-Solo a ti se te ocurre pedir una hamburguesa en un restaurante y más en un almuerzo de empresa - escuchó a Nore regañar en voz baja a Sharon que solo mordía una larga patata frita con burla escuchando su queja. - ¿No podías pedir algo más normal? Estoy segura de que luego comerás otra y eso no es nada sano ¿sabes el impacto que... Si Ricardo había estado a punto de morir por un comentario hace una hora, no quería saber qué le pasaría a Sharon por meter en la boca de Nore la patata frita mordida por ella para silenciarla. Por si acaso levantó su copa con vino de la mesa, apartando lo que verdaderamente le importaba y no quería que sufriese daño. -Así, muy bien. Siente el colesterol en tus limpias arterias - Sharon voz siniestra ignorando la mirada asesina de Nore. -Te juro que voy a matarte. -Sharon deja de molestarla - pidió Gabriel. - Nore es muy estricta con su comida. -Pero si se está relamiendo - acusó señalándola. - Aunque seguro que es porque tiene mis babas
-Lo sé, pero no seré hipócrita al decir que no es motivante vencer y más por un error suyo. -Entiendo, la ha fastidiado - aceptó recostándose en la silla. - Si fuese un caso diferente, aunque todo apuntase en su contra pondría la mano en el fuego por Sharon, es astuta - halagó. - Pero no tiene los suficientes conocimientos, como tú. -No me ha dado ventaja, ha sentenciado el juego más de lo que estaba - vio la mirada conforme de su padre. Le contó a su padre sobre la comida de ayer, hasta la interrupción donde ninguno tuvo ganas de terminar de comer al ver a la CEO de Tacarigua salir corriendo del restaurante con Sharon detrás. Ninguno sabía bien qué había pasado, pero Gabriel era capaz de jugarse el brazo por Cristina, ella jamás cometería ningún plagio. -Tacarigua ha recibido muchas denuncias en todos sus años, pero nunca por plagio - pasó su padre sus dedos índice y pulgar por la barbilla. - Sharifa va a perder la cabeza cuando se entere. -Sinceramente pensé que
Tiró de su mano mientras Juan escuchaba a sus neuronas gritar en pánico por estar dándole la mano. Se dejó guiar por la ilusionada rubia que si bien parecía haber venido más de veinte veces al estadio, no podía ocultar su emoción al estar de nuevo ahí. Algunas personas la reconocían, girándose para ver mejor a la CEO unos segundos antes de volver a su propia ilusión por su equipo. Juan agradecía que esta vez el principal espectáculo que requería su atención fuese ver el partido y no asombrarse porque de nuevo la prestigiosa arquitecta parecía una chica normal. -Podríamos colarnos - murmuró Cristina viendo la gran cola en una de las taquillas. - Pero quiero disfrutarlo como siempre. -Hoy eres una admiradora más de... Kroos - se asomó de nuevo a su espalda viendo el nombre de la camiseta. - No la CEO que podría hasta cerrar el estadio para ti sola. -Tentador - bromeó. - Pero me gusta el ambiente revuelto. A medida que se acercaban a paso lento por la cola al estadio,
Desde el principio sabía que dirigir una empresa no era fácil, pero no podía evitar dudar si alguien había acabado echándole un mal de ojo; tantos problemas seguidos no podían ser normal. Lo que más le causaba impotencia de la situación actual en Tacarigua era que por más que hubiese hecho perfectamente su trabajo, esto había sido algo que no pudo controlar ni remediar. Jorge estaba a su lado comparando ambas copias de los planos, la primera de ellas y supuestamente la original, había sido claramente trabajo de ambos, no de otra empresa. Había pasado toda la mañana y parte de la tarde en reuniones con los organizadores del pequeño concurso, explicándoles hasta la saciedad que ambos bocetos son propiedad de Tacarigua y ellos habían sido a los que les habían plagiado, no al revés. Por supuesto que no les creyeron. El tiempo jugaba contra ellos, el robo de sus planos había sido presentado en el periodo en que Cristina realizaba las últimas modificaciones como si fuese obra propia
