La casa es grande y hermosa. Lujosa, tanto como la mía, incluso más. Está rodeada de hombres robustos y altos armados hasta los dientes, pero no estoy asustada, de hecho, la situación me produce de cierta manera un placer exquisito. Nunca me he asustado con facilidad, el mundo de gente hipócrita en el que nací no me permite eso, no me deja siquiera respirar, así que siempre he sido valiente, dispuesta a lo que sea para lograr mis objetivos. Para ser lo que quiero ser.
Cuando lo vi supe de inmediato que era especial, pero que no era como todos en esa fiesta, que era mucho mejor que ellos. Llevaba demasiados guardaespaldas y un traje caro, pero que no sabía usar muy bien. Se notaba que era muy rico, pero que no había nacido con esa riqueza, sin embargo, estaba condenadamente guapo, así que solo moví el cabello, sonreí y él me vio, tal como quería.
Nunca he sido una chica asustada por lo que la vida me haga, ya que la tengo resuelta, así que me he metido en sin fin de problemas, solo para llenar esa falta de adrenalina que tiene mi cuerpo, pero he de admitir que esto es verdaderamente otro nivel. Aun así, estoy lista para verlo de nuevo.
Los guardias me dejan entrar de inmediato y me guían hasta una habitación lujosa, radiante y espaciosa, me piden que espere y así lo hago, pero no sentada como me lo ordenaron. La inspecciono y está impecable, con cuadros de artistas lujosos, decoraciones importadas y numerosas armas en un elegante y sofisticado mueble decorativo. Escucho pasos que se acercan así que de inmediato me siento en el sillón.
Él entra ajustándose su corbata y se acerca a mí. Me inspecciona de pie a cabeza y sonríe con lo que ve, también lo hago, porque amo que me consideren hermosa, sí, es algo narcisista, pero no me importa. Estoy acostumbrada a recibir halagos y que los socios de mis padres se empeñen en que sea su amante, pero, aunque me importa poco ser una, no necesito de esos idiotas, necesito de un verdadero hombre, como el que tengo al frente.
—Es un verdadero placer que hayas decidido venir, princesa —su voz es grave. Condenadamente sexi.
—Te dije que lo haría, y yo siempre cumplo mis promesas —él me sonríe, por segunda vez en el día.
—Creo que es mi deber decir lo hermosa que te ves. Cuando te vi, supe que eras tú. Tienes todo para el trabajo que necesito.
—Y según tú, ¿qué es lo que tengo para ese trabajo que necesitas? —se acerca más a mí, toma mi mano y hace que me levante.
Hace que gire y siento su mirada en mis piernas descubierta por la falda tan corta que traje.
—Como dije, todo —enfatiza—, causaras revuelo, princesa.
—Alto allí, yo no he dicho que sí.
—Pero lo harás —se aleja y se sienta en el sillón frente a mí—, todas lo hacen, todas desearían una vida como la que te puedo dar. Todo el dinero que ganarás, podrías gastarlo en tres vidas.
—Ya yo tengo el dinero para cinco —contesto con una sonrisa ladeada—, tú muy bien lo sabes.
—Te elegí porque te vi y supe qué querías y sé que no es dinero; adrenalina, esa tengo por montones.
Lo tengo todo, toda mi vida lo he tenido. Vivo en un vecindario hermoso, conduzco un auto que todos querrían, pero no todos pueden pagar, las mejores marcas me visten, así que sí, no hay dinero que me falte, pero su mirada tiene algo, me atrapa, me seduce, me hace querer saber más. Lo miro sorprendida cuando lo escucho ya que me leyó la mente. Es exacto lo que quiero, es aquello lo único que no puedo comprar con dinero.
—Tengo todo el dinero del mundo, pero ya que es un trabajo no lo voy a hacer gratis. ¿De cuánto estamos hablando?
—Como sabes, me rodeo de gente importante como tú, así que mis clientes son… generosos, mucho.
—Aún no me dices cuánto, Dominick. Quiero la cantidad.
—No te puedo decir la cantidad exacta, hay trabajos más pesados que otros por ende vas a ganar más, pero te aseguro que son muchos, de verdad, muchos cientos de miles de dólares —alardea
Tengo que admitir que no me impresiona, pero soy codiciosa. No me puedo negar a algo así.
