Capítulo 85 – La Ilusión de la TrampaVirginia Bertozzi caminaba por la obra con su casco blanco bien puesto y una carpeta en la mano, pero lo único que realmente cargaba con fuerza era su convicción de justicia equivocada.Porque si alguien había sabido manipularla, ese era Fabricio Castiglioni.Desde que lo encontró viviendo en su mismo edificio —coincidencia o destino, aún no lo sabía—, su mundo cambió. Él, caído, derrotado, marginado… se convirtió en su causa. Le habló de traiciones, de robos, de amores imposibles. Le pintó un retrato oscuro donde él era la víctima perfecta y Anahir y Nicolás, los villanos de la historia.—Yo gané ese proyecto, Virginia. Era mío. Pero ella… ella lo entregó todo por un capataz con cara de bueno. Me destruyeron. Me usaron. Me dejaron sin nada.Y ella, que en silencio siempre lo había admirado, se tragó cada palabra.Se volvió su aliada, su confidente… y ahora, su herramienta.**Virginia no quería seducir a Nicolás.No quería su atención.Quería hac
Capítulo 86 – La Primera GrietaVirginia llegó temprano a la obra esa mañana.Más temprano de lo habitual.Y no porque tuviera tareas urgentes.Sino porque sabía que Nicolás siempre era de los primeros en llegar aunque llegaba con su esposa siempre de la mano.Llevaba una carpeta en la mano, aunque ya sabía de memoria lo que contenía. No necesitaba respuestas. Necesitaba excusas. Motivos para acercarse a él, para cruzarse con Anahir justo en ese momento, para comenzar a jugar.Y lo hizo.—Buen día, capataz —dijo con una sonrisa suave—. Hay algo que no me cierra del avance en el sector D. ¿Te puedo molestar un minuto?Nicolás, con su usual amabilidad, asintió.—Claro. Vamos a ver.Mientras caminaban por el pasillo de hormigón, Virginia lo escuchaba con atención exagerada, como si cada explicación técnica fuese un elogio personal.Y justo cuando Nicolás se agachó para señalar un nivel de base mal marcado…—¿Molesto? —dijo una voz detrás.Anahir.Casco blanco con su habitual pegatina co
La mañana en la obra había sido intensa.Con las cuadrillas organizadas y el ruido del cemento mezclándose con el sol, todo parecía avanzar sin pausas. Pero en el rincón de descanso de la oficina técnica, dos mujeres se tomaban un pequeño recreo que no estaba en el cronograma.Silvia dejó su taza sobre la mesa y suspiró con fuerza, como quien deja salir algo que venía guardando hace días.—Che... ¿te puedo decir algo sin que después me lo cobré?Anahir alzó la vista del plano, sonriendo con complicidad.—Mientras no tenga que despedir a nadie, decime lo que quieras ,"aunque hay una rubia que me está dejando los pelos de punta ". eso lo dijo bajando el tono de voz .Silvia rió. Pero enseguida se puso seria.—No sé qué pensar de Fabián.Anahir se acomodó en la silla.—¿Qué hizo ahora?—Nada. Y eso es lo que me desconcierta —contestó Silvia, entre irónica y confundida—. Aparece por la obra, me mira como si fuera su atardecer favorito… y después, ¡pum! Desaparece como si lo hubiese traga
Capítulo 88– Solo Tengo Ojos para Vos Nicolás Martínez no era un hombre que se distrajera fácilmente. Especialmente desde que tenía a Anahir Montes en su vida. Y más aún desde que su matrimonio, que empezó como un acuerdo, se había convertido en su refugio, en su destino, en su verdad. Por eso, cuando la arquitecta senior Virginia Bertozzi comenzó a buscarlo con más frecuencia de lo habitual, él no pensó mal. Al principio. —Nicolás, ¿podés venir un momento? Creo que algo no cuadra con la pendiente del sector ocho —le dijo una mañana, justo cuando él salía de una reunión con los obreros. Él la miró. —Eso se resolvió ayer en el comité técnico. Anahir lo aprobó junto con los ingenieros. Está todo en los planos. —Sí, pero… no sé, me pareció que visualmente hay algo extraño. ¿Me acompañás a revisar? La forma en que lo miró no fue la de una duda técnica. Fue más bien un pedido disfrazado. Un acercamiento innecesario. Pero Nicolás, con la cortesía que lo caracterizab
