Capítulo – El juego de la máscaraFabricio entró sin golpear. Cerró la puerta tras de sí y avanzó hacia Fátima, decidido a besarla, a recuperar algo de poder donde ya no le quedaba.—Ni lo sueñes —le cortó ella, apartándose de su silla sin perder la compostura.Su rechazo fue seco, elegante y definitivo. Fátima nunca se mezclaba con nadie en su oficina, y mucho menos con alguien como Fabricio, no cuando sabía lo que estaba en juego.—¿Qué te pasa? —gruñó él.—Que esta no es tu madriguera, Castiglioni —dijo sin inmutarse—. Y mucho menos tu refugio. Aquí no. Nunca.Fabricio apretó la mandíbula, pero trató de contenerse. Sabía que necesitaba algo más importante que su orgullo.—Necesito dinero, Fátima. No me vengas con vueltas. Si no me das esa inyección de fondos, nos vamos a pique.Ella, cruzada de brazos, sonrió como quien observa una grieta propagarse por una viga mal calculada.—No tengo dinero para tu trampa, Fabricio. Ni quiero involucrarme. Ya bastante he hecho sosteniéndote en
Capitulo: El Precio del RiesgoFabricio salió del ascensor como un toro desbocado. Cerró la puerta de la oficina de Fátima Lombardi con tanta violencia que una señora en el piso de abajo pensó que había temblado la tierra. Caminaba a grandes zancadas, mascullando insultos entre dientes, con las manos sudadas y el ceño tan fruncido que parecía una grieta a punto de partirle la frente en dos.Fátima lo había rechazado. No solo lo había rechazado, lo había fulminado con una frialdad quirúrgica que le congeló la sangre.“En su oficina no se mezcla con nadie…” “No me molestes, Fabricio…” “El que firmó hasta el papel higiénico fuiste vos”.Cada palabra lo había perforado como si fuera una varilla oxidada clavándosele en el orgullo. Se sentía expuesto, traicionado, y más solo que nunca.Pero no podía quedarse a lamerse las heridas. No ahora.Entró a la obra media hora después, pateando el polvo del camino como un nene encaprichado. Buscaba algo de caos, algo que le dijera que todavía tenía
Capítulo – La Fuerza del AceroEl cielo apenas clareaba cuando el celular de Nicolás vibró sobre la mesa del comedor. En la cabaña costera donde se habían refugiado unos días, todo parecía tranquilo. El mar dormía, el viento no decía nada. Pero el mensaje cortó la calma como una hoja afilada.“Accidente grave en el sector cinco. Médico ya está en el lugar. La situación es seria. Se requiere tu presencia urgente.”Nicolás se quedó mirando la pantalla como si en esas palabras pudiera encontrar otra interpretación. Pero no había margen. Lo habían hecho. Fabricio había jugado su carta.Salió al pequeño patio, la brisa fresca del amanecer acariciándole el rostro. Anahir estaba sentada en una reposera, con una manta sobre las piernas y los ojos en el horizonte.—Pasó algo —dijo ella antes de que él abriera la boca.Nicolás asintió, tragando la rabia que empezaba a burbujearle en la sangre.—Un accidente en la obra. Me necesitan allá.—¿Grave?—Sí. Lo suficientemente armado como para hacerme
Capitulo: El Puñal de la Verdad Fabricio Castiglioni entró a la oficina central del Cinco Estrellas con el aire triunfal de quien cree tener todo bajo control. Esa mañana, se había levantado convencido de que la jugada estaba hecha.El accidente en la obra se había ejecutado como lo planeó: un peón contratado había hecho su teatro.Los médicos ya estaban interviniendo y la noticia, como pólvora, estaba a punto de explotar.“Nicolás Martínez, suspendido por negligencia en la obra.”Solo le faltaba una cosa: el silencio. Que Nicolás no estuviera para defenderse.Y así fue. Raúl, su asistente, ya le había confirmado que Nicolás estaba de licencia… por matrimonio.—¿Matrimonio? —repitió Fabricio en voz baja, soltando una sonrisa burlona—. Este tipo se cree en una novela.Se sirvió un café, celebrando en su interior como quien descorcha una botella tras una guerra ganada.Había esperado este momento desde que Fabián y Anahir lo desplazaron del control total del proyecto.Desde que Nicolás