Lamentaba el día que dijo que cuanto más denunciasen a Tacarigua, mejor para ella, más diversión y ver caras fastidiadas por tener que postrarse a los pies de la mejor abogada del país. Ese regocijo no valía la pena comparada con todo el trabajo que tenía encima, había perdido la cuenta de las horas que había pasado en su despacho y eso, siendo Sharon, era bastante raro; nunca estaba más de una hora y media seguida. Ahora podría llevar cinco horas tranquilamente. -Me cago en mi padre y en el día en que pensé que ser abogada era divertido - maldijo mirando al techo con agonía. - No, qué coño, ser abogada es caliente, todos piensan que soy caliente. Solo le quedaba animarse ella misma, nadie iba a hacerlo si no. Su perpetua condena mental estaba motivada por el intento fallido de noche esporádica con una de las chicas a las que siempre recurría para liberar tensión. No se había quedado a mitad, claro que no, porque ni siquiera pudo empezar. Su experimento resultó ser todo un
-No despiertes lo que no sabes controlar, doña perfecta - advirtió viéndola apoyada en su escritorio sin quitarle tampoco la mirada de encima. -Tengo curiosidad de cuántas habrán pasado por aquí - comentó ignorando su advertencia. -Muchas - respondió sin filtro. - ¿Puedes ser la mejor? - retó. Le encantaba ese brillo peligroso en la mirada de Nore, mirándola desafiante y con hambre al igual que Sharon. Siguió desde su posición las manos de Nore desabrochándose lentamente la camiseta, solo para sacar de quicio a Sharon y realmente lo estaba consiguiendo; la imagen de la chica que ponía todo su mundo de cabeza con la camisa medio abierta esperando por ella era lo más excitante que habían visto sus ojos. La poderosa empresaria era toda una provocadora y la ojiazul amaba eso de ella. -Puedo demostrártelo. La ausencia de la sonrisa de Cristina al dar los buenos días al llegar dejaba claro que su enfado no había disminuido ni un poco. Tampoco miró hacia la mesa de Juan,
-Un estilo clásico y barroco que ya no vende, un estudio con unas deudas catastróficas que no avanza porque su líder es incapaz de reinventarse y vive anclado en la arquitectura antigua - habló su jefa sin apartar su mirada furiosa. - Hace veinticinco años comenzó su declive con la aparición de mi madre. Sus clientes le fueron abandonando, maravillados con los diseños de mi madre y usted, el gran arquitecto de la época cayó en el olvido. ¿Es alguna clase de venganza? Por primera vez desde que llegó pudo ver cómo el rostro del viejo hombre quitó su sonrisa prepotente y segura cambiándola a una furiosa. Juan solo quería irse, ni el morbo de enterarse de la conversación era suficiente ante la incomodidad y tensión a la que estaba sometido, parecía que nadaba entre dos tiburones blancos luchando por el liderazgo. El ojiverde sería como una perdida sardina a su lado, demasiado pequeña como para que reparasen en su presencia, pero estaba ahí. -No voy a negar de que enterarme que Tac
-Esperaré, no tengo prisa. -Se pelean por mí - vio a Ricardo codear a Miranda. - Aprende o me perderás como tu amante. -Llévatelo y no hace falta que me lo devuelvas - le dijo la morena a la CEO de Trivio. -A mí también me puedes secuestrar - se incluyó Sharon. -A ti no me interesa secuestrarte. -Golpe bajo - hizo una mueca exagerada Juan. - No te vas a recuperar nunca de este duro golpe, Sharon. Ahora comprendía por qué Cristina necesitaba a Ricardo para ver las grabaciones, el moreno había adelantado, atrasado, acelerado, ampliado y repetido algunas secuencias muchas veces, haciendo caso a las exigencias de su jefa y a cualquier comentario del resto si veía algo extraño. -¿Pero cuántas veces tomas tú café al día? - preguntó Jorge viendo las imágenes de la sala común donde de nuevo volvía a aparecer Ricardo acosando a la máquina de café. -Si me arruino será por su adición - comentó Cristina. - Adelanta un poco, hay como veinte secuencias tuyas iguales.