Naiara
A lo lejos se escuchaba los golpes de las espadas y los gritos de fuerza de la lucha que sucedía a pocos metros. Veía como brillaba en los pasillos las luces de la lanza de mi caballero y aun cuando quería estar con él y evitar esto… yo sabía que era imposible, él tenía razón, tenía que dejarme el camino libre para que yo hiciera lo que tenía que hacer.
—Mi caballero siempre tiene la fortaleza para salir de sus enfrentamientos, y es uno de los combatientes más hábiles que he visto en mi vida— me repetía a mí misma.
Yo había combatido, he luchado en unas cuantas batallas ya. Me había librado de mercenarios, había peleado con un esposo abusivo,
Naiara Tenía que reconocer que su poder me impresionaba, así como me asustaba. Yo misma había empezado a entender mi poder no hace mucho tiempo. En cambio, la soltura con la que él expandía su resplandor y me hacía sentirlo, en cada fibra de mi ser... me daba a entender que él tenía mucho más tiempo usándolo, conociéndolo, haciéndolo parte de él. Y tal como él mismo decía, no tenía miedo a usarlo, él simplemente tomaba y tomaba sin pensar en las consecuencias y sin considerar a nadie más que a sí mismo. —Ese ha sido siempre tu problema, hay mucho de lo que se puede saber de una persona simplemente de haber estado a escondida, de haber rehusado a salir por miedo, por precaución. Esperando y esperando….— dice de repente y empiezo a sentir cada vez más su calor, sus manos se van extendiendo, sus brazos abriéndose como si fueran rayos del sol. Se siente.... diferente. No del todo opuesto y eso me asusta. —La pequeña princesa siempre esperando el momento oportuno y haciéndole caso a
Naiara—Sabía que tu madre Iba a ser la destrucción de este imperio y de todo lo que conocíamos. Mi padre nunca tuvo que haberse casado de nuevo, ¡y menos con una cualquiera como ella! — bramaba Markus desesperado, haciendo uso de toda su fuerza y rabia. Yo sentía que el origen de su poder estaba ahí en la destrucción, pero también en ese resentimiento y esa maldad. —¡Tú eres el que ha destruido este imperio! ¡Los has llenado de mercenarios y enemigos! — digo yo atacando. Y ese deseo de proteger a todos hace que mi luz sea más intensa y rechace la de él. Las mangas de mi camisa ya están casi quemadas, y mi vestido tiene bordes rotos y quemados al fondo. Sigo descalza, me siento con las manos enrojecidas y la piel resquebrajada, mi cuerpo estando al límite. Markus parece un gran emperador en decadencia, sus ropas están llenas de polvo y él lucha con ferocidad, mientras yo lanzo ahora rayos que van cortando su traje y también dejando heridas. Su corona sigua ahí, en su cabeza, intac
Layne —Maldición…— decía suspirando mientras caía de costado y rodaba a un lado para evitar su pesada espada. Sacha era un hombre inmenso, lleno de violencia, que ya se había dedicado a doblegarme y acabar conmigo. Yo lo esquivaba y seguía rodando, mientras caía entre las ruinas de lo que se había convertido este lugar. Algo me decía que afuera estaría igual, aunque había vítores y ya escuchaba a lo lejos los gritos del capitán ordenando. La guerra posiblemente había terminado allá afuera... y, en cambio, aquí adentro sucedía lo decisivo. —¿Cuándo te vas a rendir caballero? Debo reconocer que has hecho una pelea muy honorable. Acabaste con mucho de mis hombres en el palacio, y has llegado hasta aquí, has cumplido tu deber y has sido un hombre admirable… pero tus fuerzas se acaban— decía el comandante. Su armadura era prácticamente una muralla llena de metales y aun cuando él era un hombre grande y toda su protección era pesada, se movía bastante bien y había logrado cansarme.
