-Bienvenida al gimnasio, espero que disfrute de sus instalaciones - dijo con una sonrisa falsa tirando de Sharon hacia la salida. - El carnet de socio te llegará por correo ordinario. Ahora fuera, tengo trabajo. -Tú sí que eres ordinaria - se frenó fuera, en la puerta de su despacho viendo a Nore sostener la puerta, - ni a un vaso de agua me invitas. El cristal traslúcido de la puerta de Nore casi le da en la cara, se quedó mirándolo unos segundos mientras escuchaba de fondo la jovial risa de Miguel. -Seis minutos y cuarenta y tres segundos, es un nuevo récord para tu historial - le dijo zarandeando su móvil con el cronómetro ya parado. -No me toques los cojones que te meto una demanda - masculló colocándose de nuevo la chaqueta de cuero por los empujones de Nore. - Encima tengo que comprarme ropa de gimnasio. -Es colorida, no sé si te gustará - se burló el chico viéndola totalmente vestida de negro. -Antes muerta que parecer el vómito de un unicornio Había
-Es pequeño, vuelvo y repito ¿por qué perder tiempo? -Es una competición, vuelvo y repito - repitió son retintín las palabras de su hermano. - El premio es ganar, no el proyecto, prestigio para Tacarigua. Dirijo el estudio número uno, debo acumular victorias. Si hay un premio, Tacarigua debe participar y ganar. No estaba convencido pero aún así accedió a ayudar a su hermana, como siempre. Cristina como le había demostrado con la floristería Ogigia, disfrutaba dando oportunidades a pequeños negocios que lo valiesen, pero eso no parecía incluir a pequeños estudios de arquitectura en auge. Jorge jamás hubiese elegido participar, un proyecto pequeño serviría para introducir nuevas empresas en el sector, que tengan una oportunidad de vivir de lo que aman tal y como ellos hacen. -Te dije que quería empezar a construir mi camino, con suerte tener mi propia empresa de arquitectura - comenzó viendo el corto asentimiento de su hermana. Realmente le gustaría fundar su negocio del mis
Desde su posición podía ver a Cristina apoyada en el respaldar de uno de los arquitectos, asintiendo cortamente a lo que le decía y a veces inclinándose y haciendo las líneas ella misma, explicándoles. Jamás había visto a Sharifa ser tan cercana y menos ayudar, las pocas preguntas que recibía siempre terminaban con la misma respuesta: si quieres seguir trabajando aquí, esfuérzate. Vuelve a repetirlo desde el principio hasta que lo consigas. -Me ayudas y te ayudo - le dijo Juan a Sharon antes de acobardarse. - ¿No es obligatorio que vaya Cristina al gimnasio contigo, no? Si voy yo es lo mismo. Atrajo su mirada ojiazul, interesada en las palabras de Juan y con un corto asentimiento le indicó que siguiese. -El veintidós de septiembre juega el Real Madrid contra el Valencia, quiero invitar a Cristina al partido. - Aguantó como un campeón la mirada a Sharon. - Es fan de ese equipo, seguramente comprará las entradas en cuanto tenga un rato. Si te inventas cualquier cosa para qu
-Lo que hay que hacer por echar un polvo - masculló con rabia. - He perdido toda la dignidad. -Por tu bien espero que no acepte acostarse contigo en unos días - musitó James apretando más su cintura cuando veía que se le resbalaba, - sino dejarás el pabellón bajo. Mañana te vas a mover lo mismo que un play móvil. -De verdad, mátame - pidió Shane. - Si eres mi amigo, hazlo sin rechistar, acaba con mi dolor. Lo haría yo pero ni fuerzas tengo para lanzarme por las escaleras. Shane no exageraba, de otra manera se habría alejado de James cuando vieron a Hélida acercarse a ellos. Supuso que sería menos vergonzoso verla apoyada en el ojiverde que en el suelo. Con solo verla, James se imaginó aproximadamente la tortura que habría pasado su amiga, Hélida no parecía de esas que se quedaban en la bicicleta como James a pasar el día o a caminar en la cinta. Tenía una toalla violeta sobre sus hombros, a juego con el top de Nike que dejaba ver levemente la forma de los abdominale
