-Puedo pedirle a Ricardo que haga una vitrina ¿te gustaría? - sugirió Juan mientras daba la vuelta a los dos premios que había recibido Cristina. - Para que los vean todos, así te luces. -Llegan a ser tuyos y no dirías de lucirlos - le respondió suspicaz y el chico formó una mueca avergonzada. -Me gusta que luzcas tus logros, además... - se acercó a su oído como si fuese a decirle un secreto de Estado. - El diseño de los premios son más bonitos. -Yo también me di cuenta - concordó escuchando su risa. Premio estrella emergente, ese fue el primero que recibió, no dudaba que era la clara favorita a ganar y el tiempo le dio la razón. Aunque se lo esperase, estaba bastante emocionada, casi ni pudo hablar, seguramente fue el discurso más lioso que había dado pero cualquiera se daría cuenta de que era a causa de la emoción. Pensó que iba a ser el único que recibiría, pero tras tres premiaciones más, recibió el que sin duda era su favorito: Promoción del espíritu empresari
- ¿Has visto a Nore? La perdí de vista - apareció Sharon a su lado. - Me atrajo completamente un menú degustación de aperitivos. Como si no acabasen de cenar hace media hora. -La gran y temida Sharon Lopez, es un honor conocerla - habló uno de ellos al verla al lado de la arquitecta. -Lo sé, me lo suelen decir, pero estoy ocupada, muchachos - les cortó su intento de iniciar una conversación. - ¿La viste? -Se fue ya, Juan y yo la vimos salir hace unos minutos - Sharon soltó un bajo gruñido y Cristina sujetó su brazo. - Déjalo ya, no desemboca en nada. O al menos vigila lo que dices, Sharon, así no se conquista a nadie. -Claro es que es mucho mejor jugar a la jefa y el asistente que van a comer helados y pasean por Londres - respondió en un susurro con sarcasmo. Cristina sintió su rostro enrojecerse bajo la mirada victoriosa de Sharon. -Tú tienes tu forma cursi de mierda y yo la mía, no me digas cómo tengo que conseguir a Nore en mi cama, hermana. -Yo no...
Debía ir poco a poco con Nore, eso es algo que tenía asumido y ahora también parecía que debía mantener ese pausado ritmo. Nore no la echó de su lado, parecía cómoda con pequeñas conversaciones puntuales, pero no la veía dispuesta a darle un beso en el cuello otra vez. Debería venir con un manual que le explicase cómo entender a Nore y a su cabeza. Aun así tenía suerte de que disfrutase hasta solo hablar con ella, sino hace tiempo que se habría ido a buscar diversión por otra parte, eso hubiese hecho si no la hubiese conocido. -¿De verdad tu profesora de derecho romano te dijo que no llegarías a nada? -Lo hizo, valiente perra que era conmigo - recordó con asco a aquella mujer. - Gabriel ya estaba varios cursos adelantados, aunque soy la mayor entré más tarde, ya lo sabes, y bueno, era un cambio de calidad bastante grande para compartir apellido. Me trataba como la desgracia de los Lopez, tampoco estaba muy equivocada en su momento. Ahora sí. -Lo estaba - le corrigió con ra
Disfrutó al ver cómo la sonrisa segura de Nore cambiaba a una mueca de sorpresa cuando su mano alcanzó el punto más alto entre sus piernas, haciendo una leve presión que le dejaba en claro que hoy por fin era Sharon quien llevaba el control. El calor ascendía cada vez más en la iluminada habitación, tanto que hasta cuando acabaron sin ropa seguía percibiendo un sofoco casi asfixiante que solo podía remediar fundiéndose en el cuerpo de Nore, como tantas veces había deseado sin descanso. Ya podía estar segura de que no estaba soñando, jamás un sueño se sintió tan real. Observaba sin reparo la figura de Nore bajo ella, ambas manteniendo una guerra de miradas donde ninguna perdía, esa noche ninguna podía darse por insatisfecha. Sharon volvió a tumbarse sobre Nore, sintiendo en su espalda las suaves caricias de la CEO que necesitaba atesorar en su memoria. Su cuerpo era una auténtica escultura, cada pequeño detalle, curva o lunar, la atraía como un oasis en el desierto. -Ha
