—¿Qué dijiste? —pregunta James.—Lo que escuchaste. Mía y yo vamos a tener un bebé —informa William.—¡No puede ser verdad! ¡Mía no haría eso! —sus ojos están llenos de una mezcla de incredulidad y furia—. Mía, ¿es cierto lo que dice William? —La desesperación en su voz es evidente.Me quedo en silencio por un momento, mi rostro seguramente refleja culpa y tristeza. —James, yo… Estoy embarazada —al contarle la verdad a James siento como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. Sin decir una palabra, James sale corriendo del restaurante, incapaz de procesar lo que acaba de escuchar.Destrozada por lo que acaba de suceder, sin pensarlo dos veces, salgo corriendo tras él. El sol ha desaparecido y mis lágrimas se mezcla con la lluvia que empieza a caer. James se aleja rápidamente.—¡James, espera! —grito, con la voz quebrada por el dolor. Pero él no se detiene. Ahora, la calle está desierta, y el sonido de mis pasos resuenan en el pavimento mojado. Tropiezo, pero me levanto de inmedia
Tengo un dolor punzante en mi cabeza, intento centrar mi mirada en Max, pero no puedo. Todo me da vueltas, solo escucho los gritos de él, no está dispuesto a dejarme en paz, así que continúa con los golpes, uno tras otro. Mi cuerpo no tiene fuerzas para luchar y me quedo tumbada en el suelo y con mis brazos intento protegerme.—¡Max! —la voz de Jud llega hasta mis oídos antes de desmayarme.Abro los ojos lentamente, parpadeando contra la luz blanca y brillante que llena la habitación. Mi cabeza late con un dolor constante, y todo a mi alrededor parece borroso y confuso. Intento moverme, pero no tengo fuerzas, como si estuviera atrapada en un sueño del que no puedo despertar.A medida que mi visión se aclara, puedo distinguir las formas familiares de los equipos médicos y las paredes blancas del hospital. El sonido de un monitor acompañado del suave murmullo de las voces en el pasillo.De pronto, empiezo a recordar cómo he llegado hasta aquí. Una enfermera entra en la habitación, sonr
James se acerca a William con expresión seria pero amable. —William, ¿podrías dejarnos solos un momento? Necesito hablar con Mía.William frunce el ceño, dudando por unos segundos. Me mira, y ve que estoy visiblemente nerviosa, y luego de nuevo a James. Finalmente, asiente con la cabeza. —Está bien, pero no tardes mucho.¿Qué demonios...? ¿Por qué narices tiene William el derecho de decidir cuánto tiempo puede estar James en mi habitación? Clavo la mirada en William, en cuestión de segundos me altero, si se piensa que puede decidir en mis asuntos está muy equivocado, pero me muerdo la lengua, porque no quiero decir alguna palabra que después me tenga que arrepentir. Cuando él se da la vuelta lo fulmino con la mirada. Al salir de la habitación dejo escapar un suspiro de alivio. Ahora, centro la mirada en James. Me asalta el pánico. Siento que mi corazón late con fuerza. No puedo creer que James quiera hablar conmigo después de todo lo que ha pasado. Nos habíamos despedido para siemp
Me levanto de la cama, cojo mi ropa y me visto rápidamente, sintiendo la urgencia de salir de esta habitación. Con cuidado, abro la puerta y me asomo al pasillo del hospital. No hay nadie a la vista. Aprovecho la oportunidad, salgo andando hacia la recepción.Cuando estoy a punto de llegar, una voz familiar me detiene.—Mía, ¿a dónde crees que vas? —pregunta William, mirándome con una mezcla de sorpresa y preocupación.—Necesito ver a Jud.William se interpone en mi camino, bloqueando mi avance.—Jud sigue dormida. No puedes verla ahora. Vuelve a tu habitación.Una ola de frustración y de rabia me invade. Sin decir una palabra, giro sobre mis talones y me dirijo de vuelta a mi habitación, con el corazón latiendo con fuerza y muy cabreada.Me tumbo en la cama y el cansancio finalmente me vence, y mis párpados se cierran lentamente, sumergiéndome en un sueño profundo.Horas más tarde, un toque suave en mi mano me despierta. Al abrir los ojos, encuentro a Jud, quien está de pie junto a m