Naiara Me sentía invencible, con una sensación de certeza y de poder como nunca había tenido. Podía sentir con total cercanía como la energía de la estrella que pasaba sobre mí, dentro de mí y a mi alrededor. Era una fuerza y una esperanza como nunca había sentido en toda mi vida. Mi cuerpo temblaba y mi piel se erizaba del fluyente de energía del cual no estaba acostumbrada. Pero yo había entendido que se tenía que hacer lo necesario para acabar con esta maldad, y yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera para lograrlo, no importa lo que me costara. Markus me veía con ojos desorbitados y él mismo sabía que su fin se acercaba. Yo había tenido ayuda de nuevo, era cierto, pero esto era más de lo que yo alguna vez pude haber pedido. Estos eran los astros y los dioses inmiscuyendo en temas de humanos, algo que posiblemente no hayan hecho desde que el mundo se creó. Era mi esperanza y tenía que aprovecharla. Él se arrastraba y si bien en su mirada veía inclusive miedo... por un
Naiara—Mi caballero oscuro… mi amor— decía, acariciando su cabello mientras él yacía aún en mi regazo. —Mi más puro amor... el amor de mi vida… — decía yo observándolo e imaginando que estaba en un profundo sueño. Escuchaba llantos desesperanzados y Roldán que llamaba su tío. Subían más y más pasos del pasillo de las escaleras y escuchaba más gritos mientras soldados caminaban cerca de mí revisando si realmente la amenaza había pasado. ¿Realmente había terminado todo? ¿Realmente él había perdido y yo había ganado? Porque en este momento sentía que yo había perdido absolutamente todo. Mis manos me escocían, y tenía la piel enrojecida que se iba curando poco a poco. Pero nada me dolía más que mis ojos ardientes y mi corazón vacío. La noche había cubierto todo y la estrella seguía pasando ahora más lejos llevando su mensaje. Y ahora la ciudad estaba tranquila, y los animales estaban callados, solo quedaban las aves, cuervos negros de mi señor que venía y se posaban cerca, cabizbaj
Layne Me había sentido como flotando en la nada, no tenía idea desde hace cuánto y parte de mí tenía la extraña sensación de estarme perdiendo algo importante, aunque no sabía qué era. Recordaba la guerra. Markus. El fuego en la ciudad. Los ataques. Todos peligros y problemas para mi princesa, y yo estaba aquí, no sabía dónde, como suspendido en la nada. Y mi esperanza era llegar a ella, aunque no sabía cómo. A veces yo estaba consciente y otras veces sentía que dormitaba aunque no descansaba. Tenía esa sola preocupación, encontrarla. Del resto parecía como si parte de mí se estuviera recuperando, las piezas se armarán, y todo poco a poco fueron encontrando su lugar. Eso era lo que yo creía, al menos, aunque yo no tenía certeza de nada. Solo sabía una cosa: por pequeños momentos yo la sentía cerca. Sabía que Naiara no estaba aquí, pero con todo y eso tenía pequeñas ráfagas de ideas, pequeños estímulos que me hacían creer que ella estaba a mi lado. Parecía como si estuviera en
Brock —Y así fue como sucedió todo, contábamos nuestros soldados muertos, ayudamos a que la ciudad se volviera a reconstruir y finalmente con el tiempo... pareciera como si nada hubiese pasado— le contaba a mi primo. Por supuesto que yo había salido corriendo de Bousquet con solo saber que él había despertado, debía decir que mi florecita y yo nunca habíamos perdido las esperanzas. Y aquí estaba, mi querido primo. Más fuerte que nunca. Fuerte como el imperio… pero obvio, siempre preocupado, pensando, planificando. —Entiendo... por supuesto que me hubiese gustado estar ahí y ayudar con todo lo que pudiera— dice él. —Y nosotros te extrañamos, cada día... cuando Naiara... hizo lo que hizo, no lo entendíamos, no creemos que ni siquiera...fuera capaz de hacer lo que hizo. Queríamos sacarla de la fortaleza que se caía… pero ella se negaba. Al final solo quedaron ruinas, y bajo todo eso… ella ahí, cuidándote, protegiéndote. Y no sé como, pero… respirabas. Fue impresionante. De ahí s
Layne —¡Ha sido un viaje muy interesante, tío! Y lo que entendí después fue que, si bien habían cosas que había hecho muy mal el rey Pavel... es verdad que Sarassea era realmente imponente. La ciudad es fantástica, y creo que es la solución de que una de las familias más antiguas y qué más había contribuido con el bienestar del reino, fueran los descendientes al trono.— decía feliz. —Sin contar que se ha hecho justicia, especialmente por todas las damas que habían sufrido el abuso del Rey. Ellas y su familia han obtenido tierras y mejores posiciones... aunque nada les hará olvidar el horror de las acciones de difunto rey—decía mi sobrino muy emocionado. Una comitiva había ido a Sarassea a ayudar en los problemas ahí, y todo había resultado mejor de lo que pensábamos. —Roldán... deja de entretener a tu tío que debe estar pensando en cosas más importantes. Le espera un día de muchas emociones— decía Brock. —Está bien... necesito entretenerme un poco— respondía yo mientras me mir