- ¿Alguno falta? ¿Todos me enviaron el documento que pedí? - preguntó a todos y ninguno respondió. - ¿Los contaste, James? -Sí, están todos, pero aún no... -Los ordenarás luego, no te preocupes - le calmó antes de dirigirse de nuevo a los arquitectos. - Buen trabajo, chicos. Luego del descanso para comer, de forma ordenada van abandonando su puesto, tienen hasta las cinco para salir de Presture. Están despedidos. Como si fuese un aspersor de un parque, Ryan escupió todo el café al suelo nada más escucharla. Miró a James en busca de explicaciones y luego a Chloe, pero ambos estaban con la misma cara de perdidos, al contrario de Cristel que seguía con su inmaculada sonrisa. Ningún empleado había hablado aún, algunos seguían sentados y otros de pie mirando a Cristel esperando que se riese y dijese que era una broma, al igual que James. Pero eso jamás pasó. Vio a dos de seguridad colocarse en el pasillo de brazos cruzados, alerta por si alguno cuando empezasen a reaccionar
-Lo pensé mejor esta mañana y no tenía sentido, no puedo venir aquí a decirte que está refrescando cuando ahora tengo calor. Es algo curioso, solo me pasa cuando estás cerca - respondió con picardía. - Pero los astros se alinearon y traigo el contrato con la floristería Ogigia, Cristel y tú tenéis que firmar. -Esto es tan profesional viniendo de ti que me pilla por sorpresa - jugó mientras cogía el contrato. - Necesito tiempo para leerlo antes de firmar. -Hazlo ahora, prometo que cerraré la boca. Además aprovéchame, si no entiendes algo, me tienes aquí. No se fio en que se callase, eso no concordaba con Shane, pero al paso de diez minutos donde estuvieron en completo silencio, comenzó a ver que en temas laborales, sí podía ser bastante centrada. Hélida ahora era la despistada, por más que leía no podía evitar mirar de reojo a Shane, distrayéndola por completo aunque no estuviese haciendo nada. Anoche. Toda su escasa concentración desembocaba en las pocas horas que estu
-El favorito debería ser yo - se unió Jorge. - Soy el único que trabaja aquí sin cobrar. -Eso es de gilipollas, no de favorito - fue la única participación de Shane en la conversación antes de volver a ponerse los auriculares simulando que no estaba escuchando. En pocas horas tenía un juicio y para sorpresa de nadie, en vez de estar repasando su defensa como había visto hacer mil veces a Gadel e incluso hace años al propio Mike, estaba tirada en el despacho de Cristel sin hacer absolutamente nada. No sabía si era exceso de seguridad en sí misma o un buen truco para no tener nervios, lo importante es que le funcionaba. -Elija al favorito antes de que esto se convierta en una pelea de machos - insistió Ryan simulando sacar el músculo que no tenía. -Mi favorita soy yo, chicos - rebeló con diversión. - Pero buen intento. Miró unos segundos fuera de su despacho, todos trabajando y algunos hablando entre ellos pero sin quitar su atención de su tarea. Estaba bastante orgu
-Ya vas aprendiendo sobre el marketing - felicitó Cristel revolviendo el pelo de su hermano pese a sus quejas. - Y sí, se lo diré. El único problema es que no le conozco pero tendré que vigilar a Shane para que no abra la puerta de emergencia durante el vuelo y le lance. No se llevan muy bien. -Pensé que expulsar a alguien del avión en mitad del vuelo era sinónimo de cariño - habló James de forma divertida pero el ver el ceño fruncido de Cristel puso cara de susto. - Perdón, no dije nada. Volvió a concentrarse en el plano de la casa de campo junto a su hermano. Cada vez que veía lo bien que trabajaban juntos lamentaba que no haya podido convencerle de quedarse de forma permanente en Presture. Dudaba que después del enorme trabajo con el proyecto de Hélida y este, quisiese seguir ayudándola, aceptaba, aunque no le gustase que ya era su momento de buscarse la vida. -Su madre nunca me llevó a una entrega de premios - murmuró de forma nerviosa James pasando su mano por esa mar
