CAPÍTULO XXXI

Raquel tenía planes de extender la cena, no se inmutó por recoger la mesa ni servir el postre cuando acabamos todo, Bruno parecía no percatarse y Noah lucía muy a gusto en su charla bien avenida con mi madre. ¿Cuándo terminará la farsa?

Ansiosa por huir de aquella reunión me ofrecí a servir el postre. Cuando llegué a la mesa con la tarta de arequipe mi celular repicó, aprovechando que todos seguían distraídos miré la pantalla.

¿Puedo verte?

Att: La revancha personificada.

Por eso me gustaba tanto mi profesor, sabía sacarme una sonrisa, incluso, en mis peores días.

─Emmy.

─ ¿Si? ─por amor a mí, deja esa cara de pendeja, Emmy.

Tres pares de ojos me veían fijamente mientras se borrada la felicidad de mi cara.

─ ¿No piensas servir el postre? ─inquirió Raquel.

─Oh, sí, lo siento; me distraje viendo un meme que Laura me envió ─y ¡Zas!, fue así como salí por la tangente.

Empecé a servir el postre, el celular siguió repicando, en la mesa no se escuchaba otro sonido distinto al de mi celular.
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