Estimadas lectoras y lectores Espero les guste el capítulo de hoy, me ha costado un poco subirlo, pero es importante denotar lo complicado de las relaciones, más cuando hay un pasado que no se pudo cerrar en tiempo, en ocasiones se toman acciones sin pensar en aquellos terceros.
Pietro conducía su camioneta a toda velocidad, la decisión ya la había tomado, las consecuencias él las temía, pero sin dudar, cualquiera de los que ya conocían su existencia, podría sacar la verdad. Y no había más verdad que la que él conocía y había vivido, nadie, absolutamente nadie, conocía esa triste realidad, una donde el futuro juntos, les fue arrebatado.Cuando finalmente llego a casa de su viejo amor, aparco su camioneta, saco un cigarro y debido a las ansias, espero a fumarlo y terminarlo, con ello esperaba mitigar lo que está sintiendo. Pietro bien sabía que lo que estaba haciendo, solo era un placebo, le sudaban las manos, sentía una terrible punzada en la boca del estómago, tenía un nudo en la garganta, trataba de no sobre pensar las cosas, al final ya estaba ahí, ya no podía echarse para atrás.Aquel hombre, reclino su cabeza en la cabecera del asiento del auto, cerro los ojos, luego los abrió y vio la hora, aún tenía 3 horas para cerrar el tema y poder ir por Enzo, su hi
Celeste regreso del médico e inmediatamente, guardo sus pertenencias, le temblaban las manos, pero era algo que debía hacer, si seguía ahí, claramente sabía que en algún momento se acobardaría y se podría arrepentir.En la última visita de Pietro, a ella le había quedado claro que este hombre tenía algo más que solo distancia y exceso de trabajo. No sabía quién era y no le importaba, seguramente debía ser alguien más interesante y menos complicada, en esa última visita, él y ella habían intimado, obviamente no se había preocupado por cuidarse o no lo había pensado, ahí estaba el resultado.Estaba claro que no le ocultaría el tema de que sería padre, aunque no continuaran juntos, él tenía el derecho de saber que venían en camino dos pequeñines, si él quería podía acompañarla a sus visitas prenatales o al alumbramiento, pero jamás iba a obligarlo.Celeste podría ser una buena mujer, podría ser cariñosa y dócil, pero si algo le caracterizaba, era que cuando tomaba una decisión, la respeta
Pietro aceleró el paso y cuando por fin estuvo en el mismo escalón que Valeria, por un segundo dudo, luego no pudo más, al mirarla a los ojos, al ver esos ojos avellana, al ver esa mirada que le robaba suspiros cuando joven, la atrajo hacia él, la estrujo entre sus fuertes brazos. En ese instante las lágrimas que inundaban los ojos de Valeria comenzaron a rodar por sus mejillas, Pietro por su lado, al abrazarla, recordó esa calidez que sentía en el pasado, olio su cabello, sus delgados, pero largos dedos jugueteaban con él, su cabello ya no era castaño, ahora era rubio, lo que acentuaba esos hermosos ojos. Valeria se sentía como en un sueño, aún no podía creer lo que estaba viviendo, creía que era como esos sueños raros que en ocasiones tenía, su nariz estaba impregnada del aroma a cítricos y brisa fresca, el cual, por años, trato de recordar, pero debía reconocer que poco a poco se le iba borrando de su mente. Hoy lo tenía ahí, él estaba presente, por un momento se le olvidó todo, el
--- Pietro Pellegrini ---— Señor, he intentado localizar al agente para el permiso de volar ahora a Italia, pero no he tenido éxito, hable con el aeropuerto, pero también, no resuelven nada, dicen que debemos esperar al menos a que amanezca.— ¡Eres un incompetente! Necesito viajar ahora, necesito ir a Italia… — Dijo Pietro perdiendo ya la poca paciencia que aún mantenía.— ¡Lo siento, señor! Volveré a intentar, pero lo más probable es que obtenga la misma respuesta. Usted sabe cómo está la situación ahora con el tema de su apellido, aunque no deba usted nada, mucha gente no lo ve así… ¿Ya hablo con su hermano?Pietro dejó salir un largo suspiro.— Lamento que las cosas estén mal, señor; sin embargo, debemos mantener la cabeza fría, usted volara, solo debemos esperar unas cuantas horas.Pietro se llevó ambas manos a la cabeza, Celeste, su Celeste se había ido, estaba claro que él le había fallado, estaba claro que no era a la única a la que le había fallado, su vida, la vida de su her