—¿Seguridad?
—Cuido a mis princesas —contesta—, es algo que tienes que tener seguro.
—Lo último que quiero es que el apellido de mi familia aparezca en una revista de chismes baratos porque no me protejas.
—Créeme, Candice, yo tampoco necesito que mi nombre salga en una de esas revistas. ¿Algo más? —yo niego con la cabeza.
Se acerca a mi sitio colocando sus manos en el brazo del sillón para apoyarse. Su increíble aroma llega a mí y me dan unas ganas alocadas de besarlo.
—Acepta, no puedo aceptar un no por respuesta —su aliento choca en mi rostro debido a la cercanía—. Te veo y me dan ganas de convertirte en solo mía, pero haremos dinero juntos, ¿no?
Sonrío para él, me acerco a su oído.
—Acepto aunque podemos hacer muchas más cosas que solo ganar dinero.
Él parece entender mi propuesta ya que se aleja y se acomoda en el sillón de al frente mientras que se deshace de su corbata.
—Enséñame qué otras cosas podemos hacer.
Me levanto de mi lugar y me paso mi blusa por encima de mi cabeza, dejo caer mi falda por mis piernas y me quedo en ropa interior frente a él. Su mirada se oscurece, su mandíbula se aprieta, su cuerpo lo grita. Quiero cogerme aquí y ahora y yo dejaré que lo haga.
Un año después…La persona que veo al espejo me gusta, realmente me gusta. Nunca había estado tan nerviosa, pero nunca había estado tan feliz, aunque haya dejado gran parte de mi vida en aquella ciudad.Hoy es mi primer día de clases en una escuela sofisticada y llena de lujos, ésa es la parte que me causa nervios, pero la que me causa felicidad es que me lo gané, luché mucho por ello y lo conseguí con sudor, lágrimas y muchas noches en vela. No es normal que esté feliz de dejar mis amigos y lo que tenía en mi antigua ciudad, pero siempre he pensado que tengo el alma de un nómada, nunca termino de adaptarme a un solo lugar, así que termino de peinar mi cabello frente al espejo, me arreglo la falda del uniforme, me levanto, tomo mi bolso y salgo de mi habitación.Mientras bajo las escaleras, puedo oler el delicioso sasón de mi madre en l
Taylor no deja de mover frenéticamente su pie mientras esperamos. Odia esta oficina, dice que tiene muy mal aspecto y una decoración corriente, lo cual es cierto.—¡Por un demonio! Deja de mover el pie, no harás que llegue más rápido —le digo, lo que hace que ella ruede los ojos.—Se supone que me iría a encontrar con Ethan, un poco de sexo en el auto no estaría nada mal —ahora soy yo quien rueda los ojos.Taylor es condenadamente hermosa, es la única chica que me haría competencia. Tiene grandes senos y una cintura pequeña, se hizo Botox en los labios, así que tiene la boca que todos quieren tener en su pene, pero cuando se trata de precisamente penes, es una estúpida. Su favorito, es el de Ethan.—Él debe estar intentando meterle el pene a una becada y tú estás aquí llorando por él.—No e
—Buen día, nueva —la chica llamada Emily pasa por al lado de mi mesa con una sonrisa radiante. En sus manos lleva su bandeja de comida. Se sienta en una mesa ubicada a unos cuentos metros de la mía, junto a una chica de cabello rizado y un chico de lentes y sonrisa linda.Intento no mirar muy seguido hacia aquella mesa, pero se me hace casi inevitable. Estoy sola y siento que todos me miran lo cual es ya bastante incómodo. Con las chicas no éramos las chicas más buscadas y con más amigos en mi antigua escuela, de hecho, nos conformábamos con nuestra amistad; nuestro pequeño grupo de tres, pero tampoco éramos desconocidas, así que de una u otra forma siempre estaba rodeada de personas.Aquí me siento como una completa extraña. Como un extraterrestre, un bicho raro con una cabeza gigante, como si no perteneciera a este lugar y el hecho de que sea mi tercer día y aun no
