La música caribeña y la explosión de colores y flores no era algo a lo que estaba acostumbrado, no recordaba cuándo fue la última vez que se sentó en uno de los altos taburetes de la barra de cócteles que le daba un aspecto inocente al Coderex. La mayoría vestidos con ropa de playa, pantalones cortos o faldas, un ambiente que se le hacía tan extraño al ver sobre ellos el cartel con el nombre del local. La gente cantaba y bebía, todos tan animados por el frescor agradable de la brisa marina gracias a la buena localización del Coderex que ni en sus mejores sueños, ni la mente más oscura, podría imaginarse lo que de verdad se cocía bajando las escaleras. Incluso Juan, gran amante de la playa y todo lo que conllevaba, se sentía extraño entre tanta armonía, solo respiraba frescor y un suave olor a alcohol, nada en comparación con el aire pesado y penetrante de su zona del Coderex. -Abasi Martinez ¿qué haces aquí? - habló Diosdando acercándose a él tras servir dos nuevos margari
Lo había dado por hecho, incluso pensó que la última vez, mientras él había disfrutado de lo lindo tocándola, ella no lo había sentido igual. Habían pasado tantas semanas donde solo la veía en el trabajo que el Coderex había vuelto a tener esa monotonía agradable de siempre al hacer algo que le gusta, nadar, pero notaba muchísimo la falta de Cristina Castillo. -Haz que merezca la pena que haya vuelto. Jamás sintió el aura del Coderex tan fuerte como ahora. Se sintió completamente mareado por el ambiente y por Cristina, escuchaba de fondo a su cerebro y conciencia gritarle que no siguiese pero percibía el calor del alcohol en su cuerpo aún sin haber bebido y el deseo recorriéndole de arriba abajo. Nadie tiene más poder que el Coderex. En el momento en que llegas, te asfixia de placer hasta el alma, anulando tu raciocinio como la más fuerte droga y es ahí, cuando te darás cuenta que jamás has sentido tanto, hasta ahora. La espalda de Juan chocó contra la puerta nada más
Llegó a pensar que iban a ir en un avión normal al entrar en el aeropuerto, pero Cristina le reveló que solo era para esperar a que estuviese listo el verdadero avión privado. Le hacía ilusión montar en uno, pero luego de pensar que estaría quizás seis horas ahí dentro, se le quitaban todas las ganas. -Mándame un mensaje cuando llegues y no como Ricardo que llama desde un número oculto para decirme que el avión se ha estrellado - advirtió Miranda mirando de reojo al latino, aún teniéndole recelo por aquella broma de mal gusto. - Y no te separes de Cristina, no quiero que me llames porque te perdiste en Londres. -Pareces mi madre. -Tranquila Miranda, le tendré vigilado en todo momento como a... - apartó la vista de la relaciones públicas unos segundos - ¿¡Dónde se ha metido Sharon!? -Estamos a tiempo de coger un vuelo a Londres, ya sabes para cuidar a nuestro pequeñín - le dijo Ricardo a Miranda apretando la mejilla de Juan. -Me voy dos días solo. -A ti con dos
-Son mejores amigas, pero se llaman hermana casi siempre, muchos años - le respondió de muevo Gabriel en un tono calmado. - Tengamos el viaje tranquilo, por favor. Estaba seguro que no se apresuraba al sacar conclusiones pero a Juan no le cae bien Héctor. No se veía a sí mismo cambiando de parecer en un futuro próximo. Irónicamente hasta que no sintió la elevación del avión, ni se dio cuenta de que se estaba moviendo. No se parecía a todas las veces que había volado en avión donde además de hacer un ruido espantoso, parecía que estaba sentado sobre una taladradora gigante antes de que despegase. Por la revelación de Gabriel sobre su hermana, Juan no pudo evitar mirarla aprovechando que estaba enfrente. A medida que la inclinación se hacía más notable, la ojiazul apretaba su mano en el asiento de forma tan silenciosa que nadie excepto él y Cristina, que también la observaba, se estaba dando cuenta. -¿No sería mejor que se tomase alguna pastilla de esas que duermen? Como
