Zaid apretó la camisa de Bruno en cuanto éste comenzó a acariciar sus piernas hasta posarse en medio de estas. Pensaba que ningún hombre lo tocaría de esa forma, siempre pensó que cuando eso sucediera sería en un lugar especial. Nunca en un club.
En un movimiento ágil, Zaid quedó sobre la mesa donde estaban las bebidas. El zorro lo miró sin entender lo que pretendía hacer, hasta que levantó su vestido y entró la cabeza entre sus piernas, bajando su ropa interior hasta sus tobillos, seguido de eso, quitándola de su cuerpo.
Bruno estaba realmente sorprendido con lo que estaba viendo. Era cierto, en lugar de sentirse asqueado por ver las partes íntimas de Zaid, se vio hipnotizado por las mismas. Colocó de forma correcta sus manos en los muslos del chico, haciéndolo jadear al sentir sus piernas separadas.
Se quitó el saco que traía puesto, colocó las piernas del chico sobre sus hombros y se dispuso a acercar sus labios tibios por el vodka sin hielo que había estado bebiendo.
Lo primero que hizo fue pasar su lugar por los muslos del chico, escuchándolo jadear y arquear todo su cuerpo se sentía increíble sentir ese tacto por primera vez, y el alcohol estaba ayudando a que la calentura de su cuerpo subiese a mil por hora.
Zaid dejó salir un gemido agudo, quitándose los zapatos cuando la lengua de Bruno tocó sus pliegues y se sumergió. El menor estaba en un terreno desconocido y no sabía que le esperaría después. Intentó cerrar las piernas cuando Bruno siguió con su trabajo, dándole placer a su pequeño miembro que había crecido de forma considerable para lo pequeño que era.
El chico hizo puño sus pequeñas manos y sus pies siguieron arqueándose.
— Detente —el chico arrastró las palabras—. Por favor...
— No —sacó un momento el rostro de las piernas del chico—. Sé que deseas correrte —besó la parte interna del muslo—. Nadie nos está escuchando y la puerta está cerrada.
— No creo que debas de seguir —sus mejillas estaban más rojas que una cereza, su respiración estaba entrecortada—. Creo que...
— No —volvió a meter la cabeza entre el vestido del chico—. También quieres esto, así que no hagamos las cosas más largas.
Antes de que el chico pudiese decir algo más, la lengua de Bruno volvió a su trabajo, dándole placer a ambas partes íntimas de su cuerpo. Se sostuvo de los bordes de la mesa en cuanto todo su cuerpo comenzó a moverse de una manera diferente.
Sus fluidos no tardaron en salir, y de inmediato se dio cuenta de que se había corrido sin avisarle al mayor. Pensó que quizás saldría de allí en cuanto se diera cuenta de lo que había pasado, pero fue todo lo contrario, hasta que todo no salió del cuerpo del menor no hizo ningún movimiento en salirse.
— No tenías que hacerlo —murmuró Zaid, bajito, después de que Bruno lo ayudara a colocarse la ropa interior de forma correcta.
— Ven —rodeó al chico con sus brazos e hizo que envolviese sus piernas alrededor de su cuerpo—. Hablas como si nunca te hubiesen dado placer —se sentó con el chico encima de sus piernas, y tomó una vez más el vaso medio vacío de Vodka.
— Nunca habían hecho esto por mí —si cola se movió de un lado a otro, llamando la atención de Bruno—. Gracias por hacer eso por mí.
— No te preocupes —besó sus labios, y después le dio de beber del vaso—. Prueba esto, es algo fuerte pero quitará tus nervios.
El chico asintió, y sin dejar de verlo bebió todo lo que había en el vaso. Su garganta se sintió irritada, por lo que terminó tosiendo un poco, escuchando la risa del mayor.
— Te lo has tomado todo de un solo golpe —le quitó el vaso, y el chico recostó su mejilla en el hombro del mayor—, ¿Estás muy cansado?
