Estimadas lectoras y lectores Aquí dejo un capítulo más de esta historia.
Massimo y Laura entraron a consulta, la doctora Berlusconi se sorprendió al ver a Massimo por segunda vez al hombre frente a ella, solo atinó a decir:— ¿Nuevamente apoyo moral?— ¡Sí! Ella es mi hija, la otra mujer era mi exmujer… — Dijo Massimo tranquilamente.— ¡Bien! Vamos a ver cómo está tu chiquitín Laura, ¿cómo te has sentido?— Bien, solo con cambios raros en mi cuerpo, en ocasiones me siento bien, en otras me siento triste y en otras me fastidia todo.— Es normal, son las hormonas… Veamos cómo está, él bebe, súbete a la camilla.Massimo cargó a su hija y la subió en un solo paso.— Laura, descúbrete el vientre, voy a aplicar un poco de gel para poder deslizar el equipo, ahora sentirás un poco de frío, pero no pasa nada.— ¡Sí!La doctora comenzó a mover el equipo sobre el vientre de Laura y casi de inmediato se pudo escuchar el fuerte latido del bebe. Los ojos de Massimo y Laura se encontraron, era la primera cita en teoría en la que iban tranquilos y podían poner más atención
Paloma estaba molesta, creyó que las cosas serían de manera diferente, aunque siendo realista, era claro que su madre no tomaría de buen humor su decisión, de hecho, no había alcanzado el que, si le decía los verdaderos motivos de irse, su madre se lo permitiría. En una pequeña maleta guardo algunas mudas de ropa, estaba dispuesta a irse sin hablar bien con su madre, ella quería irse antes de que Valeria llegara a casa, sin embargo, se vio sorprendida cuando se topó con su madre y su padre entrando al recibidor.Marco traía unas bolsas con el sello del café donde habían estado anteriormente, era obvio que debían ser postres y golosinas de su madre, esto para Paloma era confuso, supuestamente ellos estaban divorciados y hasta hace unos minutos ambos estaban seriamente peleados.— Paloma, ¿Y esa maleta? — Pregunto Marco viéndola seriamente.— Papá, tal como les dije, me voy a salir de casa. — Dijo Paloma devolviéndole la mirada.Marco odiaba esa mirada de Paloma, cuando su hija era una c
Massimo y Laura llegaron a casa luego de su rápida visita a una tienda de postres, Massimo bajo todo lo comprado y lo llevo a la cocina para que la cocinera lo guardara. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio a Paloma sentada en la sala de estar, vio su maleta y supo que lo que había comentado Laura era verdad, su hija mayor se vendría a vivir a su casa, ni en sus mejores sueños habría imaginado esta situación, aunque sabía lo que se avecinaba con sus padres.Paloma al verlo se levantó y dijo:— Massimo, podemos hablar.— ¡Claro! ¿A qué se debe esa maleta?— Te lo explicó en un momento, ¿podemos hablar en privado?— Si… Vamos al estudio.Massimo se sentía intimidado por esa mirada, aunque le costara reconocerlo, esa era la misma mirada que él utilizaba para intimidar a su contrincante, cuando quería llegar a una jugosa negociación, pero verla hacia él era otra cosa, jamás imagino verse en esa situación, ahora entendía que sentían aquellos caballeros con los que negociaba.Una vez que Mas
Luego de que Paloma salió de casa, Valeria se quedó en el estudio por largo rato, ella sentía un hueco enorme en el corazón, su pequeña se había ido, se sentía culpable, al final lo que su propia hija tenía sentido, ella no lo quería reconocer, pero su manera de actuar ante Pietro no fue la correcta. Pietro apareció y así como llego se fue, su vida ahora era un caos, ese caos solo lo había producido él, ella al final se lo había permitido, se preguntaba ¿Por qué las cosas no podían ser diferentes? ¿Por qué ella no podía ser inmune ante su presencia? ¿Por qué se aferraba a alguien que simplemente no la amaba? Ella permanecía sentada en la silla detrás del escritorio, acariciaba su pancita, mientras se perdía en sus pensamientos, cuando la puerta se abrió sin que ella se diera cuenta, una fuerte mano se posó en su hombro. — ¿Estás bien? Ella volteó y vio al hombre que por 15 años siempre la amo, consoló y cuido, aquel que, sin importar su pasado, la apoyo, un fuerte sentido de remordi
