Si alguno de los presentes se atrevía a dudar aún de la valía de Cristina para el puesto de Tacarigua, ahora ya no había ninguna duda de que tras esa sonrisa amistosa y trato cercano con sus subordinados había una mujer dispuesta a devorar a cualquiera que amenazase a su empresa. -Ricardo, acompáñale a la salida - dijo guardando su nuevo contrato y Juan le dio un codazo a Ricardo que también estaba en las nubes. Esta vez el hombre sí apretó su mano para despedirse. -¿Tenía el contrato listo? - preguntó Juan tratando de cerrar la boca cuando estuvieron solos. - Pero... -Le pedí a Sharon que lo redactara anoche - respondió divertida. - No tenía seguro al cien de que le convencería, pero en caso de que lo consiguiese, no pensaba darle tiempo para pensárselo - agitó el contrato. - Ya no se puede echar atrás. -Deme un segundo que aún estoy flipando. Se sentó frente a Cristina en silencio, aún con las imágenes de la reunión pasándole por la mente y sin atreverse a mi
-Es una historia graciosa en verdad - carraspeó Miranda viendo cómo ninguno de los dos chicos parecía saber qué decir. - Fue hace unos años, aún no vivíamos juntos, pero éramos amigos, estábamos en la universidad y Ricardo alquiló una furgoneta para ir a la playa... -Esa furgoneta sí funcionaba bien - añadió Ricardo como si eso tuviese relevancia para la historia que se estaba inventando Miranda. -El caso es que no teníamos mucha confianza, al menos Juan con nosotros y no nos dijo nada sobre sus pocas ganas de ir a la playa. - El ojiverde disimuló la mueca indignada al escuchar que él no quería ir a la playa, siempre era el que más predispuesto estaba para ir. - Y no nos contó que no sabía nadar. Casi se nos ahoga, Cristina, el pobre socorrista tuvo que hacer el boca a boca. -Vale ya, creo que lo ha entendido - gruñó Juan, viendo la mirada maliciosa de su mejor amiga. -Y le puse pececito como burla, porque los peces pequeños... se ahogan - completó Ricardo de forma dud
-Sharon - sollozó Cristina al verla soltando insultos, una clara muestra de que estaba bien. - ¿Tú no has visto el cartel o qué? - puso los brazos en jarra el chico con la jeringuilla al ver a Cristina acercarse a Sharon estrechándola en un complicado abrazado por su posición. - No le muevas el cuello, hay que ponerle un collarín. -Voy a matarte Sharon, te lo juro - prometió Cristina revisándola con la mirada. - ¿Qué te ha pasado? -Nada, es este imbécil que me quiere perforar el culo - insultó Sharon señmigueldo al rubio. - A mí no te me acercas con esa mierda, he visto la película de Lobezno y sé lo que duele esa mierda. -Samir Berroteran, encantado - le estrechó la mano a Cristina y la ojigris también se presentó. - He tenido la mala suerte de que me asignen a esta gruñona como paciente ¿Puedes sujetarla? Y decirle que por favor relaje el glúteo, llevamos así diez minutos. -Sharon por favor - pidió Cristina limpiándose los restos de lágrimas. - Si lo haces, no te
-Me habré quedado pasado de moda, pero yo no juro amor eterno, una corona de flores para los muertos - murmuró Samir asomándose y toqueteando las flores. - Aunque hay que reconocer que es original. -Voy a enseñárselo a Gabriel, ahora vuelvo - dijo Miranda saliendo de la habitación. -Me he convertido en una mañana en el hazmerreír de todo el puto mundo - masculló Sharon colgando una llamada en su móvil que Cristina pudo ver que era de su padre. No miró demasiado la quemadura del muslo de Sharon cuando Samir la destapó, sobre todo porque era espantosa y no podría disimular la mueca de asco, se suponía que estaba ahí para animar a Sharon. Lo único que pudo hacer fue sujetar su mano escuchando sus gruñidos bajos pero profundos de dolor cada vez que despegaba algodón o limpiaba la herida. Si Cristina tuviese moto, estaba segura que después de ver eso, la habría vendido o regalado, asegurando que no acabaría así jamás. Pero como era Sharon, estaba segura que en cuanto se rec
