Un nuevo rey

Un nuevo rey

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espués de que el gran Hunab Kú, realizara el ordenamiento de los planetas, posó su energía, su pensamiento y su amor sobre la tierra y designó a los hombres hechos de maíz para ser los pobladores y hacedores de enormes ciudades sobre la faz del planeta. El dios de todo y de todos, el dueño del sonido y del viento, el que todo lo sabe y todo lo ve, se posó sobre Junab Baal, para que este iniciara la edificación de una gran ciudad cuyo nombre sería Kumal.

No encontró mejor escenario que la inmensa selva llena de animales, de frescos manantiales, de exuberante vegetación, que sabía el gran dios sería el alimento de los primeros pobladores. Junab Baal gobernó por muchos años hasta que heredó el trono a su hijo Akbal, éste desde su nacimiento fue educado para gobernar y ser su sucesor. El anciano rey realizó un gobierno lleno de éxito, ahora se encuentra cansado, presintiendo que pronto tendrá que dejar el trono, los sumos sacerdotes trabajan con el joven heredero del trono, llenándolo de sabiduría para que este siga conduciendo a su pueblo, como lo hiciera su padre, por los senderos de la justicia, la equidad, y el desarrollo.

El gobierno del padre de Akbal, fue reconocido como uno de los grandes reyes que tuvo Kumal, los pobladores al referirse al anciano rey y su reina, lo hacían con sumo respeto, ya que lo consideraron un gran rey.

Hay un ambiente extraño en la gran selva, los animales silvestres hacen una sinfonía, sonidos que viajan en diferentes direcciones y rebotan en las paredes de las gigantescas montañas y en los grandes árboles, los monos aulladores despiden el día con sus imponentes gritos guturales, las aves lanzan cantos que adormecen el alma, y las fieras rugen desde las agrestes montañas.

-Ha llegado la hora, dijo un sacerdote muy sabio, el rey acaba de desistir de su cargo, es el momento para que el príncipe Akbal, tome el trono, él será un gran rey, es joven y fuerte, dotado de todos los conocimientos que los dioses le han dado.

El nuevo rey tomó posesión a sus escasos años, su padre, el anciano rey, estuvo presente en la magna ceremonia. Kumal brillaba de alegría toda.

Estaban seguros de que Akbal sería un gran gobernante. El incienso, las máscaras, los bailes, los sonidos de tambores y la comida fueron parte de  la celebración, no hubo quien quedara sin presenciar la toma de gobierno de Akbal. Todos sabían que había sido educado para gobernar y en efecto desde su inicio mostró su deseo, su pasión, por hacer de Kumal una ciudad próspera y grande.

El nuevo soberano llevaba en su mente ese sueño de ver la mejor ciudad que jamás se había edificado, sus anhelos se comenzaron a cimentar desde que supo que era el heredero, siendo muy niño visualizó su magna ciudad. Fue esa preparación que le dieron los sabios la que le ayudó a que sus deseos se fueran materializando. Él pensaba que sus edificaciones serían muy altas, para ver todo su territorio, para que la vista se extasiara hacia los confines, sobre las copas de los árboles y sobre las grandes montañas.

Alrededor de la ciudad había pequeñas ciudades que fueron absorbidas por Kumal, no por la fuerza, sino por la capacidad de gobierno del nuevo rey, que buscó como expandir sus dominios sin recurrir a la guerra.

Akbal convirtió en muy poco tiempo a Kumal en el centro de la actividad política, económica, social y religiosa en muchos kilómetros a la redonda. Los comerciantes viajaban con sus mercancías a la plaza de Kumal, para hacer el trueque de todo lo que llevaban, animales, piedras, granos, tejidos, frutas, verduras, artesanías, carnes; fueron el motivo más grande de la economía que se desarrollaba por lo menos dos veces por semana en la gran Plaza del Jaguar.

Akbal, El Halach Uinik, el hombre de mando, habitaba el hermoso templo, desde lo alto del mismo, se dirigía a sus fieles y hacía uno de los gobiernos más hermosos para esa linda ciudad, los Ah Holpop, o delegados políticos eran los acompañantes del joven rey, muy cerca se encontraba El Nacon, o jefe militar, El Ahuacán o máximo sacerdote, a poca distancia, entre la población; Los Tupiles, como guardias del orden público.