Massimo llegaba al Aeropuerto de Mannheim en Alemania, luego de hora y media de vuelo, a su llegada ya lo esperaba un chofer que lo llevaría a Heidelberg. Tras 20 minutos en auto, el hombre llegaba a lo que era la dirección donde vivía Magnus D’Angelo, por un momento titubeo, luego de acomodar sus ideas, toco el timbre, no recibió respuesta, volvió a tocar el timbre y una voz ronca se escuchó por el intercomunicador. — ¡Guten Tag! — ¡Guten Tag! ¿Magnus D’Angelo? Massimo respondió en perfecto alemán, el hombre dentro sabía perfectamente quién estaba parado detrás de su puerta, por lo que no necesito responder y abrió. Esa visita la estaba esperando desde hace meses, poco más de un año atrás, Pietro así se lo había dicho. Massimo entró en aquel elegante apartamento, vio el exquisito gusto de aquel hombre, por primera vez se imaginó lo que sintió Paloma cuando supo que él era su verdadero padre, la vida se estaba encargando de hacerle lo mismo. — ¡Pasa! No te quedes ahí parado… —Se e
Massimo se sentía impotente ante lo que en su mente pasaba, su madre, su amada madre, había sido mancillada por aquel, que en algún momento fue su modelo a seguir. Con puño cerrado golpeo la mesa de centro, querido imaginar que era Leonardo a quien tenía debajo de él, al final, el que culpara al hombre que había tenido un amorío con su madre no la iba a traer de vuelta, no iba a regresar el tiempo.— ¡Maldita sea! ¿Sabes que toda mi vida se la dedique a la compañía de esa m*****a familia? — Dijo Massimo frustrado.— ¡Lo sé! Eras el orgullo de Leonardo o eso se veía en público… — Dijo Magnus viéndole a los ojos.— Leonardo siempre exigió lo mejor de mí, mientras Pietro vivía una vida sin preocupaciones, estaba claro que él ya tenía un plan. — Dijo Massimo cayendo en la cuenta de lo que decía.— ¿Cómo? ¿A qué te refieres?— Leonardo me iba a desheredar, solo quiso que lo ayudara con la compañía, pero al final, ya solo estoy esperando para que venga y me quite todo, ¿eso no te lo dijo Pie
Marco y Valeria ya avanzada la noche se habían movido hacia la habitación que hace un mes compartían, ella no podía negar que extrañaba la calidez del cuerpo de su esposo, tenerlo ahí nuevamente, la hacía sentir segura, se sentía protegida. Sentir la mano grande y fuerte de Marco sobre su pancita hacía que sus bebes se movieran más de lo normal, no sabía si era por emoción o porque les robaba espacio.A Valeria le costaba abrir sus ojos, pero su sueño se disipó cuando Marco apretó ligeramente su vientre y comenzó a besar su cuello, provocando que toda ella se erizara, aquel hombre comenzó a trazar un camino con dulces besos, comenzando desde el cuello, pasando por su clavícula, llegando hasta sus bastos pechos, beso aquella hermosa pancita desnuda, se detuvo al llegar a su cadera y glúteos. Ese hombre parecía estar hambriento y sediento de ella, cada caricia le provocaba un escalofrío, aquella mujer se encontraba a merced de lo que se le ocurriera a este hombre, ella solo se dejó lleva
Magnus regresó a la sala de estar con Massimo, el hombre permaneció sentado envolviendo su rostro entre sus manos, como si tratara de contenerse, masajeaba la raíz de su cabello con sus dedos. El llegar a casa de aquel que se decía su padre, solo le estaba dejando más frustración, tristeza y dolor, no podía imaginar el dolor inimaginable que su madre vivió, o si, eso era lo que más le hacía sentir culpable, él nuevamente recordó que hizo lo mismo con Guadalupe, recordarlo le generaba opresión.— Massimo… Aquí está lo que tu hermano dejo para ti. — Dijo Magnus extendiendo un sobre grueso con papeles y una USB. — Si gustas abrir de una vez los archivos en mi estudio, tengo una portátil.— ¿Qué es esto? — Dijo Massimo con evidente dolor de cabeza y ceño fruncido.— Tal como te lo dije… Es la vida, obra y gracia de Leonardo Pellegrini y Franco Amato.— ¿Tienes whisky? Necesito tomar algo más fuerte que un simple café…— Si… Vamos al estudio, ahí lo tengo…Ambos hombres caminaron por los pa