Anonadada, asombrada, sin una jodida gota de saliva en mi boca en cuanto observo tan humilde morada, ¿Si sintieron el sarcasmo de humilde morada, verdad?
No dejo de estar moviéndome en círculos en mi lugar, observo el alto techo y el escandaloso candelabro que cuelga de este. Las paredes son de un color azul rey y solo una de ellas tiene franjas de un color blanco metálico, es extraño, pero jodidamente sofisticado.
La vista de Nueva York es impresionante, camino completamente hipnotizada, coloco mi mano en el vidrio que evita que caiga al precipicio, observo la ciudad que nunca duerme desde un noveno piso. Desde que entre supe que no era un simple apartamento, es un extravagante Pent–house, para él solito. Escucho su carraspeo detrás de mí, alzo mi mano sin mirarle, le escucho reír un poco.
–Déjame mirar un poco más, quiero sentir que esto es real.
–Es
Termino de quitar mi jeans, siento el frio recorrer mis piernas, luego tomo el borde de mi suéter y lo quito, quisiera decir que me cubrí por estar apenada, pero no, a mí me enciende que un hombre me mire sin nada, mala suerte de Bajhor que quiere que deje mi ropa interior.– ¿Y bien? ¿Qué es eso? –digo en señal a lo que lleva en su mano desde hace un momento. –No era lo que esperabas.–Eres aún mejor –dice, yo le miro con sorpresa. –Ve a la cama, colócate boca abajo.Tomo una bocanada de aire y paso a su lado, al hacerlo una extraña corriente me recorre el cuerpo, observo la cama, tela de seda roja. Esta fría, me recuesto, gimoteo debido al cómo me eriza la piel, cruzo mis manos a la altura de mi cabeza, apoyo mi cabeza en estas.–Ahora te vendare los ojos, ¿Ok? –trago grueso, asiento, Bajhor coloca una
Bajhor Hunther.El sonido de mi dedo índice chocando una y otra vez sobre la madera de mi escritorio es lo único que se logra escuchar en este momento. Ni siquiera las voces del otro lado de la puerta, ni siquiera el sonido del teléfono de mi oficina, ya que pedí que ninguna llamada fuera traspasada, en este momento no tengo cabeza para estar recibiendo llamadas cada cierto minuto.Ya está por terminarse otra semana, ya está a la mitad, y esa mujer ha sido incapaz de poner un pie en este lugar. Me he limitado, muchísimo diría yo, para tan siquiera preguntarle a Mark sobre ella, este solo le dejo un certificado médico a mi secretaria haciéndome saber que Frida estará ausente por unos días. Eso lo recibí el lunes, ya hoy es miércoles y aun nada, ¿Qué tiene? ¿Por qué tanta ausencia de su
Le marco a Miguel en el trayecto de la habitación de Frida a la sala, allí le informo con prisa lo que ocurre y le pido que se vaya y en cuanto decida irme venga por mí. Termino la llamada dejo mi móvil sobre la mesa y paso a quitar mi saco, lo dejo en el espaldar de una de las sillas y comienzo a buscar alguna de las pastillas para bajar la fiebre.Leo detalladamente, antigripales, vitaminas y hasta unas jodidas viagras, ¿Qué le pasaba por la cabeza a esa farmacéutica? Las dejo a un lado y por fin logro dar con algo que me ayude en este momento. Busco algo de agua en la cocina y regreso con Frida. La encuentro con la cabeza recostada a un lado de la tina y ya el agua pasa a cubrirla, cierro las llaves y apartando su cabello esta reacciona a mi tacto y me mira.–Ten, es para tu fiebre –me mira con esos ojos verdosos, están tan opacos, a decir verdad, las ojeras son muy notorias. –Lu
– ¡Servicio a la habitación! –me estremezco bajo las sabanas, siento el abrir de las cortinas y al incorporarme me encuentro con un sonriente Mark y a su lado mi tía. –Buenos días, hermosa.–Hola Mark, tía, ¿Qué tal? –esta se acerca y me rodea con sus brazos.– ¿Estas mejor? –asiento levemente. – ¿Qué es todo eso? –señala a un lado, observo las pastillas, la jarra de agua, una nota con todas las horas en que debo tomar cada pastilla y algunos chocolates.–Bueno, eso…–Fui yo mamá –Mark se apresura, observo a mi primo. –Ayer antes de irme a casa pase por acá y le traje a Frida algunas cosas, al igual que unas frutas y jugos, ¿Verdad? –reprimo una sonrisa y asiento levemente.–Bueno, iré a limpiar un poco el departamento, come todo tu desa
