Capítulo 4

—Jack, en mi bolsillo están las llaves, ve y enciende el auto. —Su amigo hace caso y Samantha lo persigue, nadie quería objetar en esa escena.

—¡Auxilio! ¡me están secuestrando! —Holly estaba indignada y él niega con su cabeza riendo.

—Deja de ser tan bulliciosa, compórtate, estamos en público —dice rodando los ojos y algo desconcertado.

—Lo dice el chico que golpeó a mi novio, eso sí fue escandaloso —comenta con ironía.

—Eso fue para ayudarte —respondió colérico.

—No necesitaba tu supuesta ayuda. —Él comenzó a recoger su ropa como pudo.

—¡Mierda! Porque eres tan difícil, ¿qué te cuesta aceptar la realidad? —Ella suspiro tratando de calmarse y rendirse, pues tal vez... solo tal vez exageraba un poco—. ¿Me ayudas a llevar mi ropa? —le acerca la ropa.

—¿Eres mocho o qué? —dijo ella irritada a sus espaldas y él ríe.

—Podrías hacerlo como parte del agradecimiento —propone.

—Pensé que ya te había agradecido —bufa y él suspira.

—Necesito las dos manos para llevarte —dice algo obvio.

—Te tengo una solución... ¡bájame! —Holly estaba un poco esperanzada a ver si le hacía caso.

—Te bajaría preciosa, pero eso me costaría mucho. —Estaba comenzando a divertirse con la situación.

—No te cuesta nada, aparte es mejor, así no te avergüenzas de que vea tu trasero —dice creyendo que con ese argumento podría dejarlo como amenaza, pero él solo se burló.

—Primero, si me cuesta, ya que si te bajo te irías caminando a tu casa y no puedo permitirlo... Segundo, sé que estas disfrutando de esa vista, así como yo disfruto sostenerte en mi hombro. —Dicho esto muy hedonista comenzó a caminar hacia el auto. 

Al rubio ya le estaba empezando disfrutar molestarla, pero por un momento estuvieron reservados.

—¿Por qué eres así? —pregunta ella rompiendo el silencio.

—¿Cómo así? —responde algo confundido.

—No lo sé, no sé cómo explicarlo. —Se calla nuevamente.

Al llegar al estacionamiento, la baja al frente del auto, él le sonríe y ella pudo sentir un escalofrío en su cuerpo por esa sonrisa. El rubio comenzó a vestirse delante de ella para asegurarse de que no se escapara.

—Ya estas abajo, ¿Podrás vivir sin mí? —Está juguetón y le guiña el ojo, ella no sabe porque, pero sintió un calor en su pecho, un calor agradable.

—Si puedo vivir sin ti —responde orgullosa y se cruza de brazos ignorando su emoción pasada.

—Qué lástima, porque me encanta ayudarte y admirar lo hermosa que te ves cuando te enojas conmigo. —Le lanza un beso y las mejillas de ella comenzaron a arder, pero tal vez por la noche no se note. Ella ignora su comentario y cambia el tema.

—Estoy empapada, mejor me voy caminando para no mojar tu auto —dice incómoda.

—Yo te puedo secar sin ningún problema. —La ve un poco perverso y ella lo mira mal.

—¡Hablo en serio! —Junta sus cejas.

—Yo también. —Le guiña el ojo, suelta una pequeña risa y suspira—. Eso es lo menos importante cariño, puedes entrar como tú quieras. —Ya terminado de vestir, se acerca a ella y toma su mentón para verla—. Créeme que no te dejaría ir caminando, eso no sería muy caballeroso de mi parte, todo está bien. —Le soba la mejilla, luego le abre la puerta como todo un caballero y ella obediente sin protestar entró al auto, Ascher entró de piloto y encendió el auto.

