Danna influenciada por el nivel de alcohol en su sangre, decidió acudir a la cena, se lavó la cara y se puso el vestido que usó la noche que tuvo su primera vez con Wilmer, se peinó y maquillo como lo haría su hermana y pidió un auto de alquiler para llegar pronto al restaurante.
El viento en su rostro hizo que el alcohol se le subiera más a la cabeza, estaba mareada, pero el resentimiento que sentía hacia su hermana era tan fuerte en ese momento, que no fue capaz de detenerse.
Bajó del auto y comenzó a caminar hacia el restaurante.
—Me están esperando —Le dijo al capitán de meseros que salió a su encuentro —La mesa debe estar a nombre de Wilmer Nava.
—Lo siento señorita, pero no la puedo dejar pasar.
—¿Por qué no? ¿Acaso no le estoy diciendo que me están esperando? —Levantó la voz<
—¡Buenos días cariño! —Dijo Hanna dándole un beso en la comisura de los labios.—Buenos días, no quise despertarte, mañana nos vamos a Brasil, así que prepara todo, voy a salir, tengo asuntos importantes en el museo y supongo que no quieres venir conmigo.—La verdad quiero descansar un poco más, pero no te preocupes, yo me encargo de las maletas de los dos, todo estará listo para el viaje, muero por comenzar a trabajar.—Me alegra, porque la labor que vas a realizar es muy importante, serás mis ojos en cada país al que vayas.—¿Cómo? ¿No viajaremos juntos?—No siempre, algunas veces tu tendrás que ir a un país y yo a otro, o tendremos que dividirnos las diferentes sucursales de cada región.—Ah, ya entiendo, yo pensé que querías que permaneciéramos juntos, e
Era el día de la exposición, Danna estaba muy nerviosa, pero al mismo tiempo feliz de ver su sueño realizado. Había visto cientos de exposiciones en el Parque Fundidora, y siempre tuvo la ilusión de ver sus obras expuestas en ese mágico lugar. Se levantó muy temprano, aunque la exposición era hasta en la noche, había quedado de desayunar con Carlos Pacheco, el compañero de trabajo de Hanna, desde el día que la salvó de hacer el ridículo presentándose ebria en el restaurante frente a su hermana y su novio, se habían hecho buenos amigos. Carlos ya la esperaba en la cafetería de la plaza, en la que estaba la tienda, ya que era en horario de labores y solo se había tomado una hora para desayunar con Danna y desearle suerte en la exposición. Él seguía enamorado de Hanna, pero conocer a Danna, le había parecido fascinante, eran dos mujeres completamente diferentes, pero con el mismo rostro, y hasta el mismo cuerpo. —¡Hola Carlitos buenos días! —dijo cuándo lo vio s
Danna estaba desconcertada, buscó a Hanna con la mirada, suponía que habían ido juntos, ella no los había invitado, quizá Ricardo lo había hecho, hasta que René se acercó a ellos.—¡Señor Nava qué bueno que sus ocupaciones le permitieron asistir! Estoy seguro de que va a quedar impresionado con el maravilloso arte de la señorita Montiel, es una artista como muy pocas quedan hoy en día.—Agradezco mucho la invitación, de hecho, estoy interesado en adquirir la obra “Sentimientos infantiles” le tengo un lugar muy especial en mi museo de Londres.—Lo siento mucho señor Nava, pero esa obra ya fue adquirida por otro coleccionista.—¡De ninguna manera! No lo acepto, duplicaré o triplicaré el precio si es necesario.—Pero señor, no sé qué decirle.—Haz lo que
Wilmer recorrió la galería y cada obra que veía, le parecía mejor que la anterior, Danna tenía manos de ángel, y un don extraordinario para plasmar las emociones humanas en un lienzo, lamentó no poderse llevar a Londres la obra que había elegido, pero sin duda, cualquiera de las que estaban todavía en el museo, valía la pena colocar a la derecha de su Da Vinci.Danna despidió a cada uno de sus invitados, después de recibir las correspondientes felicitaciones, estaba cansada, pero feliz, muy feliz de haber alcanzado el éxito profesional que tanto había soñado.—Danna querida ¡Agárrate! Porque te vas a desmayar — le dijo René emocionado.—¿Por qué? ¿Paso algo malo?—Sí, algo muy malo, ¡No tendrás ninguna obra para tu galería!—¿Qué quier
