Está en buenas manos
Luciano, al sentir el abrazo de su padre, no supo cómo reaccionar, primero intentó zafarse, pero algo extraño lo invadió, un calor extraño llegó. Algunos recuerdos le llegaron, recuerdos de un Massimo abrazándole, un Massimo jugando con él, platicando con él de niño, un Massimo arreglándole la corbata, un Massimo despidiéndose de él cuándo se iba a Londres, aun en contra de su propia voluntad.

Luciano intentaba resistir ese abrazo, pero aquel extraño calor, aquella extraña sensación, lo invadió por un momento, el miedo constante que sentía, desde no recuerda qué tiempo, se disipó. Finalmente, Luciano comenzó a llorar…

- ¿Cómo me puedes amar? Por años lo único que hice fue sacarte de tus casillas y recordarte lo mejor padre que era Leonardo, lo mejor padre que era Franco, respiraba, vivía solo para hacerte la vida imposible… Massimo, ni siquiera te he llamado papa en años, ¿Cómo puedes amarme? Sí, tengo todo en contra. - dijo Luciano con toda la sinceridad que podía.

- Luciano, el día q
Alut

Estimadas lectoras y lectores al parecer todo ha salido bien en este primer reencuentro, aún hay mucho que trabajar, pero hasta ahora, se ve que todo saldrá bien.

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