Puso el auto en marcha, su rumbo no sería tan lejos pues la noche era larga y la disfrutarían, Holly estaba en las piernas de Mónica, luego estaba Sam en el medio, luego Jack al otro extremo y Trevor estaba de copiloto, Ascher de vez en cuando observaba a Holly por el retrovisor, no sabe el porqué, pero siente cierto placer verla así indignada, tal vez por el hecho de ganarle en su juego tan odioso. 

Antes de llegar a su destino, hicieron una corta parada a un supermercado, pero solo bajaron los chicos a comprar, después de eso, fueron a su destino, la playa, de noche era tan romántico estar ahí, el agua tibia para bañarse, estaba en los planes de Jack ir ahí. Ya al estar en la playa y presentarse como se debe, cada pareja estaba por su lado, Samantha y Jack bañándose en el agua tibia del mar, Trevor charlando con Mónica, mientras que Holly y Ascher estaban detrás del auto apoyados en el maletero mirando las estrellas, ella podría protestar y alejarse de él, pero no le arruinaría la noche a sus amigas.

—Por cierto, te compre algo —dijo él sacando un chocolate de su bolsillo—. No sé si te gustaría, pues no te conozco muy bien, pero es para ver si dejas de ser tan complicada conmigo —le ofreció el chocolate y ella lo recibió algo tímida e incómoda.

—No es que sea complicada, es que tengo novio —alarma.

—Lo sé, pero conozco chicas con novios y no son tan altaneras como tú, son más amigables con las personas. —Le sonríe.

—Lo siento y gracias. —Agradece por el chocolate, lo abre compartiéndolo con él y acepto—. ¿Por qué eres así conmigo? —Lo mira azorada.

—Pues simplemente soy caballeroso, educado y amable, no hay que mal pensar, pero ya me tienes como ejemplo, ¿cómo alguien que no te conoce te trata mejor que tu novio? —pregunta desconociendo el tema, ella agacha su rostro desanimada.

—No quiero hablar sobre eso. —Comienza a jugar con sus dedos algo decaída.

—Está bien, lo entiendo, discúlpame por insistir. —Le toma mentón para verla bien.

Al ver aquel rostro triste, se le arrugo un poco el corazón sintiéndose mal consigo mismo, pues él solo quería hacerla reaccionar ante esa relación considerada como toxica, por su mente no paso nunca en avergonzarla, desconocía porque esos dos estaban juntos, pero si es para que ella se sintiera bien, trataría de no sacar ese tema tan injusto para él, a menos de que ella lo quisiera, pero él no prometería nada, solo lo intentaría.

—Entonces... ¿Eres muy caballeroso? —Le da media sonrisa.

—Sí, sea quien sea, me comportó como tal, a menos que me hagan enojar mucho —admitió y ella se ríe.

—Perdón por hacerte enojar y jorobarte tanto. —Él le sonríe.

—Todo está bien, tranquila, no pasó nada e igual te veías preciosa así. —Coloca su brazo alrededor de su hombro para acercarla a él.

—No me digas así. —Frunce el ceño.

—¿Cómo así? —pregunta bromeando, él sabía a qué se refería ella, pero se hacía el loco.

—No me digas preciosa. —Se cruza de brazos y él se ríe.

—Es que te ves tierna cuando te enojas, pareces un ratoncito enojón —se burla y ella lo mira mal.

—¿Me estás diciendo enana? —Él se muerde el labio aguantando la risa mientras afirma con la cabeza, ella lo mira divertida y está lista para defenderse—. No soy enana amigo, tú tienes un problema de altura —se burla ella segura de sí misma, él abre su boca en admiración.

—¿Crees que soy raro por ser más alto que tú? —Se ríe, ella asiente y el rubio niega con la cabeza riendo—. Me agrada tu forma de elevar tu autoestima, cosa que hasta eso es más alto que tú. —No para de reír y ella lo aporrea levemente con el codo en su costilla—. ¡Auch! Está bien, te ves bien como estas. —Trata de elogiarla.

—Gracias. —Se separa de él y le extiende la mano—. Bailemos —ofrece y él la mira desorientado.

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