Incluso ella misma se miró con rapidez hacia su vestido morado tratando de encontrar lo que causaba la sorpresa desmedida de Gabriel, un acto involuntario que terminó con un chasquido de dedos frente al rostro de su amigo para que volviese a ser el de siempre. -Si quieres halagar a una chica, estar tan sorprendido de que esté guapa no es un buen empiece - respondió viendo un pequeño rastro de vergüenza ahora en Gabriel. -No, no, es decir, siempre has sido guapa pero no espere que tan... -No lo estás arreglando. - Gabriel pasó su dedo índice y pulgar por sus labios simulando cerrar una cremallera. Sí, la mejor opción para él ahora es estar callado. - Me compadezco de Miranda, lo que tiene que aguantar. Lo que más le gustaba de la organización de este año es que el tedioso evento se realizaba en una amplia sala en ese mismo hotel, por lo que Nore ya estaba vislumbrando una huída rápida tras los premios donde pudiese evitar otra ronda de conversaciones por obligación con
-Gabriel, para - cortó su parloteo. - Disfruto la compañía de tu hermana, te lo he dicho. La sé llevar mucho mejor que antes - aseguró y le vio asentir con un poco de disgusto. - ¿Qué te pasa con tu hermana, Gabriel? Se nota que la quieres, pero luego... la tratas como un peligro humano. Solo hablaba conmigo, tampoco tenías por qué meterte. -Me llevo bien con Sharon la mayor parte del tiempo y sí, la quiero, no te has equivocado - respondió sin mirarla, pero el silencio de Nore le instaba a seguir hablando en busca de la explicación que pedía, - pero no es trigo limpio, soy lo suficientemente maduro como para aceptarlo aunque la quiera. Créeme, alguien como ella... no, no querrías establecer ni una amistad con alguien así. No tiene tus ideales. -¿Qué ha pasado entre vosotros? - Gabriel no respondió, solo la miraba. - Si no vas a responder, déjame sacar a mí misma las conclusiones entonces. Se mantuvo en silencio al lado de Gabriel, incluso había perdido de vista a Sharon d
-No puede ser, otra vez no - susurró Gabriel con pereza y le señaló con la mirada a Nore a la mujer que se acercaba a su mesa con claras intenciones de sentarse. -Pero qué casualidad, estamos destinados - sonrió con ilusión la dueña del catering que había querido marearles la cabeza antes. Iba con su asistente, la chica que previamente les presentó y Nore ignoró aprenderse su nombre, igual que el de su jefa. No hacía mucho, tampoco hablaba, había visto que su única función era de expendedor de tarjetas para que su jefa las fuese repartiendo tratando de colgarse de alguna gran empresa. -¿Ya tienes el discurso preparado? - le preguntó Sharon dando por hecho que ganaría. Asintió. - No se te ve emocionada. -No lo estoy, hay un premio que en vez de tener mi nombre debería ser hacia mi empresa - concordó con una mueca de desagrado. - Es como si me felicitasen únicamente a mí cuando el éxito de Trivio ha estado repartido en el proceso de su crecimiento. Miguel por ejemplo, me
-Puedo pedirle a Ricardo que haga una vitrina ¿te gustaría? - sugirió Juan mientras daba la vuelta a los dos premios que había recibido Cristina. - Para que los vean todos, así te luces. -Llegan a ser tuyos y no dirías de lucirlos - le respondió suspicaz y el chico formó una mueca avergonzada. -Me gusta que luzcas tus logros, además... - se acercó a su oído como si fuese a decirle un secreto de Estado. - El diseño de los premios son más bonitos. -Yo también me di cuenta - concordó escuchando su risa. Premio estrella emergente, ese fue el primero que recibió, no dudaba que era la clara favorita a ganar y el tiempo le dio la razón. Aunque se lo esperase, estaba bastante emocionada, casi ni pudo hablar, seguramente fue el discurso más lioso que había dado pero cualquiera se daría cuenta de que era a causa de la emoción. Pensó que iba a ser el único que recibiría, pero tras tres premiaciones más, recibió el que sin duda era su favorito: Promoción del espíritu empresari