Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capítulo más de esta historia...
Esa misma noche, con dolor y un poco de dificultad, Valeria se levantó de la cama, en su mente sonaban las palabras que Massimo le había dicho: “sería bueno que le eches un vistazo a tus hermosos hijos…”. A paso lento salió de su habitación, solo vio al hombre que vigilaba el acceso a esta, le pregunto si sabía dónde estaban los cuneros, él la ayudó a llegar a ellos, por medio del cristal pudo ver a sus dos pequeños, se veían tan pequeños e indefensos, Massimo tenía razón, ellos no tenían la culpa de las culpas que cargaban los padres.— Señora Barzinni ¿quiere pasar a ver a los pequeñines? —dijo la enfermera que cuidaba la zona de cuneros.— ¿Puedo?— ¡Claro! Sería muy bueno que mamá, por fin, los abrace y amamante, la primera lechita es esencial para estos bebes, así que pase…La enfermera primero le pasó a la bebita, la cual se movía, lentamente, pero se movía, Valeria había tomado asiento en una silla que estaba ahí, cuando la cargo pudo sentir su diminuto cuerpo y se percató de qu
A la mañana siguiente, Valeria ya estaba despierta, pidió hablar con Camila, la mujer acababa de entrar a la habitación, estaba nerviosa, ya que un día antes, el ánimo de la mujer frente a ella estaba muy encendido y no escuchaba razones, hoy lucía más tranquila.— Camila… Tengo que pedirte un favor…— Dime, hija…— Ayúdame a cuidar de mis hijos, de mis bebes, es momento de sanar… y para ello debo irme, debo tomarme un tiempo para sanar, si continúo postergando esto, no podré sanar nunca. Ahora que venga la Dra. Serra, le pediré que me lleve con ella, sé que no querrá aceptar por mi condición, pero trataré de presionarla, no puedo seguir posponiendo mi recuperación.— Valeria, hija, ella te puede tratar aquí desde hoy, solo necesito tu consentimiento.— No necesitas el consentimiento, te lo estoy pidiendo, así que, si ella puede atenderme aquí, con gusto la recibiré…— ¡Claro que sí, hija! En este mismo momento le llamaré para que venga al hospital lo más pronto posible.— ¡Gracias, Ca
No conozco a la madre de Aldo, él casi no habla de ella, es como si no quisiera que irrumpiera en esa parte tan íntima de su vida, sé que la ama y adora, le he escuchado platicar con ella y cada vez que lo hace, su semblante cambia. Sin duda, es hijo de Pietro, su rostro es tan parecido, pero todo aquel rasgo que no coincide, creo que debe ser de su madre, llevamos ya un mes como pareja, cada que lo veo, siento mariposas en mi estómago, anteriormente nuestras escapadas nocturnas eran una o dos veces por semana, ahora son diario.Hoy es un día especial, hoy cumplimos un mes desde que iniciamos, él me ha dicho que me prepare y me ponga aún más hermosa de lo que soy, esa frase me hace sentir un tanto extraña, la verdad no tengo idea de qué esté planeando, pero todo el día lo ha pasado fuera.Emma me ve y sonríe, no me ha dicho nada, pero sé que intuye que entre Aldo y yo pasa algo, Laura sigue sufriendo de las molestas náuseas, con sus 4 casi 5 meses de embarazo, pobre se la pasa vomitand
Aldo y Paloma tuvieron una deliciosa cena, la joven estaba asombrada ante los dotes culinarios de Aldo, ella no hubiera imaginado, que aquel hombre supiera cocinar tan exquisitamente, aún seguía asombrada ante el detalle que le había regalado. Él había alcanzado los mismos estándares que su padre le enseñó a buscar en un hombre, su corazón estaba que latía cada vez con más fuerza por aquel joven que estaba sentado a su lado.Luego de cenar, se sentaron en el piso de madera a contemplar el cielo estrellado, ella realmente se sentía cómoda a su lado, bebieron vino y comieron fresas. Todo había salido a la perfección, era la primera cita romántica que tenía en su vida y la había pasado maravillosamente.Paloma se sintió un tanto apenada, ya que ella no preparó nada, ella creía que Aldo no tomaría en cuenta esos detalles como su primer mes juntos, el semblante del chico era estoico y serio, aunque se sentían muy cómodos juntos, jamás hubiera imaginado este lado oculto. En un principio quis