William y yo, nos encontramos sentados frente a Jud. —Los padres de Max lo saben todo —comienza Jud—. Han conocido a su otro nieto, dicen que es un niño precioso y muy amable. Pero ellos dicen que no pueden meterse en la vida de su hijo.William y yo intercambiamos miradas, sorprendidos por la revelación.—Ellos desean que no cambie nada. Quieren que siga trabajando en el restaurante, pero yo les he dicho que no puedo. Podrán ver a Chloe, pero las cosas van a cambiar.—¿Qué quieres decir con que las cosas van a cambiar? —pregunto.Jud suspira, sabiendo que esta parte sería difícil de explicar.—La madre de Max me ha dado el teléfono de la otra mujer —dice, sacando un pequeño papel de su bolsillo—. Por si quiero ir a verla y que los niños se conozcan.El silencio llena la habitación mientras William y yo asimilamos la información. Finalmente, William asiente lentamente.—Entendemos, Jud. Te ayudaremos en lo que decidas.Jud sonríe, agradecida por el apoyo de William.—Gracias. Sé que
—Mia, sé que esto es inesperado, pero he estado pensando mucho. Sé que estás embarazada de William, y entiendo lo complicado que es todo esto. Pero no puedo dejar de pensar en nosotros, en lo que tuvimos y en lo que podríamos tener.—¿Seguro que quieres estar conmigo en estas circunstancias?—Claro que quiero, porque te amo, Mía. Y estoy dispuesto a enfrentar cualquier cosa si eso significa estar contigo —responde con sinceridad.Siento una oleada de emociones. La esperanza, el miedo, el amor y la duda se mezclan en mi interior. ¿Puede ser esto real? Una pequeña chispa de esperanza comienza a crecer en mi corazón.Él toma mi mano con suavidad, y sus dedos se entrelazan con los mios.—Este bebé no cambia lo que siento por ti. Si me dejas formar parte de vuestras vidas, no os decepcionaré. Querré a tu bebé, lo cuidaré como si fuera mío. Tan solo tienes que perdonarme por todo el daño que te he causado. Aunque nos conocimos de manera extraña, me alegro de que haya sucedido. Tan solo dame
William comienza a caminar por el salón desesperado, pasándose las manos por su cabello rubio. De pronto, se detiene y grita a pleno pulmón:—Mía, no me esperaba esto de ti.—William, lo siento, pero yo jamás te he dicho que te iba a dar una oportunidad. Vamos a tener un bebé juntos, pero eso no significa que tengamos que ser pareja.—Pero yo te amo, y si ese hombre no hubiera regresado, con el tiempo habríamos terminado juntos.—No, William, no te equivoques, jamás estaremos juntos.William clava su mirada en James, dando un paso hacia adelante. James, coloca una mano delante de mí y me hace retroceder.—Cálmate —ordena James. Pero William, nervioso y fuera de sí, se abalanza sobre él.Jud y yo gritamos al unísono al ver cómo los dos empiezan a golpearse. Nosotras chillamos, sin saber qué hacer. De repente, me acuerdo de Thomas. Corro hasta la puerta de entrada, la abro, pero no está. Me apoyo contra la pared, mareada, con el corazón latiendo a mil por hora y un malestar invadiéndome
Hace tanto tiempo que James y yo no tenemos un momento de intimidad, que esto tengo que solucionarlo ahora mismo. Pero antes, necesito una ducha urgente.Corro al baño, me quito el camisón y ¡Santo cielo! ¡No puede ser! ¡Tengo una selva amazónica en mi cuerpo! ¡Madre mía! Busco desesperada una cuchilla de afeitar. Vale que James y yo nos amamos, pero si me ve así, creo que saldría corriendo. Y mis piernas… ¡no se quedan atrás!Enjabono mi cuerpo, me depilo como si estuviera en una misión imposible. Cuando termino, me seco con una toalla, sintiéndome como una diosa griega lista para conquistar el mundo… o al menos, a James. Salgo del baño y encuentro a James tumbado en la cama, desnudo. Avanzo lentamente hacia la cama. James me recibe con una sonrisa lujuriosa. Me siento a horcajadas sobre él y lo beso apasionadamente, y así, si más, nos demostramos con besos y caricias cuanto nos queremos.Después de un rato, nos quedamos tumbados en la cama. Mi cabeza descansa sobre su pecho, y nos