La ciudad creció y los gobernados adoraban a Akbal, lo consideraban un rey grande y en su honor hablaban a los dioses y agradecían que Kumal tuviera un soberano que sabía lo que había que hacer.

El desarrollo en artes y ciencia fue muy grande, los enormes observatorios de los astros fueron abiertos para los jóvenes nobles, se hicieron varios campos de juego de pelota, para la diversión de las personas o para hacer competencias con ideas políticas o económicas, la agricultura era algo que el rey Akbal apoyaba y buscaba la forma de que los agricultores tuvieran acceso a mejores tierras, la educación de su pueblo fue un eje muy prioritario por lo que inició dando sus ordenanzas para que todo los niños aprendieran algo para defenderse, la milicia la utilizó para preparar físicamente a los jóvenes, a quienes se les formaba en el amor por su ciudad y el servicio a los dioses del panteón.

Akbal fue un apasionado del juego de la pelota, se presentaba con su traje ceremonial, llevaba en sus manos el cetro de maniquí, que heredara de su padre y disfrutaba de este significativo deporte. Se dirigía a su pueblo con discursos retóricos, fácilmente dejaba ver su conocimiento y preparación y su buen deseo de seguir haciendo crecer a Kumal.

Una de las costumbres de Akbal era recorrer su comarca y visitar todos los lugares que podía en un día, para verificar si su gente estaba bien, en cada visita siempre encontraba algo que debía mejorar como gobernante. Estas acciones eran adoradas por todos los que seguían expresando admiración por su nuevo rey. Akbal comenzó su gobierno a los quince años muy bien asesorado condujo a Kumal durante cinco años de desarrollo. Luego al cumplir sus veintiún años, fue El Ahuacán, o máximo sacerdote el que le insistía que debía buscar una reina, una pareja, para tener su descendencia; que tenía que pensar en un primogénito para hacer lo mismo que hizo su padre, heredar el trono.

El Sacerdote Supremo, el que podía interpretar a las divinidades, el que incidía en los sacrificios, el Señor de la Serpiente, buscaba la continuidad hereditaria del reino. Por lo que inició su trabajo para que Akbal encontrara pronto a esa reina que le acompañaría en su gobierno.

-Majestad, un rey necesita a su lado una buena y linda reina, alguien que sea esa dama que ayude a que la ciudad de Kumal siga creciendo hasta convertirse en la ciudad más grande de la comarca, -decía con constancia, El Ahucán al monarca.

Akbal no dejaba de pensar en su madre, que fue una gran reina y que había dejado un gran legado para tantas mujeres que deseaban seguir sus pasos como una mujer que acompañó a su padre en las buenas y en las malas. La madre de Akbal, pereció cuando este tenía unos pocos años, pero fueron suficientes para dejar un hermoso pensamiento en la mente del nuevo gobernante.

El rey recibió visitas de hermosas doncellas, de familias nobles, El Ahuacán se había colocado la tarea de que el rey escogiera a alguien. Este buscó entre las familias más destacadas de la sociedad, a las más hermosas damas entre quince y dieciséis años. Akbal estaba considerando muy acertada la idea del sacerdote para poder tener a su lado una reina, pero él pensaba que no era tanto la belleza o la posición social de la dama, sino quería alguien inteligente. Acudió a su padre que se encontraba muy bien de su salud. Solo se quejaba de la pérdida de la vista.

-Padre, El Ahúacan insiste en que debo de tener una esposa, no hay día que no lleve una hermosa doncella para que yo la conozca. Vengo ante ti para que me ayudes en esta decisión tan importante para mí y para mi pueblo. - dijo el rey.

El anciano rey, le dijo que era menester tomar esa decisión, que podría ver a su descendencia, que tendría la oportunidad de educarlo tal y como él lo había hecho con él.

-Padre, ¿qué cualidades debe tener esa mujer? --preguntó Akbal.

 -Ella debe ser descendiente de noble estirpe, tener belleza, ser valiente y sobre todo, mucha inteligencia -contestó el padre.