Le quitó el vaso de cristal a Cristina de las manos colocándola en la mesa más cercana, viendo cómo no le sonreía, pero le retaba con la mirada a cumplir su promesa y a Juan le encantaban los retos. No necesitó una corta conversación cargada de indirectas o coquetería como siempre que se veían, tenían más que aprendido cómo terminaban cada vez que se veían y el tiempo ya no era algo que quisieran dejar pasar. Se juntó más a ella, quedando sentado al ras de su cuerpo antes de inclinarse y apresar su cintura a la vez que su boca. Él era el único que en el Coderex podía tener así a la poderosa CEO de Tacarigua. Intenso, todo con Cristina era intenso. Besarla desde aquel día se había convertido en una de sus aficiones favoritas, ahora la devoraba con hambre, como si todo el tiempo que se estuvo reteniendo en la semana saliese a flote. Perfiló sus labios con su lengua mientras apretaba con su mano parte de su mandíbula atrayéndola más a hacia él, el tacto húmedo del roce de sus len
Nore soltó una risa nasal al imaginárselo, ignorando los débiles golpes del pie de Sharon en su muslo para que parase de reírse de ella. -Voy a la cafetería, te dejo en buenas manos - sacudió Cristina el pelo de su amiga antes de darle una mirada cómplice y despedirse de Nore. - Gracias por venir a verla. Sharon seguía enfurruñada, viendo con los brazos cruzados a Nore que ojeaba de pasada todos los documentos que tenía desperdigados. -Fue una mujer imbécil que abrió la puerta del coche sin mirar - se defendió con fastidio viendo cómo Nore seguía mirándola con diversión. - Ya sé que no es la historia épica que todos querrían contar pero córtate un poco. -A mí me gusta esa historia, mucho más que una que no podrías llegar a contar - respondió de forma más seria. - ¿Vas a seguir con esto? - señaló con la cabeza los papeles. -¿Para una vez que vienes? Ni de coña - dijo juntándolos todos con rapidez y Nore reprimió un suspiro agobiado al ver cómo causaba más desorden e
-¿Por qué lo escondes debajo de la pulsera? -Es un brazalete - corrigió, aunque supuso que a Sharon le daba exactamente igual el nombre correcto. - Aún no están bien vistos los tatuajes en personas con mucho poder, estoy en el punto de mira y podría hasta ser juzgada por los medios solo por esa tontería. No quiero arriesgarme. -Eres Nore Amoroso - pronunció su nombre como si lo saborease, - la jodida CEO de Trivio y fantasía de muchos, me incluyo ¡Auch! - se quejó por el golpe de la empresaria, - pasa de esconderlo, es tu estilo y está de locos, te hace más sexy. -No eres buena con las palabras, Sharon - se mofó ante su intento de ánimo. -Soy más de acciones - concordó con lascivia. - Pero en serio, lúcelo, es parte de ti y mola mucho. Manda a tomar por culo esas opiniones también como lo haces con el resto. Son solo envidiosos de mierda. Le gustaría pasar veinticuatro horas completas con Sharon, contabilizando cuántas palabras malsonantes decía la abogada de Lawto
-Está mal, muy mal. -¿Por qué? Yo no veo nada malo - respondió encogiéndose de hombros atrayendo la mirada de los dos chicos. - Cristina ha hecho lo que quería hacer con Abasi ¿no? Tú eres Abasi - susurró. -Pero yo soy Juan. -Y yo soy Ricardo - añadió el moreno ganándose una mirada irónica de ambos. - Vale, ahora en serio, no lo veo tan mal pero tampoco tan bien. -Eso me soluciona todo, gracias - el sarcasmo era evidente en la voz de Juan. -A ver, Juan - se agachó Miranda quedando de cuclillas al lado de su amigo. - Cristina ha estado viendo a Abasi, un chico del que no conoce su cara y ha respetado eso ¡podrías haber sido cualquiera! Ha aceptado jugar con ese riesgo. No sois nada, no le debes nada. -Sinceridad, por Juan, no por Abasi. -No puedes decírselo a no ser que no te quede otra. No pueden relacionarla con el Coderex, Tacarigua perdería muchísimo sabiendo que su CEO frecuenta esos lugares en caso de que se corra la voz - dijo en un susurro Ricardo. -