Nos detenemos frente a la puerta, el aire está cargado de nerviosismo, llega el momento de despedirnos y estamos inseguros sobre como hacerlo.En los ojos de James se refleja la misma duda que siento yo en mi interior. —Bueno, ha sido una noche muy reveladora, te agradezco que me hayas contado toda la verdad. —Gracias Mía, por escucharme.Hay un momento de silencio, uno de esos que parecen durar una eternidad. Ambos sabemos lo que puede venir a continuación, pero ninguno está seguro de cómo proceder. James da un pequeño paso hacia adelante, y yo siento que mi respiración se acelera.—¿Deberíamos…? —comienza James, pero las palabras se quedan en el aire.Sonrío nerviosamente, dando un paso hacia él. —No sé. ¿Tú qué piensas?James se rasca la nuca, es evidente que está nervioso. Mejor dicho, los dos lo estamos, parecemos dos adolescentes incapaz de dar el primer paso.—Creo que… tal vez... —Sus ojos se encuentran con los míos, y en ese instante, ambos sabemos lo que queremos.Sin p
Intento controlar las lágrimas mientras veo a James alejarse, mi corazón se rompe al pensar que él se va con una idea equivocada. Quiero correr detrás de él, pero no quiero que nos vean juntos hasta que Richard esté en la cárcel. William, percibe mi angustia, y posa suavemente su mano en mi espalda y me guía hacia el interior del edificio. Subimos en silencio hasta la última planta. Al abrirse las puertas, me quedo perpleja. Frente a mí se extiende un lujoso apartamento, con amplios ventanales que ofrece una vista impresionante de la ciudad. Sé perfectamente que no puedo permitirme un lugar así.—William, esto es demasiado. No puedo pagarlo.William sonríe con calidez y me responde:—No te preocupes por eso. Puedes quedarte aquí hasta que encuentres un lugar adecuado. Lo importante ahora es que estés bien.Camino por el lujoso piso y quedo alucinada con cada detalle. Las figuritas que decoran las estanterías, el sofá que parece sacado de una revista, y las lámparas de cristal que cue
—¡James! ¡James!James se detiene y me mira con sorpresa. Camina hacia mí con pasos lentos y medidos.—Mía, ¿qué haces aquí?Doy un paso hacia adelante para acercarme a él, tratando de controlar mi respiración agitada.—Necesitaba verte. Quiero explicarte que William es solo un amigo. No hay nada entre nosotros.James me observa en silencio, sus ojos reflejan una mezcla de confusión y celos. Finalmente, asiente lentamente.—Está bien, Mía. Pero no hacía falta que vinieras hasta aquí, ya me lo habías dicho por mensaje. Ahora, si me disculpas, tengo que irme.—James, no puedes decirme que me amas y ahora ignorarme. Tenemos que hablar —agarro su brazo para que no se vaya—. James, por favor.—Solo cinco minutos, como te he dicho, tengo cosas que hacer.Siento una oleada de alivio. Sé que aún tengo mucho que discutir, pero al menos ahora tengo la oportunidad de aclarar las cosas. Juntos, comenzamos a caminar hacia el parque en silencio. No me voy a rendir; igual que yo confío en él a pesa
Jud entra en casa con una bolsa de la farmacia en la mano. Al verla, me siento en el sofá, tanto mis manos como mis piernas comienzan a temblar.—No podemos retrasarlo más, Mía. Tienes que hacerte el test para salir de dudas.Miro la bolsa con terror. Si el test da positivo, James nunca querrá estar conmigo. —No puedo, Jud. ¿Y si…?—No hay “y si”, Mía. Necesitas saberlo. Sea cual sea el resultado, lo enfrentaremos juntas.Jud se acerca y me entrega la bolsa. La tomo con manos temblorosas y me dirijo al baño. Cada paso que doy parece un martillazo en mi corazón. Cierro la puerta y me quedo mirando el test en mis manos, sintiendo que el mundo se desmorona a mi alrededor.Pasan los minutos, y no puedo creer que esté pasando por esto. ¿Cómo he llegado a este punto? Me siento en el borde de la bañera tratando de calmar mi respiración.Finalmente, decido que no puedo esperar más. Con manos temblorosas, abro el paquete y sigo las instrucciones. Me hago la prueba con los ojos llenos de lágri
