo, solo era un placebo, le sudaban las manos, sentía una terrible punzada en la boca del estómago, tenía un nudo en la garganta, trataba de no sobre pensar las cosas, al final ya estaba ahí, ya no podía echarse para atrás.Aquel hombre, reclino su cabeza en la cabecera del asiento del auto, cerro los ojos, luego los abrió y vio la hora, aún tenía 3 horas para cerrar el tema y poder ir por Enzo, su hi
Celeste regreso del médico e inmediatamente, guardo sus pertenencias, le temblaban las manos, pero era algo que debía hacer, si seguía ahí, claramente sabía que en algún momento se acobardaría y se podría arrepentir.En la última visita de Pietro, a ella le había quedado claro que este hombre tenía algo más que solo distancia y exceso de trabajo. No sabía quién era y no le importaba, seguramente debía ser alguien más interesante y menos complicada, en esa última visita, él y ella habían intimado, obviamente no se había preocupado por cuidarse o no lo había pensado, ahí estaba el resultado.Estaba claro que no le ocultaría el tema de que sería padre, aunque no continuaran juntos, él tenía el derecho de saber que venían en camino dos pequeñines, si él quería podía acompañarla a sus visitas prenatales o al alumbramiento, pero jamás iba a obligarlo.Celeste podría ser una buena mujer, podría ser cariñosa y dócil, pero si algo le caracterizaba, era que cuando tomaba una decisión, la respeta
Pietro aceleró el paso y cuando por fin estuvo en el mismo escalón que Valeria, por un segundo dudo, luego no pudo más, al mirarla a los ojos, al ver esos ojos avellana, al ver esa mirada que le robaba suspiros cuando joven, la atrajo hacia él, la estrujo entre sus fuertes brazos. En ese instante las lágrimas que inundaban los ojos de Valeria comenzaron a rodar por sus mejillas, Pietro por su lado, al abrazarla, recordó esa calidez que sentía en el pasado, olio su cabello, sus delgados, pero largos dedos jugueteaban con él, su cabello ya no era castaño, ahora era rubio, lo que acentuaba esos hermosos ojos. Valeria se sentía como en un sueño, aún no podía creer lo que estaba viviendo, creía que era como esos sueños raros que en ocasiones tenía, su nariz estaba impregnada del aroma a cítricos y brisa fresca, el cual, por años, trato de recordar, pero debía reconocer que poco a poco se le iba borrando de su mente. Hoy lo tenía ahí, él estaba presente, por un momento se le olvidó todo, el
--- Pietro Pellegrini ---— Señor, he intentado localizar al agente para el permiso de volar ahora a Italia, pero no he tenido éxito, hable con el aeropuerto, pero también, no resuelven nada, dicen que debemos esperar al menos a que amanezca.— ¡Eres un incompetente! Necesito viajar ahora, necesito ir a Italia… — Dijo Pietro perdiendo ya la poca paciencia que aún mantenía.— ¡Lo siento, señor! Volveré a intentar, pero lo más probable es que obtenga la misma respuesta. Usted sabe cómo está la situación ahora con el tema de su apellido, aunque no deba usted nada, mucha gente no lo ve así… ¿Ya hablo con su hermano?Pietro dejó salir un largo suspiro.— Lamento que las cosas estén mal, señor; sin embargo, debemos mantener la cabeza fría, usted volara, solo debemos esperar unas cuantas horas.Pietro se llevó ambas manos a la cabeza, Celeste, su Celeste se había ido, estaba claro que él le había fallado, estaba claro que no era a la única a la que le había fallado, su vida, la vida de su her
Camila y Emma llegaron a casa, la primera le pregunto a Greta sobre la persona que salió de la casa, está sin ningún reparo dijo: — El abuelo de Enzo estuvo en casa, pero la verdad es que no entendí nada. Camila y Emma se vieron al mismo tiempo con su semblante lleno de duda y temor. — ¿Por qué dices eso Greta? – Dijo Camila un tanto contrariada. — La señora y el señor se abrazaron por largo rato y luego se encerraron en el estudio por otro rato más. No sé qué pensar, señoras… — Dijo Greta un tanto confundida. — Greta no pienses cosas, seguramente ya te falla la vista, anda, ve y prepáranos un té relajante, ¿sabes dónde está Valeria? – Dijo Emma tratando de suavizar las cosas ante el rostro preocupado de Camila. — Sí, señora Emma… Luego de ello ambas mujeres fueron al estudio, era claro que debió haber ocurrido algo con esa visita, él ¿Qué? Debian averiguarlo ellas mismas con Valeria. Al llegar al estudio y abrir la puerta, se toparon con una diminuta mujer sentada en el diván d