Pietro estaba sentado en la amplia silla que estaba detrás de su elegante escritorio, su mirada estaba perdida, por más que intentaba pensar en otra cosa, sacar de su mente a Guadalupe, nada servía, él sentía una enorme culpa, en esa misma casa estaba la mujer con la que meses antes se sentía a gusto.Por momentos se maldecía, él jamás debió cruzarse en el camino de Celeste, ella era una buena mujer, ella había sufrido mucho en toda su vida, ahora él no podía fallarle, pero en su corazón solo estaba Guadalupe.Por más que lo intentara, no podía pensar en otra mujer que no fuera ella, su mente estaba dividida entre lo que quería y lo que debía, tenía un mes que visitó Italia y platicó con Guadalupe, esa plática le dejó clavada una espina en el corazón, ella le dijo que aún lo amaba.— ¿Pietro? ¿Estás ahí? – preguntó Celeste intentando llamar su atención.— ¡Hola, hermosa! ¿Qué sucede?— Voy a ir a mi terapia, ¿estás ocupado? Si es así, ¿le pido a Boyko que me lleve?— ¡Perdona! Lo olvid
Pietro salió de la habitación y se dirigió a su despacho, donde últimamente se la pasaba. Él trataba de fingir tener mucho trabajo para no pasar tanto tiempo con Celeste, ya que, al estar con ella, sentía culpa.Pietro debía reconocer que, en un arranque de algo irresponsable, tomó una mala decisión y arrastró a la chica a una situación que la propia desconocía.El hombre había ido un mes atrás a Italia, visito a escondidas a Guadalupe y supo que no había olvidado todo lo que sentía por ella, además de darse cuenta de que de él era correspondido, aunque podía dudar un poco, ya que Guadalupe no se encontraba en el mejor momento de su vida, sufría de depresión postparto y eso podría nublarle la mente, la mujer con la que hablo claramente necesitaba ayuda y podía aferrarse a lo primero que tuviera enfrente.Pietro se sentó en su enorme silla nuevamente y abrió su computadora, abrió su cuenta en la nube y vio los montones de fotos que él compartía con Guadalupe, todo ello fue cuando ambos
Guadalupe fue vistada por la Dra. Serra, ella había ido a visitarla en el hospital, su sorpresa fue mayúscula, la joven que ella conoció hacía 20 años atrás se veía básicamente igual, para ese entonces la vio como una pobre chiquilla abandonada.Lamentablemente, hoy día seguía igual, su rostro mostraba la misma tristeza y soledad que en ese tiempo.— Hola, Guadalupe, Priego… ¡Tanto tiempo sin verte!— Dra. Serra…— Veo que ahora eres Valeria Barzinni, ¿el apellido es de tu esposo?— Sí…— Han pasado muchos años sin verte…— 20 años para ser exacta…— Bien, Guadalupe… Yo creo que ahora sí… Es momento de sanar…Luego de una amena charla, donde la doctora recopiló datos y pudo hacer un diagnóstico, Valeria debía ser ingresada inmediatamente en el hospital psiquiátrico.Su estado de ánimo no era alentador, claramente estaba bastante desgastada mentalmente, esto fue informado a Camila y Federico, quienes, sin otra opción, accedieron.Por algún momento les llegó a cruzar la idea de traer de
Pietro había regresado a Eslovenia, claramente sabía el significado de las palabras de Massimo, no era tonto, desde que comenzó a recordar, su mente se encontraba hecha un caos. Debido a tantos problemas, unos ocasionados por él y otros totalmente fuera de sus manos, no tuvo tiempo para acudir al médico que le habían recomendado.Todo ello estaba mermando su recuperación, su mente estaba atrofiándose entre el presente y el pasado, en ocasiones al despertar, claramente sentía que en sus brazos estaba Guadalupe, pero una punzada llegaba desde lo más profundo de sus entrañas, cuando descubría el rostro y el aroma de la mujer a su lado.Aun así, él se esmeraba para que Celeste no se percatara de aquello, el se mostraba amoroso, atento y cariñoso con ella. Por lo que la mujer, a su lado, jamás imaginó todo el torbellino de emociones que el hombre a su lado estaba ocultando.Por otro lado, quien también se hallaba preocupado, pero en este caso por Pietro, era Massimo, que sin pensarlo dos ve