— Si, todo me da vueltas —bostezó—. No sé dónde está mi hermano y no tengo dinero para irme a mi casa.
— ¿Por qué? —apretó al chico contra su cuerpo—. Recuerda que tu hermano te dejó bajo mi cargo y tenemos algo pendiente.
— No recuerdo —sus mejillas se pusieron calientes—. Lo único que recuerdo es que estoy muy cansado en este momento.
— ¿Quieres que te lleve a tu casa? —preguntó, acariciando la cola del chico con sus dedos.
— Mi hermano no está en casa —suspiró, cerrando los ojos—. No puedo regresar sin él y estoy seguro de que no me llamará.
— Entonces vámonos —hizo que el chico se colocara de pie y luego se levantó, colocándose el saco—. Estás muy borracho como para mantenerte en pie.
— Si, lo siento —se sostuvo del brazo de Bruno, mientras caminaban hacia la salida del VIP.
— ¿Por qué te disculpas? —abrió la puerta—. Que yo recuerde no has hecho nada malo.
— No suelo beber, y cuando lo hago me duermo muy rápido —dijo apenado—. Es una mala primera impresión.
— No —rió entre dientes—. No has hecho nada malo como para que la primera impresión que tengo de ti sea mala. Todo lo contrario —rodeó los hombros del chico con su brazo—. Muchos borrachos a tu edad estarían desnudos por todo el club, tú te has comportado de una forma pacífica y eso me gusta.
— Es bueno saberlo.
Bruno se abrió paso entre todas las personas que habían bailando en la pista de baile, divisó a los dos tipos que habían estado anteriormente molestando a Zaid y a su hermano en la mesa. Arqueó una ceja, y luego sonrió.
Caminó hacia el estacionamiento del lugar, no tenía idea de donde estaba su carro, por lo que buscó sus llaves en el bolsillo del saco. Suspiró con cansancio al encontrarlo tan lejos de donde estaban. La culpa de eso la tenía su hermano, quien decidió estacionarse lejos para que algo malo no le pasara a su precioso carro.
— ¿Está muy lejos? Me duelen los pies —se quejó en voz baja—. Nunca vuelvo a colocarme estos tacones en mi vida.
— Te ves muy bien con ellos —le guiñó un ojo, y luego se dispuso a cargarlo—. Así llegaremos más rápido.
— Gracias —rodeó los hombros de Bruno—. Espero que mi cola no se esté viendo.
— Nadie más la verá —caminó hacia la última parte del estacionamiento—. La próxima vez me estaciono más cerca de la puerta de salida.
— No es tan malo estacionarse en lugares como este —se encogió de hombros—. Aunque, puede que hayan muchas personas que les encante tener sexo...
— No sigas —apretó los labios—. Es asqueroso el encontrar semen en la puerta, y más si no es mío.
Zaid infló las mejillas, estaba más que claro de que Bruno sabía que cosas decir en esos momentos. Al parecer ya le era costumbre el acostarse con personas después de la muerte de su esposa. Fue depositado en el asiento del conductor, seguido de eso colocándole en cinturón de seguridad.
En cuanto Bruno comenzó a conducir por la carretera, el chico apoyó su cabeza en el cristal de la ventana. Estaba realmente cansado, y estaba seguro de que muy pronto caería dormido.
Llegaron a un hotel que a leguas se veía súper caro. Con sólo ver la ropa de los botones encargados de los equipajes. Un valet Parking se acercó para abrirles la puerta y él le sonrió sin mostrar los dientes.
Bruno no se tomó eso muy bien, por lo que cerró la puerta con fuerza, llamando la atención de ambos. Zaid volvió a sonreírle al Valet Parking, pero con más timidez y soltó su mano, caminando rápidamente hacia donde Bruno, quien rodeó su cuerpo con uno de sus brazos.
— Espero que mi auto esté sano y salvo —le lanzó las llaves, y caminó hacia el interior del recibidor del hotel a pasos rápidos.