El anciano rey pudo contar a Akbal tantas cosas maravillosas de la unión de él con su madre. Que fue una gran reina, y que se amaron mucho, aconsejó a su hijo a ver mucho a los ojos, que la mirada dice mucho de la bondad o maldad de una persona.

Akbal por las noches pensaba en todo lo que estaba sucediendo y las caras hermosas de las doncellas que desfilaban por su sueño, él no encontraba cómo elegir a su futura esposa y reina de Kumal. Bellas eran todas, pero ¿Cómo hacer para medir su valentía y su inteligencia?

Una noche Akbal reunió a todas las doncellas, ofreció un banquete para las doncellas con la intención de dar a conocer que la futura esposa del rey tenía que cumplir con tres requisitos, ser bella, ser inteligente y ser valiente.

Todas las doncellas eran bellas, por lo que no se detuvo mucho en ese aspecto, pero si había dos en las que el rey posó su mirada, por sus lindos ojos, sus labios hermosos, su pelo largo, su piel hermosa y su caminar esbelto.

Ahora pensaba en como descubrir la inteligencia y se le ocurrió que cada una de las doncellas llevara algo creativo en una siguiente oportunidad. Las doncellas se retiraron pensando en qué podían llevar para agradar al rey.

Todas se presentaron con adornos creados por sus propias manos, vasijas, cofres, cuadros, flores, animales, elaborados en barro o madera. Aquetzalí, una de las doncellas, fue muy lista; invocó a la diosa Ixchel, para que la ayudara. Ixchel se sentía muy feliz cuando ayudaba a edificar el amor de una pareja y veía en Aquetzalí esa doncella hermosa con muchas cualidades para ser la reina de Kumal.

-Divina diosa Ixchel, invoco tu nombre, para que me ilumines sobre qué debo llevar al rey Akba - decía Aquetzalí.

Ixchel se presentó ante la doncella, le aconsejó hacer un traje usando un telar a mano, que ella misma le enseñó hacer, le habló de los colores y su significado, de cómo conseguir los hilos le indicó dónde localizar los textiles (plantas que producen fibras vegetales) para hacer un traje que ese día debía portar y poderle explicar al rey Akbal el significado de cada detalle que conformaban esa obra de arte, que sería tejida por la misma doncella.

Aquetzalí, muy bien instruida por la diosa Ixchel, fue capaz de elaborar un traje tan bello, en el representó los valores morales y espirituales del pueblo de Kumal. Reflejó en el diseño elementos de la cultura maya, rasgos de su numeración vigesimal, la relación del ser humano con todos los elementos de la naturaleza: animales, plantas y elementos cósmicos. La doncella también fue instruida en el uso y significado de los colores de su traje, el rojo, el negro, el amarillo, el blanco, el azul, el verde, fueron herramientas que Aquetzalí utilizó y aprendió a decir qué significado tenían dentro de su vestuario. Un elemento que dejó impresionado al rey Akbal, fue que llevaba el templo sagrado de la ciudad de Kumal, bien diseñado al centro de su hermoso güipil.

Aquetzalí fue una doncella que no llevaba nada en las manos y cuando el rey le preguntó que llevaba, ella contestó que llevaba el traje que había elaborado con sus propias manos. El rey observó el lindo traje que llevaba la doncella y se dio cuenta que estaba lleno de colores y formas que jamás había visto, flores, aves, figuras geométricas, figuras de la cosmovisión, líneas y colores mágicamente combinados. Se quedó en profundo silencio  y dijo a su consejo que ahora solo quedaba la prueba de la valentía.

Para demostrar la valentía de las doncellas, el rey Akbal y su consejo fueron muy exigentes y posiblemente exageraron la prueba de la valentía, decidieron que tenían que dejarse conducir hacia el altar de los sacrificios, con los ojos tapados.

Akbal sabía que las doncellas bellas temían que los dioses se fijaran en su hermosura para ser sacrificadas, aunque se mantuviera la idea que ser sacrificada a una deidad era algo que las hacía seres especiales que serían recibidas con honores en el mundo de los dioses. Esa creencia ancestral de la vida en el más allá era algo que como cultura se mantenía firme. No obstante, la naturaleza humana hacia tenerle miedo al dolor, miedo a ser sacrificadas. Cuando alguien era conducido al altar de los sacrificios, podían suceder que su cuerpo fuera entregado a los dioses, que se eternizara su alma en el cosmos. Se tenía una gran convicción  que los sacrificios eran del gusto de algunas deidades. En algunas oportunidades se practicó el auto sacrificio, en este caso de manera voluntaria las doncellas se hacían perforaciones en diferentes partes del cuerpo para ofrecer algo de su sangre a los dioses.