Capítulo – El Juicio del CaídoEl edificio del Ministerio de Trabajo hervía de murmullos.La audiencia había sido convocada con carácter urgente, y todos los involucrados estaban citados. Fabricio Castiglioni se presentó con aire de suficiencia, creyendo —como siempre— que todo giraba a su favor. Vestía su mejor traje, se acomodó la corbata como quien se alista para dar una charla, no para enfrentar acusaciones. Lo que no imaginó fue que debía haberse presentado con abogado.Las notificaciones eran claras.Pero él las ignoró.Como ignoraba las llamadas de las empresas financieras, los correos sin abrir, las advertencias de los cobradores. Su mundo se derrumbaba, y ni siquiera lo sabía.Ademas no tenía plata para pagar un abogado.La sala estaba llena.Anahir y Nicolás se sentaron juntos, con la serenidad que da saber que se tiene la verdad de su lado. Fabián Mansilla, apoderado legal del principal accionista del proyecto —aunque pocos lo sabían—, ya tenía los documentos preparados. Los
Desde la mente de Fabricio Castiglioni¿Cómo pasó todo tan rápido?Eso era lo único que podía pensar mientras veía los rostros ajenos dentro del juzgado, todos con la seguridad que él ya no tenía.Afuera, el mundo giraba como siempre. Dentro de él, todo colapsaba.El traje impecable que llevaba encima ahora le pesaba como una soga al cuello. El mismo traje que pensó que usaría el día que volviera triunfante al Cinco Estrellas, ahora parecía el uniforme de un hombre condenado.¿Desde cuándo dejaron de tenerle miedo?Raúl hablaba como si no hubiera trabajado para él con devoción. Gerardo lo traicionaba con una voz temblorosa pero clara. Hasta el médico, ese infeliz que firmaba lo que le pedía, ahora lo dejaba expuesto como una rata frente a la jauría.Todos son unos cobardes.Todos me usaron.Todos me deben.Y sin embargo… ahí estaba él. Solo. Sin abogado. Sin poder gritar, sin poder pegar.Cuando vio entrar a Fátima, supo lo que venía.Ella va a decir que fue una víctima. Que no sabía
Capítulo 91 – Un Amor MerecidoLa tensión del día se había quedado encerrada en el edificio del Ministerio de Trabajo. Afuera, el sol parecía más cálido, y el aire olía a libertad.Anahir se detuvo frente a Nicolás, lo miró con ternura y le acarició la mejilla, como si pudiera borrar con un roce todo el dolor que él también había cargado en silencio.—Hoy no es un día cualquiera —dijo en un tono dulce, casi susurrando—. Hoy debemos celebrar... porque la impunidad está cayendo.Nicolás le sonrió sin decir nada. Solo apretó su mano con fuerza, como si en ese gesto pudiera prometerle que, pase lo que pase, siempre estarían juntos.Antes de salir del edificio, Fabián Mansilla y Silvia Herrera, que habían estado presentes en toda la audiencia, se acercaron.—Felicitaciones por lo de hoy —dijo Fabián—. Pero estén atentos. Castiglioni no está bien, lo vi salir como un toro bravo... no sabemos qué puede hacer.Silvia asintió, con el ceño fruncido.—Se lo notaba fuera de sí. Ojalá que todo ter
Capítulo 1Entre Sueños y SombrasEl sonido constante de martillos y sierras acompañaba a Anahir Montes mientras recorría la obra. El calor de la tarde se filtraba por cada rincón, pero ella ni lo notaba. Su mente estaba enfocada en encontrar el error que Fabricio mencionó. Había revisado cada plano, cada cálculo, cada detalle de la piscina. Todo estaba perfecto.Después de horas encerrada en el banco de trabajo en el sector alejado a las oficinas, suspiró profundamente. Creo que Fabricio se equivocó, pensó, pero se sintió culpable al instante. Él era meticuloso, siempre atento. Tal vez fui yo la que pasó algo por alto.Decidió dar una vuelta por la obra para despejarse. Saludó a los obreros que, al verla, sonreían con genuino aprecio.—¡Arquitecta, qué bueno verla! —dijo Mateo, uno de los herreros, secándose el sudor con el dorso de la mano.—¿Todo bien, Mateo? —preguntó ella con amabilidad, notando el cansancio en su rostro.—Sí, pero... el ingeniero nos pidió cambiar las medidas de