— Eso fue muy grosero —dejó salir un hipo—. Sólo estaba tratando de ser amable.
— Amable mis bolas —bufó—. Eso no era ser amable, estaba coqueteando contigo.
— Claro que no —hizo un puchero—. No lo dejaste que iniciara.
— ¿Acaso querías que fuese más lejos? —arqueó una ceja—. Sólo.
— No, no —negó rápidamente—. Nadie se había mostrado interesado por mí. Mis hermanos se llevaban la atención en todo lo que hacía.
— Eso es algo malo —hizo una mueca—. La suite presidencial, por favor —le indicó a la chica, mientras le pasaba la tarjeta de crédito—. En mi caso es todo lo contrario, mi hermano siempre estaba estudiando y yo llevándome la atención de todos.
— Creo que en ese caso —se encogió de hombros—. No me gusta mucho salir de fiesta, mi hermano siempre salía los fines de semana con mis demás hermanas.
Bruno sólo pudo negar con la cabeza, tomando la tarjeta de la habitación y yendo hacia el elevador. El chico sin duda se parecía a su hermano en ese aspecto. Eran unos completos nerds en toda la regla de la palabra. Sin soltarlo esperaron a que el elevador se detuviese en el último piso.
— ¿Vamos a tener sexo? —preguntó, de repente.
— ¿Qué? —Bruno tuvo que pestañear varias veces—, ¿Escuché bien?
— Sí —mordió su labio, desviando la mirada hacia el piso—. Digo, sé que me trajiste a este lugar para eso, sino ya te hubieses ido dejándome aquí solo para pasar la noche.
— Bueno —apretó la cadera del chico, y se rascó la nuca—. En eso tienes razón, pero no te voy a obligar hacerlo. Habías dicho que nunca habías experimentado...
— Soy virgen —dijo, aún más apenado que las veces anteriores—. Es la primera vez que llego a algo más con alguien... yo uh... nunca había dado un beso también...
— Alto —dijo Bruno, interrumpiendo al chico—, ¿Nunca habías experimentado el placer en tu vida? —negó con la cabeza—, ¿Un poco? ¿Toques subido de tono? —volvió a negar—. Es una información interesante, ¿Por qué dejaste que te hiciera todo eso?
— No sé... nunca alguien se había mostrado interesado en mí en lo que respecta a sexo —las puertas se abrieron—. Es decir, toda la atención se la llevaban mis hermanos, no yo.
— Tienes pinta de ser un nerd —caminaron hacia la última puerta de ese piso—. Ya puedes quitarte los zapatos, estoy seguro de que no los aguantas más.
Zaid asintió, esperó a que Bruno abriese la puerta para poder quitarse los zapatos. La habitación era lujosa a comparación de las que había ido anteriormente. Sus padres siempre se llevaban la habitación presidencial a los viajes a los que iban por lo que siempre se quedaban en las demás.
Antes de que pudiese al menos quitarse el último zapato de tacón, ya tenía los labios de Bruno sobre los suyos, besándolo de manera apasionada, que le hacía perder el aliento. Ni siquiera lo dejó observar con más interés el lugar.
Una de sus piernas fue sujetada por la mano del mayor y, seguidamente de eso, la otra, logrando que envolviese sus piernas en la cadera del otro. Su cola fue puesta al descubierto, dejándola salir de su escondite.
Su cuerpo volvió a ponerse caliente por lo que de pronto se sintió más encendido que hace un rato en el club.
Las manos de Bruno acariciaban sus piernas, subiendo poco a poco su vestido, dejándolo expuesto. Sabía lo que se avecinaba desde que entró a la habitación, y desde que fue depositado en la cama, pero sus sospechas fueron puestas en el momento que se vio desnudo y con sólo una braga puesta.
Se apoyó sobre sus codos para ver como el otro se quitaba la ropa, también quedando igual que él. Los labios del otro se mantuvieron sobre los suyos una vez más. Las manos temblorosas de Zaid tomaron el rostro de Bruno, mientras era besado.