Para todas las doncellas que estaban en esta prueba de valentía, lo que les dio un temor muy grande, era ir con los ojos vendados y acompañadas de un verdugo. Sabían ellas que cuando eran acompañadas por un verdugo, este ya estaba totalmente instruido para realizar un sacrificio humano, ofreciendo el corazón a los dioses.

Aquetzalí, estaba temerosa, pero de la misma forma que confió en la diosa Ixchel, para elaborar su lindo traje, buscó que esta diosa del amor le dijera qué debía hacer.

-Divinidad excelsa, reina del cielo y de la tierra, amada Ixchel, dime qué hacer para quitar este temor de mi corazón - clamaba la doncella.

La diosa Ixchel, ya había decidido ayudar a Aquetzalí, a quien consideraba una doncella linda, inteligente, valiente y además reconocía que era la mujer indicada para Akbal. La diosa Ixchel se le presentó en un sueño y se comunicó con la doncella a la cual le dejó el siguiente mensaje:

-Debes obedecer al rey y su consejo, ve sin temor hacia el lugar de los sacrificios, y entrega tu alma a los dioses, serás protegida, serás amparada, mi fuerza te acompañará, pero cuando seas la reina, deberás acudir constantemente a mí, y yo guiaré tu mundo, si te apartas de mí, tu reinado puede perecer -dijo la diosa.

Todas las doncellas fueron conducidas por su verdugo, tal y como lo había dicho el rey y su consejo, pero rápidamente se comenzaron a escuchar gritos de miedo, muchas doncellas temblaban y perdían el control de sus emociones aterradas por el temor. Algunas lograron quitarse la venda y suplicar que no las llevaran. Conforme iban avanzando el rey descartaba a aquellas doncellas que no mostraban valentía. Al altar del sacrificio solo llegaron dos, una de ellas era Aquetzalí, que seguía serena recordando el sueño que había tenido con la diosa Ixchel.

Cuando llegaron al altar fueron colocadas en posición de sacrificio las dos doncellas, pero una de ellas entró en pánico cuando sintió que el verdugo levantó sus manos para perforarla.

Aquetzalí, pensó en todo lo que había soñado con la diosa Ixchel y mantuvo la calma, sintió muy cerca al verdugo que levantó sus manos con el arma afilada, pero no se movió. Akbal que presenciaba  la escena dio  dos palmadas y la doncella sintió que alguien le quitaba la venda de los ojos, a su alrededor había muchas personas de la nobleza, el rey vestía atuendos de gala y todo el consejo escuchó como el rey Akbal se dirigió a su pueblo para decirle que Aquetzalí, esa doncella hermosa, inteligente y valiente, era la seleccionada para ser la reina de Kumal.

Una enorme ceremonia de invocación y agradecimiento a los dioses fue ofrecida. La danza de jóvenes hizo alusión a los cuatro puntos cardinales y a los cuatro colores del maíz que fueron ofrecidos. La música de tambores, chirimías y tzijolaj, se hizo escuchar, y las vidas de estos seres se unieron con la bendición de los sacerdotes.

La vida de la pareja real era formidable. Aquetzalí sabía que el rey buscaba su descendencia y que en cualquier momento tendría que anunciar que había quedado encinta. Ella amaba tanto al rey y el rey a su reina. El desarrollo de Kumal era más notorio, el rey se convirtió en un gran gobernante, lleno de felicidad, benefactor de todos, buscaba que su ciudad estuviera siempre hermosa. Grandes fiestas se realizaban en honor a los monarcas a quienes lo pobladores consideraban esos dioses que cuidaban de ellos.

El mismo consejo estaba muy complacido de tener ese aporte de la reina, ellos veían como Aquetzalí se involucraba más y más en ayudar en el crecimiento y desarrollo de Kumal.