Mientras hablo con mis amigas, Nati recibe un mensaje en su móvil. Frunce el ceño al leerlo y luego me mira.—Mi ginecóloga me acaba de escribir. Le han anulado una cita, por si quieres pasarte ahora, te atenderá encantada.Suspiro, sin muchas ganas de ir, pero Jud y Nati insisten.—Vamos, Mía, es importante —murmura Jud, tomándome del brazo.Resignada, me dirijo al baño. Me doy una ducha rápida y me pongo un pantalón de chándal y una camiseta corta blanca. No tengo ánimos para maquillarme, así que decido ir al natural.Llamamos a un taxi y, en poco tiempo, las tres estamos montadas y en camino a la cita con la ginecóloga.Llegamos a la consulta. La doctora nos recibe con una sonrisa cálida, y nos hace pasar a la sala de espera. —Mía, por favor, pasa al consultorio —pide amablemente. Antes de entrar, me giro hacia mis amigas.—Chicas, esperen aquí. Necesito hacer esto sola.Jud y Nati se miran con preocupación, pero respetan mi decisión. Después de media hora, abro la puerta del con
William se queda completamente inmóvil, con los ojos abiertos como platos. No dice una palabra, ni siquiera parpadea. Sorprendida por su reacción, paso mi mano por delante de sus ojos, pero él no reacciona en absoluto.—William, ¿estás bien? —pregunto, agitando mi mano más cerca de su cara.Nada. Ni un parpadeo.Trato de aliviar la tensión, y decido hacer una broma.—Bueno, al menos no soy la única sorprendida —digo, riendo nerviosamente.De repente, William se levanta de un salto, como si hubiera despertado de un trance.—William, estoy igual de impactada que tú. Si no quieres a este bebé, no pasa nada. Yo lo voy a tener y si no quieres involucrarte, estás en todo tu derecho.William finalmente parpadea y me mira confundido.—¡Voy a ser papá! —grita, con una mezcla de alegría y pánico en su voz.—Sí, William, vas a ser papá —digo, sonriendo.William comienza a caminar de un lado a otro, murmurando para sí mismo.—Necesitamos una cuna… y pañales… y… ¡Oh Dios, necesito aprender a cambi
Respiro hondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. William espera mi respuesta con ansiedad, lamento tener que decirle lo que siento por él, lo aprecio y lo quiero, pero como amigo.—William, eres un hombre maravilloso —comienzo a decir—. Me has apoyado en los momentos más difíciles y te debo mucho por todo lo que has hecho por mí.Williams sonríe, pero la sonrisa no le llega a sus ojos. Sabe que hay un “pero” en camino.—Sin embargo, no puedo casarme contigo. No estoy enamorada de ti. Te quiero, pero no de la manera en que tú me quieres a mí.La mandíbula de William se tensa, y puedo ver el dolor en su rostro. Aprieta los puños, tratando de mantener la compostura.—Entiendo —murmura finalmente—. Gracias por ser honesta conmigo, Mía.He hecho lo correcto, pero eso no hace que sea menos doloroso.—Mía, hay otro asunto que quiero comentarte. He estado pensando en el bebé y en todo lo que viene. No quiero perderme nada del embarazo y, cuando nazca, quiero estar todo el día con
Qué alivio haber escuchado la conversación. Desde que me enteré de este secreto, me ha estado consumiendo por dentro. Jud necesita saber la verdad; no puede vivir en una mentira. Prometí a James guardar el secreto, pero ahora que he pillado a Max, ya no tengo que ocultarlo más. Es hora de enfrentar la realidad y permitir que la verdad salga a la luz.De repente, la puerta cruje y Max se acerca sigilosamente y, con un movimiento rápido, abre la puerta de golpe.—¿Qué haces ahí detrás de la puerta escuchando? —pregunta Max.—Sé lo que has estado haciendo —digo, mirándolo directamente a los ojos—. Sé que has estado engañando a mi amiga.—No sé de qué estás hablando.—¿Cómo has podido? Jud te ama, daría su vida por ti —no puedo contener las lágrimas.—Yo también la amo.—Mentiroso. He escuchado la conversación. Tienes otra mujer y otro hijo —lo miro con furia.—Ssshhh, cállate Mía —Max se acerca rápidamente, intentando silenciarme.—No voy a guardar este secreto, o se lo dices tú o se lo