Dejó salir un suspiro sin poder evitarlo cuando fue despojado de sus bragas o mejor dicho, cuando estas fueron rotas.
— Sólo relájate —besó la frente del chico—. Será placentero para los dos.
— ¿Dolerá? —preguntó, dejándose caer sobre la cama, y Bruno se preguntó si en el mundo pudiese haber alguien tan perfecto como lo era el niño que tenía debajo de su cuerpo.
— Sólo al inicio —se quitó la ropa interior—. Dame un momento se bajó de la cama buscando en su pantalón un condón.
En cuanto lo encontró se dispuso a ponérselos y luego se acercó a la cama donde se disgustó pasando sus manos por el cuerpo del menor. El chico estaba tenso por lo que optó por colocar sus piernas y besarlo.
— Tienes unos ojos muy hermosos —confesó, sin poder evitarlo—. Son de un color único.
— Muchas gracias —dijo pusilánime.
Bruno le sonrió, y se fijó en la marca que el chico tenía en el cuello, en cada uno de los lunares que adornaban su piel, los cuales eran muchos. En la cola que se asomaba, saliendo debajo de su cuerpo y haciendo de las suyas al colocarse alrededor del cuerpo del menor.
Tomó con una de sus manos su entrepierna y se fue introduciendo de a poco para no causarle dolor alguno. Se sorprendió al encontrarlo tan lubricado y que su pene se abriera paso sin ningún problema en el proceso.
Mientras se iba introduciendo no despegó su mirada de la del zorro. Todas sus facciones cambiaron a una llena de dolor que de a poco iba cambiando a una llena de placer, ya que, Bruno había tomado su pequeño miembro entre sus dedos y había comenzado con un lento vaivén al igual que las embestidas.
Por primera vez en su vida Zaid conocía el placer del que tanto su hermano le hablaba.
Sólo esperaba que ese placer que estaba sintiendo no fuese algo más.
Zaid rodeó con su cola el cuerpo de Bruno cuando una de las embestidas lo sacudió por completo logrando que su cabeza casi diera de lleno con la cabecera de la cama.— No cierres los ojos... —ordenó Bruno, sin dejar de embestirle—. Tus ojos son hermosos y encantan —besó castamente sus labios, dejando que la cola intrusa se envolviese alrededor de su cuerpo.El chico le sonrió de forma cansada, tenían bastante rato haciéndolo que estaba seguro de que no podría caminar en mucho tiempo si seguía así. El sudor que caía sobre su cuerpo era el vivo ejemplo de que Bruno estaba haciendo mucho esfuerzo en no correrse de una vez por todas.Pero Bruno sabía que el chico debajo de su cuerpo estaba realmente cansado y m&aa
Alex se coló en la habitación de su hermano, ya que éste tenía dos días completos sin salir de dicho lugar. Le parecía extraño el que anduviese por los alrededores. Al no recibir respuesta de su hermano al llamarlo y sólo escuchar sus sollozos le pareció extraño, ya que en la cena se notaba callado y no participaba, las respuestas que le daba a su padre, eran cortantes.— ¿Zaid? —llamó, acercándose a la cama—, ¿Estás bien?— Quiero estar solo —se limpió las mejillas.— Hey, cuéntame —se sentó a su lado, pasando una de sus manos por el cabello del chico—. Estás apagado desde ayer, después... Zaid se despidió de su padre con un beso en la mejilla y alzó ambas cejas al ver el semejante edificio que tenía enfrente. Al menos no estaría comenzando a trabajar en el último piso de ese lugar. Fue hacia recepción donde estaba un chico hablando sin pausas por un teléfono de bluetooth.El chico lo miró de arriba hacia abajo, y le señaló la puerta detrás de él. Zaid asintió, ajustando su mochila a su hombro y entró donde le decía, había un grupo de estudiantes de la misma escuela que él, esperando que le tiraran la foto para el carnet de estudiante que pedían en ese lugar.Cuando llegó su turno pensó que quizás no podía mostrar la mínima sonrisa, por lo que el sujeto que estaba encargado de hacer los cCapítulo 7.