Hoy se cumple una semana desde que llegué a la ciudad y a esta escuela tan extraña e intimidante. He aprendido mucho en tan poco tiempo.Las personas que toda su vida han vivido en casas grandes y no se han preocupado por cuánto gastan al mes, llevan reglas en sus vidas “perfectas”. En mi clase de francés un chico llamado Ariel, sí, Ariel, tuvo una fuerte discusión con nuestro profesor debido a que no enseñó los tiempos verbales en el orden que él quería, alegando, que su padre, quién había vivido la mitad de su vida en París, tampoco lo habría permitido.Algunos lo apoyaron, otros como yo, vimos la discusión innecesaria y estúpida. De hecho, gracias a ello, nos perdimos toda la clase.Ahora camino entre las mesas de la cafetería con mi bandeja llena de papas fritas y una provocativa hamburguesa, buscando el rostro fami
—La directora Amelia llamó a mi oficina. Claramente no pude atenderla. ¿Pasó algo que quieras contarme?Antes de contestarle a mi madre, veo cómo la sirvienta nos trae el desayuno. El sol le molesta en la cara mientras camina con la bandeja, pero no podemos evitar desayunar en el jardín. Nos encanta.—Nada importante. Un pequeño cruce de ideas no compartidas —contesto mientras colocan frente a mí, mi fruta.—Candice, te conozco, sé que debió ser más que un cruce de ideas para que llamara a mi oficina —dice luego de tomar un sorbo de su jugo de naranja.—Te dije que papaya no, ¿acaso no entiendes?—Lo lamento, señorita Candice, lo olvidé —ruedo los ojos.—Como sea, vete.—Gracias Marta, puedes retirarte —le dice mi madre.—En todo caso, ya lo he soluciona
La situación del auto negro y fino, me inquietó por varios días, simplemente no puedo explicar lo que esto provocó en mí. Sin embargo, nunca se me cruzó la idea de contárselo a alguien, tal vez es por el rostro brillante de mi madre y su semblante despreocupado y tranquilo, o tal vez es por inmensa felicidad de mi padre al contar sobre su nuevo trabajo. Están felices y contestos, no se merecen algo así, no se merecen una preocupación posiblemente inexistente.Ahora, con la mente un poco liada, me subo al auto de mi padre rumbo a la escuela. Hemos estado intentando conseguir algún auto de segunda para mí, pero en este vecindario son muy costosos. A parte, en el lugar donde trabaja mi padre está irrefutablemente fuera de nuestro alcance.—¿Cómo te sientes en la escuela? Creo que no había tenido la oportunidad de preguntarte, cariño —observo a
Es fin de semana y mi felicidad está alcanzando el máximo poder. Las chicas llegan de visita por estos dos días, así, que tanto mis padres como yo, nos sentimos realmente emocionados de recibirlas. Mientras arreglo mi habitación escucho que en la planta baja mamá y papá preparan algo en la cocina.Alrededor de media hora después mi habitación está lista para recibir a mis dos mejores amigas, así que bajo las escaleras de dos en dos y llego a la cocina donde efectivamente mis padres terminas los últimos arreglos de lo que parece ser una deliciosa tarta. Especialidad de mi madre.—¿Crees que se tarden mucho en llegar? —le pregunto a papá que intenta colocar la tarta sobre la mesa sin que se caiga o se arruine.—No lo sé, cariño, tal vez… —su respuesta se ve interrumpida por el sonido del timbre justo al frente de la casa.
Cuando cruzamos la enorme puerta principal, noto que la música está más alta de lo que parecía y que dentro, es definitivamente más que una fiesta de adolescentes. De hecho, no hay adolescentes. Maya se detiene a medio camino y viene hacia mí.—Tenemos que irnos, Heather, tenemos que irnos ya —escucho su voz elevada intenta sobresalir ante lo fuerte de la música.—Lo sé, pero al parecer Camile no quiere —señalo a la susodicha que está pegada a una copa de lo que parece ser champaña—. No podemos irnos sin ella.—Veo en sus rostros que quieren irse —Candice se aparece de la nada—, pero no pueden. Sebastián prometió que las llevaría a su casa y así tiene que ser. Además, Heather, te quiero presentar a alguien.—No nos vamos a volver a subir al auto de un desconocido que te coges —Candice l