Nore soltó una risa nasal al imaginárselo, ignorando los débiles golpes del pie de Sharon en su muslo para que parase de reírse de ella. -Voy a la cafetería, te dejo en buenas manos - sacudió Cristina el pelo de su amiga antes de darle una mirada cómplice y despedirse de Nore. - Gracias por venir a verla. Sharon seguía enfurruñada, viendo con los brazos cruzados a Nore que ojeaba de pasada todos los documentos que tenía desperdigados. -Fue una mujer imbécil que abrió la puerta del coche sin mirar - se defendió con fastidio viendo cómo Nore seguía mirándola con diversión. - Ya sé que no es la historia épica que todos querrían contar pero córtate un poco. -A mí me gusta esa historia, mucho más que una que no podrías llegar a contar - respondió de forma más seria. - ¿Vas a seguir con esto? - señaló con la cabeza los papeles. -¿Para una vez que vienes? Ni de coña - dijo juntándolos todos con rapidez y Nore reprimió un suspiro agobiado al ver cómo causaba más desorden e
-¿Por qué lo escondes debajo de la pulsera? -Es un brazalete - corrigió, aunque supuso que a Sharon le daba exactamente igual el nombre correcto. - Aún no están bien vistos los tatuajes en personas con mucho poder, estoy en el punto de mira y podría hasta ser juzgada por los medios solo por esa tontería. No quiero arriesgarme. -Eres Nore Amoroso - pronunció su nombre como si lo saborease, - la jodida CEO de Trivio y fantasía de muchos, me incluyo ¡Auch! - se quejó por el golpe de la empresaria, - pasa de esconderlo, es tu estilo y está de locos, te hace más sexy. -No eres buena con las palabras, Sharon - se mofó ante su intento de ánimo. -Soy más de acciones - concordó con lascivia. - Pero en serio, lúcelo, es parte de ti y mola mucho. Manda a tomar por culo esas opiniones también como lo haces con el resto. Son solo envidiosos de mierda. Le gustaría pasar veinticuatro horas completas con Sharon, contabilizando cuántas palabras malsonantes decía la abogada de Lawto
-Está mal, muy mal. -¿Por qué? Yo no veo nada malo - respondió encogiéndose de hombros atrayendo la mirada de los dos chicos. - Cristina ha hecho lo que quería hacer con Abasi ¿no? Tú eres Abasi - susurró. -Pero yo soy Juan. -Y yo soy Ricardo - añadió el moreno ganándose una mirada irónica de ambos. - Vale, ahora en serio, no lo veo tan mal pero tampoco tan bien. -Eso me soluciona todo, gracias - el sarcasmo era evidente en la voz de Juan. -A ver, Juan - se agachó Miranda quedando de cuclillas al lado de su amigo. - Cristina ha estado viendo a Abasi, un chico del que no conoce su cara y ha respetado eso ¡podrías haber sido cualquiera! Ha aceptado jugar con ese riesgo. No sois nada, no le debes nada. -Sinceridad, por Juan, no por Abasi. -No puedes decírselo a no ser que no te quede otra. No pueden relacionarla con el Coderex, Tacarigua perdería muchísimo sabiendo que su CEO frecuenta esos lugares en caso de que se corra la voz - dijo en un susurro Ricardo. -
Trató de no reírse al hablar con Alexa, la chica que dirigía la floristería, estuvo a punto de colgarle pensando que era una broma, pero al final Juan consiguió que le creyese. -Tacarigua, o sea, Tacarigua - escuchó la dulce voz de la chica aún asimilándolo. - El mayor estudio de arquitectura, liderado por Cristina Castillo. -Ese mismo - rio Juan. -Tacarigua - volvió a repetir la chica. - Quiere que mi floristería... dioses, dame unos segundos para asimilarlo. -Puede pensarlo toda la tarde, pero a las diez de mañana ¿podría venir aquí? A hablar con Cristina Castillo. Escuchó una pequeña exclamación alejada del teléfono, antes de carraspear y volver a aparentar una seguridad que Juan no se creía, seguía notando la voz nerviosa de la chica. -E...estaré ahí, sin problema, claro, puntual. Muchas gracias - habló de carrerilla. - ¿Tengo que llevar algo? ¿Muestras de flores o...? Trató de no reírse al imaginarse la cara de Cristina si veía todo su despacho lleno d