-Si a Hélida le duelen los pies te aseguro que no dirá nada, antes muerta que mostrar debilidad - concordó con un pequeño deje de admiración. - Puede estar sangrando que igualmente se pondría a correr si es necesario. Eso era otra característica que Chloe y Hélida tenían diferente, aunque hiciese memoria era imposible para ella recordar cuántas veces se quejaba con Ryan y James de que le dolían los pies. Ambos se merecían un pedestal por aguantarla tanto. En su graduación de la universidad fueron ellos dos como era lógico, también a la fiesta de después, donde terminaron cada uno con un tacón de Chloe y ella en sus zapatos de chico tan cómoda como nunca a las cinco de la madrugada. James iba descalzo de un pie y llevaba el tacón de Chloe en la mano, Ryan en cambio, se lo puso. Y lo rompió. Ninguno lamentó la pérdida. -Yo era de las que pensaba que salías con Hélida. -No me sorprende, es un rumor que nos ha perseguido todos estos años de amistad. Simplemente lo ignoramo
La música caribeña y la explosión de colores y flores no era algo a lo que estaba acostumbrado, no recordaba cuándo fue la última vez que se sentó en uno de los altos taburetes de la barra de cócteles que le daba un aspecto inocente al Coderex. La mayoría vestidos con ropa de playa, pantalones cortos o faldas, un ambiente que se le hacía tan extraño al ver sobre ellos el cartel con el nombre del local. La gente cantaba y bebía, todos tan animados por el frescor agradable de la brisa marina gracias a la buena localización del Coderex que ni en sus mejores sueños, ni la mente más oscura, podría imaginarse lo que de verdad se cocía bajando las escaleras. Incluso Juan, gran amante de la playa y todo lo que conllevaba, se sentía extraño entre tanta armonía, solo respiraba frescor y un suave olor a alcohol, nada en comparación con el aire pesado y penetrante de su zona del Coderex. -Abasi Martinez ¿qué haces aquí? - habló Diosdando acercándose a él tras servir dos nuevos margari
Lo había dado por hecho, incluso pensó que la última vez, mientras él había disfrutado de lo lindo tocándola, ella no lo había sentido igual. Habían pasado tantas semanas donde solo la veía en el trabajo que el Coderex había vuelto a tener esa monotonía agradable de siempre al hacer algo que le gusta, nadar, pero notaba muchísimo la falta de Cristina Castillo. -Haz que merezca la pena que haya vuelto. Jamás sintió el aura del Coderex tan fuerte como ahora. Se sintió completamente mareado por el ambiente y por Cristina, escuchaba de fondo a su cerebro y conciencia gritarle que no siguiese pero percibía el calor del alcohol en su cuerpo aún sin haber bebido y el deseo recorriéndole de arriba abajo. Nadie tiene más poder que el Coderex. En el momento en que llegas, te asfixia de placer hasta el alma, anulando tu raciocinio como la más fuerte droga y es ahí, cuando te darás cuenta que jamás has sentido tanto, hasta ahora. La espalda de Juan chocó contra la puerta nada más
Llegó a pensar que iban a ir en un avión normal al entrar en el aeropuerto, pero Cristina le reveló que solo era para esperar a que estuviese listo el verdadero avión privado. Le hacía ilusión montar en uno, pero luego de pensar que estaría quizás seis horas ahí dentro, se le quitaban todas las ganas. -Mándame un mensaje cuando llegues y no como Ricardo que llama desde un número oculto para decirme que el avión se ha estrellado - advirtió Miranda mirando de reojo al latino, aún teniéndole recelo por aquella broma de mal gusto. - Y no te separes de Cristina, no quiero que me llames porque te perdiste en Londres. -Pareces mi madre. -Tranquila Miranda, le tendré vigilado en todo momento como a... - apartó la vista de la relaciones públicas unos segundos - ¿¡Dónde se ha metido Sharon!? -Estamos a tiempo de coger un vuelo a Londres, ya sabes para cuidar a nuestro pequeñín - le dijo Ricardo a Miranda apretando la mejilla de Juan. -Me voy dos días solo. -A ti con dos