Los días se me pasaron realmente muy lentos, de mi habitación a la sala y viceversa. Me mantuve viendo tv y una que otra película, Mark estuvo todo el fin de semana a mi lado, pero de pronto una llamada el domingo por la tarde hizo que se espelucara el cabello y se fue de fiesta, ¿Y dónde quedo, Frida? Ah sí, viendo una jodida novela romanticona y llorando con un envase de helado entre mis brazos.Por fin llegó el lunes y ya mi cuerpo se siente realmente estable y fuerte para trabajar en el HH, me tome las pastillas al pie de la letra y si, sorpresivamente cada chocolate después de la comida. Ni siquiera recibí un mensaje de mi jefecito, pero bueno no era para estar con una vela pidiendo que así fuera, estaba más que agradecida por las cosas que me trajo y la verdad me hicieron mucho bien.Tomo camino directamente al estudio de fotografías ya que Mark me dijo en cuanto supo que
El sabor de su beso era dulce, pero lo dulce era realmente opacado por lo adictivo, flameante e intenso que llega hacer. Sus manos no dejan de apretujar mi trasero, en reiteradas ocasiones Bajhor ha sido capaz de robarme el aliento y no sé cuantos minutos llevamos encerrados en este cuartucho.Mis dedos quieren enredarse en las hebras de su cabello, quieren tirar de él y hacerle saber que yo también sirvo para dominar. Pero esa idea lo hecho a un lado, hecho a un lado esa opción y esas ganas, porque lo menos que quiero es que todos se den cuenta de que algo malo ocurrió en el cabello de nuestro jefe. Así que solo me dedico a succionar su labio inferior y morder ligeramente para que sienta las ganas que me está invadiendo el cuerpo entero.Sus besos logran arrebatarme el poco sentido que me queda y la poca cordura. Estoy a tan solo un empujón de deshacerme de toda mi ropa y simplemente follárme
Aquel recuerdo se pasea vagamente por mi mente, y siempre que me encuentro a Bera intento que ella no me ayude. Es como si quisiera remediar las cosas del pasado y la verdad es que yo deje eso a un lado. La castaña de cabello corto voltea a verme sonriente, observo a Mark, el único que sabe por qué esta chica y yo somos conocidas, algo así como amigas, pero no las mejores.Bera tiene unos ojos ambarinos muy hermosos, una nariz respingada y un rostro de niña aunque no lo sea. Tiende a parecer una muñeca de porcelana, Mark es uno que siempre lo decía, Bera tiene un cuerpo precioso y llama mucha la atención, claro, con senos operados quien no, es lo único que le envidio, ji.– ¿Qué te parece este?– ¡Ay por dios! ¿Tú lo diseñaste? –Mark corre hasta ella y Bera sonriente asiente. –Desearía ser mujer, de verdad –lo
Quisiera arrebatarle esa sonrisa arrogante que tiene plasmada en sus labios, quisiera lanzarle el tenedor directo a su cara, que le dé con todo, pero, por otro lado, quisiera borrarle esa sonrisa plantando mis labios en los suyos. No sé cuántos gemidos me han brotado de los labios, no se cuanta es mi humedad, no llevo la cantidad de palpitaciones en mi intimidad, no sé si quiera que hacer en este momento.Él tiene tranquilidad, no está sufriendo como yo, pero sé que lo disfruta en cada momento que de mis labios sale un gemido que me cuesta retener, solo me mira de reojo y una sonrisa de boca cerrada se forma en sus labios. Me tiene sufriendo, me tiene casi que convulsionando de placer y esto no es justo, no me parece justo el hecho de que yo este jadeante, mojada y con un jodido vibrador en mi vagina y él este allí simplemente disfrutando su comida.Así que opto por mi artillería