Bruno pasaba las yemas de sus dedos por la espalda del chico de forma distraída, sabía que éste estaba a nada por quedarse dormida encima de él, pero debía de sacarlo de su ensueño. El chico era de esos que cumplían las reglas al pie de la letra, y eso era algo que le gustaba y que haría lo que fuese para quitar eso de él.Era oscuro, aunque en esa época del año las cosas cambiaban, no podía ser más de las siete de la noche, lo único que cubría sus cuerpos era una sábana de seda fina, y estaba sobre el cuerpo de Zaid.No podía creer que había conseguido más de lo que esperaba de ese chico, pensó que quizás éste se negaría, pero por lo que había visto el chico quería con demasía su t
— ¿A quién le diste tu virginidad, Zaid? —la voz de su padre Lucas, le hizo dar un salto sobre la cama—, ¿Tu hermano tuvo que ver en eso?— ¿Qué estás diciendo, mamá? —se sentó en la cama, completamente nervioso.— El sábado cuando llegamos tus padres y yo olías muy fuerte ab una fragancia masculina en todo tu cuerpo y más aun a sexo recién hecho —se cruzó de brazos—. Soy un híbrido igual que tu, Zaid, no te confundas.— En verdad...— La ropa que está en el cesto de ropa no es tuya y tampoco de Alex —se colocó frente al menos, aun manteniendo su posición—. No me mientas, Zaid &mdash
Alex se marchó del hospital desde que tuvo la oportunidad de hacerlo, no volvió el resto de la semana, se reportó enfermo. Le valía un pepino el no tener la nota que necesitaba, no le importaba que la novia de Mikhail no saliese del hospital... estaba mintiendo miserablemente, porque llamaba tres veces en las tardes para saber si el mayor estaba solo, pero le daban la misma respuesta.Por otro lado, Mikhail no podía negar que extrañaba que el menor no anduviese de promiscuo a su alrededor. Había tenido el sexo con su prometida, pero no en el consultorio como lo había hecho con Alex, no sabía cómo explicarlo, pero extrañaba al niño pervertido.En ese momento había quedado con su hermano otra vez, pero esta vez en un club más "privado" aunque eso último lo dud
Alex miraba con los ojos entrecerrados a Mikhail, su cabello corto y recogido en un moño que prácticamente estaba desordenado fue el causante de muchas miradas indiscretas.El menor cruzó sus piernas y luego sus brazos, viendo como el mayor también lo observaba con ojos calculadores y frívolos. Sabía que si hablaba éste se pondría a la defensiva y más aún si se trataba de su novia la lesbiana, la cual se encontró extremadamente raro el que no estuviese cerca.— ¿Nos vamos a quedar aquí toda la noche? —tomó la copa que el mayor de dejó en la mesa para él—. No tengo el deseo de perder el tiempo para estar contigo y menos...— ¿Puedes dejar de decir cosas estúpidas
Alex, había pedido un sin número de veces un traslado a otra área, pero Mikhail les había pedido que no lo hicieran, ya que el chico tenía que estar cerca de él, por órdenes de la escuela. Mentira, fue todo lo que pensó Alex.Todavía recordaba los azotes que su trasero recibió, y deseaba matarlo. Lo miraba de lejos, y sus ganas de estrangularlo no se iban. Mikhail estaba consciente de que el chico tenía ganas de querer matarlo con cada paso que daba, por lo que optó por llevarlo a una de sus rondas en el área de pediatría, donde había niños en grados críticos.— Llevas más de una semana sin hablar conmigo, no vienes a las pasantías y ahora que estamos en una área concurrida, te pones así —dijo Mikhail, to