-Es una buena razón. - Miró de reojo al maletero: - ¿Tienes una almohada ahí dentro? -Por ser tú, dejaré que lleves esa aberración de pizza a mi lado - hizo una mueca de asco hacia la caja donde James tenía su pizza con piña, la que había pedido solo por fastidiarla. - ¿Algún lugar donde tengas predilección para comer pizza o busco yo? -Playa - respondió inmediatamente. -¿No decías que no te gustaba la playa? -No, dije que no sabía nadar - le corrigió esperando que tuviese sentido, luego de contestarle sin pensar - pero me encanta la playa. Cristel se quedó mirándole unos segundos, sin que pudiese identificar si por su mente pasaba la sospecha de que estaba loco o aún peor, alguna similitud con Jake Hernández. -A la playa será - decretó al final. Había cenado tres veces contadas en la playa, él solo, nunca se lo había sugerido a sus dos mejores amigos, en su imaginación siempre terminaba la comida incendiada por Ryan o llena de arena por los fatídicos inten
Hélida a ojos de Shane es una mujer altamente peligrosa, adictiva. Es la viva imagen de esa pequeña y reducida clase de personas que son guapas en doble sentido, cuando las miras y cuando las conoces. -Estoy de acuerdo con Hélida - puntualizó Cristel. - Pero debemos decidir si es lo suficientemente grande como para que trabajen unos pocos o no, eso afectaría a los edificios. -No creo que Hélida tenga como prioridad modificar casas y escuelas para cambiarlas por lugares de trabajo - murmuró James. - Lo ve como un añadido, supongo. -Exacto. Tengo los medios para cubrir su sustento, gracias a la idea de Shane aún más con las continuas donaciones al hacer público el proyecto - la miró brevemente, - necesito que tengan esa seguridad de que su vida ha cambiado a mejor, que tengan ese colchón seguro. -Pero tampoco pueden acomodarse - le llevó Shane la contraria. - No puedes dejar que se aprovechen de tu bondad y vivan como reyes sin dar un palo al agua. -Que los niños est
-Ayer... - respondió con tono dudoso. - Nos reunimos en un café, me llamó y... -¿Te reuniste con mi madre? ¿Para qué? -Ya empezamos - suspiró Jorge apoyando la cabeza en su mano. -Atenea me llamó, dijo que antes de cerrar el contrato todos hablan primero con ella, tiene que dar el visto bueno y... -¿¡Que tiene qué!? - alzó la voz Cristel sin inmutarse en lo pálida que se había quedado Alexa. - Esto es increíble. Jorge ¿tú le dijiste que estamos trabajando con Alexa? -Sí, pero no pensé que fuese nada malo. James agradeció que el rubio no mintiese, la pregunta de Cristel parecía más bien de relleno, ya daba por hecho que si Atenea se enteraba de algo, era por medio de Jorge Torres. -No estoy enfadada contigo - aseguró al ver el rostro afligido de su hermano. - Pero no vuelvas a decirle nada que tenga que ver con Presture, aunque te pregunte ¿entendido? Te lo prohibo. Jorge no respondió, solo asintió levemente mientras veía a su hermana recoger sus cosas
Sus enfados solían ser muy esporádicos, quemaba todo a su paso pero tras unos minutos, volvía a estar tranquila, se consideraba la viva definición de la calma luego de la tormenta. Eso ahora, no le pasaba. Los minutos pasaban y seguía esperando a su madre, y al contrario de lo que pensaba, su cabreo no disminuía, estaba como un volcán acumulando la lava hasta que cediese el cráter. Había tratado de calmarse, incluso se controló citando a su madre en un sitio público, solo para que la presión social le obligase a mantener la compostura y no terminase gritando. Sabía que si estaban solas en su casa, Cristel soltaría todo por su boca de una manera tan basta que solo conseguiría avergonzarse a sí misma. No buscaba una pelea, al contrario de lo que en Presture habían podido pensar por su actitud al marcharse. Necesitaba una explicación y un punto final a esta situación. Si había algo en lo que aún se parecía a su madre, es que odiaba las escenas, más aún en la calle. Autocontro