Era tarde esa noche cuando escuché el sonido del intercomunicador, en principio me asuste pues miles de cosas pasaron por mi mente pero de pronto cuando escuche su voz al otro lado solo pude pensar en la alegría de tenerlo junto a mí y nada más, así que una vez lo deje entrar esperé ansiosa a que subiera en el ascensor, corrí a sus brazos lo entrelace con mis piernas.

—Hola mi amor, que sorpresa, me has hecho feliz el día, ¿Viniste porque me extrañas verdad?

—Claro que si amor—, dijo intentando contenerse, no tenía corazón para decírselo en ese momento. Su alegría era tangible y se dijo que simplemente necesitaba más tiempo, quería encapsular hasta su olor para nunca olvidarlo.

—Pues yo también te extraño muchísimo, debes estar agotado, ¿Tienes hambre?, ¿te preparo algo?—, dije emocionada, pues sentía que tenía mucho tiempo sin verlo.

—No cielo, ya cené—, mintió porque la verdad era que no le provocaba nada.

—¿Quieres darte un baño?

—Si es contigo, sí—, dijo lleno de dolor intentando