La reina se ocupó tanto de sus oficios de reina, que olvidó a su guía espiritual a la diosa Ixchel, que le había dicho que no la olvidara, que ella se iba a convertir en esa guía en toda su vida, pero Aquetzalí se le olvidó esa parte importante.

La bella ciudad de Kumal, tenía de todo, el consejo del rey estaba más que satisfecho por esa unión entre el monarca y Aquetzalí. La nueva reina se preocupó del ornato, de los más pequeños, que existiera mucha paz y tranquilidad entre las familias de Kumal, adorada como nadie, todos los pobladores agradecían a los dioses que les hubiese dado una reina con tantas virtudes y bondades como las que tenía Aquetzalí. Esos primeros años de la presencia de la hermosa reina, fueron de beneficio para todo Kumal. Ella se ganó el cariño y reconocimiento de todos por ser como era, valiente, bella e inteligente.

Fue un sueño ese canal para que el rey Akbal dejara de ser el rey perfecto. Ese pensamiento en lo ecúmene que se concretiza en lo finito y perecedero o lo anecúmene en referencia a lo infinito e imperecedero, tomando al cuerpo humano dentro de esa concepción de tener una parte que se desvanece y otra que será eterna, cuerpo, alma y espíritu.

El rey era poseedor de una tercera alma, solo los gobernantes la tenían, las personas normales no. Esa tercera alma de los gobernantes era utilizada para proteger a su pueblo de alguna invasión, pero también lo hacían conocer más que los demás, ver lo que los demás no ven.  De ahí que Akbal cuando dormía salía como espectro para proteger a su pueblo. Y para cuidar de su reina, a la que podía contemplar por dentro y por fuera, su visión podía detectar si la reina le daría un heredero o no.

Fue por esos poderes que un día amaneció como loco, buscó El Ahúacan y le dijo lo que había visto en el vientre de la reina. Estaba feliz, pero no sabía si era una niña o un niño, pero para él era motivo de hacer una fiesta, de celebrar que su heredero venía en camino.

Kumal estaba de fiesta, el olor a pom se esparcía por toda la comarca, los hombres jaguares hacían una danza en el centro de la hermosa selva, los sonidos de instrumentos musicales en las hábiles manos de mancebos, hacían eco en las paredes de las grandes montañas, se encendieron fogatas para iluminar la noche y agradecer a los dioses. El alimento sagrado se repartió en sus múltiples formas, para aquellos que se unían a la celebración. Las más suculentas carnes de animales se sirvieron para celebrar que el vientre de la reina estaba ocupado.

El anuncio de que un ser estaba en el vientre de la madre, para la nobleza era motivo de una celebración especial; los ritos acostumbrados de los pueblos eran un desborde indescriptible de manifestación cultural, ceremonias, danzas, trajes hermosos, exquisitos platos de comida, música de viento que acariciaba las almas, los tambores sonaban espléndidamente y daban el aviso de que pronto vendría, un nuevo ser, máxime si se trataba del hijo del rey, al que esperaban como se espera a un heredero real.

El Rey Akbal era el ser más feliz, celebraba la fortuna de traer al mundo al heredero real, a ese varón que sería quien le sucediera, su algarabía era grande y lo demostró con esa magna celebración, desde ya estaba presentando al pueblo al heredero, su euforia lo hacía ver hacia el futuro, donde su linaje se perpetuaría.

La madre se llenó de gozo cuando supo que llevaba en su vientre un ser que el rey anhelaba, un ser que el pueblo esperaba para ser su gobernante, cuantos meses de alegría, cuantos momentos de felicidad que desaparecieron en un instante, cuando el chamán movió la boca y dijo:

- “El rey espera la fuerza de un jaguar, la sagacidad de un macho, pero allá está escrito que es un ser diferente, bella como las flores e inquieta como el río, tierna como la luna y justa como la naturaleza”.

El Rey se quedó callado ante el anuncio, pero en su rostro se reflejó una profunda decepción, subió a la parte alta del templo, se hincó para pedirle a los dioses que cambiaran el presagio de ese chamán, pero la respuesta que encontró fue la misma, el chamán tenía razón, el vientre de la reina estaba ocupado por una linda princesa.

 

 

 

 

 

 

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