Camila y Emma llegaron a casa, la primera le pregunto a Greta sobre la persona que salió de la casa, está sin ningún reparo dijo: — El abuelo de Enzo estuvo en casa, pero la verdad es que no entendí nada. Camila y Emma se vieron al mismo tiempo con su semblante lleno de duda y temor. — ¿Por qué dices eso Greta? – Dijo Camila un tanto contrariada. — La señora y el señor se abrazaron por largo rato y luego se encerraron en el estudio por otro rato más. No sé qué pensar, señoras… — Dijo Greta un tanto confundida. — Greta no pienses cosas, seguramente ya te falla la vista, anda, ve y prepáranos un té relajante, ¿sabes dónde está Valeria? – Dijo Emma tratando de suavizar las cosas ante el rostro preocupado de Camila. — Sí, señora Emma… Luego de ello ambas mujeres fueron al estudio, era claro que debió haber ocurrido algo con esa visita, él ¿Qué? Debian averiguarlo ellas mismas con Valeria. Al llegar al estudio y abrir la puerta, se toparon con una diminuta mujer sentada en el diván d
Luego de salir de casa de Celeste, Pietro condujo al mirador donde había estado con Celeste, él había tenido que salir rápidamente de casa de Guadalupe, sabía que si permanecía ahí más tiempo, sus sentimientos terminarían nublando la razón y eso no los llevaría a nada bueno. — “La vida era más fácil cuando no tenía recuerdos, hoy me siento un maldito desgraciado por sentir lo que siento, por pensar lo que pienso, Guadalupe, de verdad me gustaría que tú y yo nos fugáramos y comenzáramos nuevamente, lejos de todo esto que nos separa.” Pietro permaneció ahí largo rato esperando a que su nieto saliera de la escuela, luego de ello, condujo hasta la escuela, antes de que Enzo saliera tomo aire y cambio su semblante al mismo de siempre, bajó del auto y espero a ver que su niño apareciera por la puerta. — ¡Abuelo! ¡Viniste! ¡Viniste! ¿Vamos a ir al cine? ¿Me vas a llevar? – Dijo Enzo caminando y saltando, tomado de la mano de su abuelo. — ¡Sí! ¡No tengo opción! ¿Has pensado en que película
Franco Amato había permanecido varios años recluido en un hospicio que solo era usado para personas que no tenían recursos. Marco Barzinni había aparecido como un gran benefactor, mientras Franco estuviera siendo alimentado y cuidado, además de que no le sucediera nada, recibirían un jugoso cheque, el cual al personal que laboraba ahí, agradecía fervientemente. Tras de la última visita de Marco a Franco, se esperaba que este hombre dejara de ser cuidado, sin embargo, lo que Marco no pudo evitar, era que alguien ya seguía sus pasos de manera muy cercana, ese alguien que, silenciosamente, había estado moviendo los hilos para parecer un cero a la izquierda. El día de hoy se presentaba en el hospicio con papeles en mano y una ficha de identidad, Franco Amato hijo se presentaba en el hospicio para reclamar a quien un día fue el inquebrantable “juez Amato”. — Dr. Mareau, más vale que se mantenga bien calladito. Debe saber que lo que hizo a lo largo de todos estos años, le puede provocar e
Pietro vio salir a Celeste de aquella pequeña casa, todo le parecía tan surreal, hacía poco tiempo ella estaba en casa, ¡Su casa! Ella podía vivir cómodamente y ahora estaba ahí, en la casa que le regreso como detalle para hacerla feliz, esa misma, que esperaba no volviera a utilizar a menos que fuera para pasar algunos días. El hombre perfectamente vio en el rostro de la chica duda, sus ojos se posaron en la pequeña pancita de 3 meses que albergaba a sus hijos, ¡Sus hijos, por dios! Estaba perdiendo tanto por un maldito error.— ¡Debiste avisar que vendrías! – Una delgada voz lo saco de sus pensamientos.— Celeste… Yo… ¿Por qué te fuiste de casa? ¡Esa es tu casa! – Dijo Pietro tratando de encontrar las mejores palabras para hablar.— Pietro, voy a mi trabajo, si gustas hablar del tema de los bebés, salgo a las 7:00 pm, podemos hablar hasta esa hora, ahora no puedo llegar tarde.— ¿Dónde trabajas? Puedo llevarte…— Gracias… Pero no es necesario…— Celeste por favor, ya estoy aquí, sirv