-Bienvenida al gimnasio, espero que disfrute de sus instalaciones - dijo con una sonrisa falsa tirando de Sharon hacia la salida. - El carnet de socio te llegará por correo ordinario. Ahora fuera, tengo trabajo. -Tú sí que eres ordinaria - se frenó fuera, en la puerta de su despacho viendo a Nore sostener la puerta, - ni a un vaso de agua me invitas. El cristal traslúcido de la puerta de Nore casi le da en la cara, se quedó mirándolo unos segundos mientras escuchaba de fondo la jovial risa de Miguel. -Seis minutos y cuarenta y tres segundos, es un nuevo récord para tu historial - le dijo zarandeando su móvil con el cronómetro ya parado. -No me toques los cojones que te meto una demanda - masculló colocándose de nuevo la chaqueta de cuero por los empujones de Nore. - Encima tengo que comprarme ropa de gimnasio. -Es colorida, no sé si te gustará - se burló el chico viéndola totalmente vestida de negro. -Antes muerta que parecer el vómito de un unicornio Había
-Es pequeño, vuelvo y repito ¿por qué perder tiempo? -Es una competición, vuelvo y repito - repitió son retintín las palabras de su hermano. - El premio es ganar, no el proyecto, prestigio para Tacarigua. Dirijo el estudio número uno, debo acumular victorias. Si hay un premio, Tacarigua debe participar y ganar. No estaba convencido pero aún así accedió a ayudar a su hermana, como siempre. Cristina como le había demostrado con la floristería Ogigia, disfrutaba dando oportunidades a pequeños negocios que lo valiesen, pero eso no parecía incluir a pequeños estudios de arquitectura en auge. Jorge jamás hubiese elegido participar, un proyecto pequeño serviría para introducir nuevas empresas en el sector, que tengan una oportunidad de vivir de lo que aman tal y como ellos hacen. -Te dije que quería empezar a construir mi camino, con suerte tener mi propia empresa de arquitectura - comenzó viendo el corto asentimiento de su hermana. Realmente le gustaría fundar su negocio del mis
Desde su posición podía ver a Cristina apoyada en el respaldar de uno de los arquitectos, asintiendo cortamente a lo que le decía y a veces inclinándose y haciendo las líneas ella misma, explicándoles. Jamás había visto a Sharifa ser tan cercana y menos ayudar, las pocas preguntas que recibía siempre terminaban con la misma respuesta: si quieres seguir trabajando aquí, esfuérzate. Vuelve a repetirlo desde el principio hasta que lo consigas. -Me ayudas y te ayudo - le dijo Juan a Sharon antes de acobardarse. - ¿No es obligatorio que vaya Cristina al gimnasio contigo, no? Si voy yo es lo mismo. Atrajo su mirada ojiazul, interesada en las palabras de Juan y con un corto asentimiento le indicó que siguiese. -El veintidós de septiembre juega el Real Madrid contra el Valencia, quiero invitar a Cristina al partido. - Aguantó como un campeón la mirada a Sharon. - Es fan de ese equipo, seguramente comprará las entradas en cuanto tenga un rato. Si te inventas cualquier cosa para qu
-Lo que hay que hacer por echar un polvo - masculló con rabia. - He perdido toda la dignidad. -Por tu bien espero que no acepte acostarse contigo en unos días - musitó James apretando más su cintura cuando veía que se le resbalaba, - sino dejarás el pabellón bajo. Mañana te vas a mover lo mismo que un play móvil. -De verdad, mátame - pidió Shane. - Si eres mi amigo, hazlo sin rechistar, acaba con mi dolor. Lo haría yo pero ni fuerzas tengo para lanzarme por las escaleras. Shane no exageraba, de otra manera se habría alejado de James cuando vieron a Hélida acercarse a ellos. Supuso que sería menos vergonzoso verla apoyada en el ojiverde que en el suelo. Con solo verla, James se imaginó aproximadamente la tortura que habría pasado su amiga, Hélida no parecía de esas que se quedaban en la bicicleta como James a pasar el día o a caminar en la cinta. Tenía una toalla violeta sobre sus hombros, a juego con el top de Nike que dejaba ver levemente la forma de los abdominale