Wilmer llegó a su hotel lleno de preguntas sin respuesta, pero, sobre todo había una duda que lo atormentaba ¿Por qué Danna Montiel le importaba tanto? Se estaba muriendo de celos al imaginarla en brazos de Carlos Pacheco y sin embargo, cuando éste le dijo que Hanna era su amante, no lo creyó y tampoco le importó.—¡Maldita sea Wilmer! ¿Qué carajos te está pasando? Es tu cuñada, la hermana de tu novia y sientes más deseos de estar con ella que con tu propia novia —Vociferó cuando llegó a su habitación en el hotel, pidió servicio al cuarto, necesitaba un trago para tranquilizarse, pero no quería embriagarse, así que pidió una botella de vino rosado, el mejor que hubiera en la cava del hotel.Se sirvió una copa y se la bebió de prisa, luego otra, terminó dejando la copa y bebiendo directamente de la bo
Hanna colgó el teléfono móvil y se mordió los labios, dos semanas de libertad eran un respiro para ella. Wilmer le gustaba mucho, era un buen amante, y lo admiraba como hombre de negocios, era sin duda alguna su modelo a seguir, pero era muy aburrida la convivencia en pareja, ella sentía que se ahogaba cuando estaban juntos, por no poder ser ella y por no tener la libertad a la que estaba acostumbrada.Tomó el móvil, ya sabía que su novio no iba a llegar así que era su oportunidad para salir a divertirse, pero Rio de Janeiro era una ciudad desconocida y también tenía fama de ser peligrosa, así que no se quería aventurar a salir sola.Revisó entre sus contactos, ya tenía los números de los gerentes y de algunos ejecutivos, pero había un hombre en particular que le atraía demasiado João Da Silva, y durante el tiempo que llevaban trabajando
El beso entre ellos, duró apenas unos segundos, pero los dos hubieran querido que durara para siempre.—Lo siento —dijo Danna ruborizada y agachó la mirada avergonzada, lo amaba. Pero se trataba del novio de su hermana.—No, preciosa, no te disculpes por favor, creo que fue algo que los dos sentimos —Le dijo tomándola de la barbilla para que obligarla a mirarlo a los ojos.—Wilmer, eres el novio de mi hermana, esto no está bien.—Lo sé, sé que no está bien, ella no merece que yo le haga esto, pero tú tampoco tienes la culpa, el que está jodidamente confundido soy yo, desde que supe de tu existencia, no he parado de pensar ti y cuando te tengo cerca, lo único que deseo es besarte y acariciarte.—Creo que este no es el mejor lugar para que hablemos —dijo ella ruborizada, recordándole que estaban en el baño.&mdash
Cuando Wilmer abrió los ojos, Danna estaba acurrucada entre sus brazos con el rostro hundido en su pecho y abrazando sus piernas con la suya. Sintió una gran ternura, que no había sentido nunca con su novia, regularmente con ella, después de tener sexo, cada quien se iba a su lado de la cama a dormir en libertad, pero Danna le inspiraba esa necesidad de abrazarla, de sentir su calor y su aroma, aun cuando no había pasado nada entre ellos.No quería moverse para no despertarla, se quedó mirándola durante un rato, hasta que el sol que entró por la ventana la despertó.—¡Oh, lo siento! —dijo ella ruborizada por haberse tomado el atrevimiento de abrazarlo inconscientemente.—Si te vuelves a disculpar conmigo por algo, voy a tener que imponerte un castigo.—¿Un castigo? ¿Por qué?—Porque no debes disculparte por hacer lo que sie