Me sudan las manos, aunque haya brisa fresca en la ciudad, el cabello se me mueve frenéticamente y yo intento acomodarlo con mis manos sudadas para que no se vea descuidado o despeinado. Intento caminar lento para no llegar agitada y con un maquillaje corrido. Debí optar por ese taxi que me recomendó mi padre, pero como soy muy testaruda decidí caminar para despejar los nervios y llegar más tranquila o eso es lo que intento hacerme creer. La verdad es que opté por caminar para no llegar tan deprisa y que me digan casi de inmediato que no. No recibir el duro golpe del rechazo tan pronto.
Puedo ver el letrero ondeante a un par de locales de donde estoy. Me detengo por un instante y respiro profundo. Los documentos est&aac
Me sudan las manos, aunque haya brisa fresca en la ciudad, el cabello se me mueve frenéticamente y yo intento acomodarlo con mis manos sudadas para que no se vea descuidado o despeinado. Intento caminar lento para no llegar agitada y con un maquillaje corrido. Debí optar por ese taxi que me recomendó mi padre, pero como soy muy testaruda decidí caminar para despejar los nervios y llegar más tranquila o eso es lo que intento hacerme creer. La verdad es que opté por caminar para no llegar tan deprisa y que me digan casi de inmediato que no. No recibir el duro golpe del rechazo tan pronto.Puedo ver el letrero ondeante a un par de locales de donde estoy. Me detengo por un instante y respiro profundo. Los documentos est&aac
La podredumbre del mundo está en los placeres intensos que te provocan las sensaciones peligrosas de la vida, Heather no lo sabía y se adentró en un mundo que ella no controlaba, perdiendo su inocencia, pero ganando mucho más que eso.El placer, el dinero, el sexo, la venganza y la codicia, le arrebataron todo aquello bueno que ella tenía, pero les estaba eternamente agradecida por eso.¿Crees que puedes encontrar el amor en los placeres más peligrosos o solo es una sensación amarga y pasajera?Obra originalTodos los derechos reservadosEspero que la disfruten, un abrazo y un beso!
La casa es grande y hermosa. Lujosa, tanto como la mía, incluso más. Está rodeada de hombres robustos y altos armados hasta los dientes, pero no estoy asustada, de hecho, la situación me produce de cierta manera un placer exquisito. Nunca me he asustado con facilidad, el mundo de gente hipócrita en el que nací no me permite eso, no me deja siquiera respirar, así que siempre he sido valiente, dispuesta a lo que sea para lograr mis objetivos. Para ser lo que quiero ser.Cuando lo vi supe de inmediato que era especial, pero que no era como todos en esa fiesta, que era mucho mejor que ellos. Llevaba demasiados guardaespaldas y un traje caro, pero que no sabía usar muy bien. Se notaba que era muy rico, pero que no había nacido con esa riqueza, sin embargo, estaba condenadamente guapo, así que solo moví el cabello, sonreí y él me vio, tal como quería.Nunca he sido una chica asu
Un año después…La persona que veo al espejo me gusta, realmente me gusta. Nunca había estado tan nerviosa, pero nunca había estado tan feliz, aunque haya dejado gran parte de mi vida en aquella ciudad.Hoy es mi primer día de clases en una escuela sofisticada y llena de lujos, ésa es la parte que me causa nervios, pero la que me causa felicidad es que me lo gané, luché mucho por ello y lo conseguí con sudor, lágrimas y muchas noches en vela. No es normal que esté feliz de dejar mis amigos y lo que tenía en mi antigua ciudad, pero siempre he pensado que tengo el alma de un nómada, nunca termino de adaptarme a un solo lugar, así que termino de peinar mi cabello frente al espejo, me arreglo la falda del uniforme, me levanto, tomo mi bolso y salgo de mi habitación.Mientras bajo las escaleras, puedo oler el delicioso sasón de mi madre en l
Taylor no deja de mover frenéticamente su pie mientras esperamos. Odia esta oficina, dice que tiene muy mal aspecto y una decoración corriente, lo cual es cierto.—¡Por un demonio! Deja de mover el pie, no harás que llegue más rápido —le digo, lo que hace que ella ruede los ojos.—Se supone que me iría a encontrar con Ethan, un poco de sexo en el auto no estaría nada mal —ahora soy yo quien rueda los ojos.Taylor es condenadamente hermosa, es la única chica que me haría competencia. Tiene grandes senos y una cintura pequeña, se hizo Botox en los labios, así que tiene la boca que todos quieren tener en su pene, pero cuando se trata de precisamente penes, es una estúpida. Su favorito, es el de Ethan.—Él debe estar intentando meterle el pene a una becada y tú estás aquí llorando por él.—No e
—Buen día, nueva —la chica llamada Emily pasa por al lado de mi mesa con una sonrisa radiante. En sus manos lleva su bandeja de comida. Se sienta en una mesa ubicada a unos cuentos metros de la mía, junto a una chica de cabello rizado y un chico de lentes y sonrisa linda.Intento no mirar muy seguido hacia aquella mesa, pero se me hace casi inevitable. Estoy sola y siento que todos me miran lo cual es ya bastante incómodo. Con las chicas no éramos las chicas más buscadas y con más amigos en mi antigua escuela, de hecho, nos conformábamos con nuestra amistad; nuestro pequeño grupo de tres, pero tampoco éramos desconocidas, así que de una u otra forma siempre estaba rodeada de personas.Aquí me siento como una completa extraña. Como un extraterrestre, un bicho raro con una cabeza gigante, como si no perteneciera a este lugar y el hecho de que sea mi tercer día y aun no
Hoy se cumple una semana desde que llegué a la ciudad y a esta escuela tan extraña e intimidante. He aprendido mucho en tan poco tiempo.Las personas que toda su vida han vivido en casas grandes y no se han preocupado por cuánto gastan al mes, llevan reglas en sus vidas “perfectas”. En mi clase de francés un chico llamado Ariel, sí, Ariel, tuvo una fuerte discusión con nuestro profesor debido a que no enseñó los tiempos verbales en el orden que él quería, alegando, que su padre, quién había vivido la mitad de su vida en París, tampoco lo habría permitido.Algunos lo apoyaron, otros como yo, vimos la discusión innecesaria y estúpida. De hecho, gracias a ello, nos perdimos toda la clase.Ahora camino entre las mesas de la cafetería con mi bandeja llena de papas fritas y una provocativa hamburguesa, buscando el rostro fami
—La directora Amelia llamó a mi oficina. Claramente no pude atenderla. ¿Pasó algo que quieras contarme?Antes de contestarle a mi madre, veo cómo la sirvienta nos trae el desayuno. El sol le molesta en la cara mientras camina con la bandeja, pero no podemos evitar desayunar en el jardín. Nos encanta.—Nada importante. Un pequeño cruce de ideas no compartidas —contesto mientras colocan frente a mí, mi fruta.—Candice, te conozco, sé que debió ser más que un cruce de ideas para que llamara a mi oficina —dice luego de tomar un sorbo de su jugo de naranja.—Te dije que papaya no, ¿acaso no entiendes?—Lo lamento, señorita Candice, lo olvidé —ruedo los ojos.—Como sea, vete.—Gracias Marta, puedes retirarte —le dice mi madre.—En todo caso, ya lo he soluciona