Capitulo El Acero No Se Dobla Fácil El sol pegaba duro sobre la obra cuando Nicolás Martínez llegó. La camioneta se detuvo con suavidad en la entrada principal del Cinco Estrellas, y el aire denso de la tensión pareció arremolinarse a su alrededor. Bajó tranquilo. Demasiado tranquilo para el infierno que lo esperaba. El casco en la mano —que no pensaba ponerse todavía—, la mirada serena, los hombros rectos. En cuanto puso un pie en el terreno, lo primero que preguntó, ignorando el murmullo de obreros y empleados, fue: —¿Cómo está Gerardo? Un joven encargado de seguridad, nervioso, se apresuró a responder: —Fue trasladado al sanatorio, ingeniero. Parece que tiene un esguince fuerte en el tobillo, pero está estable. No hay fracturas al parecer . Nicolás asintió, absorbiendo la información como si nada más importara. —Eso es lo importante. —dijo en voz firme. Apenas terminó la frase, escuchó los pasos furiosos acercándose. Fabricio. Venía como un toro desbocad
Capitulo:El Beso de la VenganzaLa sala de reuniones de la oficina central del Cinco Estrellas estaba abarrotada.Inversionistas, ingenieros, encargados de obra, abogados, inspectores del ministerio…Cada uno ocupaba su silla como si el aire mismo fuera un campo de batalla invisible.Nicolás se sentó al fondo, sereno, mientras Fabricio tomaba la palabra con una falsa solemnidad.—Estamos aquí para proteger el proyecto —dijo Castiglioni, paseándose como un predador ansioso—. No podemos permitir negligencias que manchen nuestro nombre.Algunos ingenieros cruzaron miradas incómodas.Otros bajaron la cabeza.La tensión era tan densa que parecía que podían cortarla con un cúter.Uno de los encargados de obra, un tipo robusto y curtido, alzó la voz:—Si me permiten —dijo, dirigiéndose a todos—, el Capataz Martínez siempre supervisó todo. Jamás nos dejó solos. Esto… esto fue raro. Muy raro.Varios obreros asentían en silencio desde la puerta, desafiando a las miradas de los abogados del min
Capitulo El beso que no fue parte del contratoPunto de vista de Anahir El autobús interdepartamental avanzaba lento por la ruta, sacudido apenas por el viento de la tarde.Anahir iba sentada junto a la ventanilla, con la cabeza apoyada en el vidrio frío, mientras su celular le mostraba las primeras noticias del accidente en la obra.“Accidente grave en el sector cinco del Proyecto Cinco Estrellas. Obrero herido.”El estómago se le encogió.No necesitaba ver más.Sabía, intuía, que esto no era un accidente cualquiera.No cuando estaba Fabricio detrás.El celular vibró en su mano.El nombre de Fabián Marcilla iluminó la pantalla.Atendió enseguida.—Anahir —dijo él, con su tono firme y calmo—. Nicolás está en problemas. Necesito que vengas a la obra.Anahir apretó los labios, conteniendo la rabia que empezaba a hervir en las venas.—¿Qué pasó?—Se lo quieren sacar de encima. —Fabián no se anduvo con rodeos—. Pero yo exigí que, si suspenden a Nicolás, estés vos para ocupar su lugar. E
Capitulo: El Nombre que No Ensuciaría“No era parte del trato…Era parte de mi corazón.Y aunque el mundo creyera que era un juego,Ese beso fue la verdad más grande que jamás me atreví a decir."Eso le dijo Anahir cuando se despidió en la obra .Nicolás se acomodó el casco en la mano mientras caminaba hacia la camioneta.Ese beso.El beso que Anahir le había dado frente a todos, sin miedo, sin vergüenza, sin explicaciones.Ese beso le había cambiado todo.Había encendido en su pecho una llama que no se apagaría con el viento de las mentiras ni con el lodo de la traición.La guerra había comenzado.Y Nicolás Martínez no iba a dejar que le ensuciaran el nombre.Jamás, en toda su vida, había pisado un juzgado por culpa propia.Siempre había trabajado con las manos limpias, con la frente en alto.Pero si ahora debía entrar a tribunales para limpiar su honor y protegerla a ella…Que se prepararan.Iban a saber quién era realmente Nicolás MartínezLo importante ya se había logr