- ¿Qué te acabo de decir? - sujetó Nore su brazo con fuerza mientras Gabriel llevaba sus maletas hacia dentro del avión. -Se dio cuenta sola, no puedo luchar contra la inteligencia de Cristina - se excusó, aunque a su mejor amiga sí pensaba decírselo. - Culpa tuya, por no dejarme cambiarme. La ignoró, subió al avión detrás de Gabriel que no paraba de hacerle preguntas sobre si se encontraba bien, parecía ser que el que Nore llegase tarde era todo un acontecimiento inconcebible. -Jamás pensé que lo conseguirías - susurró Cristina. - Pero te sirve esta vez como disculpa por llegar tarde. -Hasta que no tenía la cabeza ahí abajo ni yo misma me lo creía - recibió un golpe en su brazo de su amiga. - Llevo como veinte hostias hoy, voy a empezar a poner órdenes de alejamiento. -No lo harías, me adoras - le guiñó un ojo con diversión. -A ti no, a Nore sí - la picó viendo su mirada indignada. - La quiero muy cerca, ya sabes. -No quiero detalles. -No iba a dártelo
Le extrañó que su madre eligiese que comiesen en su descanso dentro del restaurante y no fuera, siempre disfrutaban del paisaje, ya sea observando Jardín del Turia o los rascacielos de Venecia como si no los hubiesen estado viendo toda su vida, manías de los Castillo. Sus dudas se despejaron cuando vio a su padre sentado al lado de Sharifa, con un gorra azul marino que ponía >. -Iba a informaros de que Cristina había ganado, pero creo que ya lo sabéis - bromeó Jorge sentándose frente a sus padres. -¿¡Ha ganado!? - exclamó su padre y Jorge le dijo los dos premios. - ¡Mi hija es una campeona! - exclamó en medio del restaurante abriéndose la chaqueta de chándal bajo la cual tenía una camiseta blanca con la cara de Cristina y un emoticono de un gorro de fiesta encima. -Carlos súbete la cremallera y deja de avergonzarnos en medio del restaurante, por favor - pidió Sharifa en un susurro bajo cubriéndose la cara con disimulo. - No quiero más escándalos. Y quítate
No recordaba haber tenido la cabeza tan saturada jamás, ni siquiera en una época difícil con mucho trabajo y problemas en Trivio, lo curioso era que tampoco había sentido tanta adrenalina en su vida. La confusión la desconcentraba al mismo tiempo que la liberaba. Aún sin haber llegado a la puerta escuchó los ladridos de sus perros, oliéndola y reconociendo sus pasos, también escuchaba la voz de Samir Berroteran quejándose porque le estaban rayando la puerta. Aceleró el paso casi de forma inconsciente, no queriendo perder más segundos sin abrazar a los que consideraba sus compañeros de vida. Ahí estaba la CEO de Trivio, perdiendo toda su elegancia y entereza arrodillada en el suelo acariciando y abrazando a sus perros como si no los hubiese visto en meses cuando en realidad habían sido únicamente casi tres días. Apoyó la cara en el lomo de Aurum, notando a Argentum lamer su mejilla mientras ladraba con la misma felicidad que sentía ella; su mente despejada y renovada en esos se
-Por nada no, esas ojeras son de horas dándole al tema - le señaló Samir la cara. -¿Quieres parar? - regañó Nathan. -No. - Sonrió con alevosía antes de centrar su atención de nuevo en Nore. - ¿Cuándo la vuelves a ver? ¿Habéis quedado? -No creo que vuelva más a mi despacho, antes venía casi todos los días - recordó aguantando la leve sonrisa que parecía que iba a formular. De verdad que había pasado de considerarla un incordio a esperar sus visitas. - Pero la veré, es la abogada de Cristina y suele estar por Tacarigua, será hasta que demos por finalizado el proyecto. Y... dioses, la he contratado. Nathan parecía mucho más interesado en todos los avances que había hecho con Sharon como abogada en el tema de Héctor que el que hubiesen pasado la noche juntas. Escuchaba atentamente todo, hasta parecía de acuerdo en las sospechas de Nore de que el rubio robaba en Trivio aprovechando su posición de poder. La duda de cómo miraría ahora a Sharon a la cara asaltaba a Nore, s