—Cariño, estoy en casa, ¿vendrás?Valentino se quedó idiota, el descaro de esa mujer le freía el cerebro. —¿Estás, demente? ¿Por qué iría a verte?—¿Por qué somos esposos? ¿Por qué tenemos dos hijas que nos necesitan?Valentino, apretó los dientes con rabia, nunca se había percatado de esa manera tan sutil que tenía Maritza de manipularlo mediante la lástima.Hasta ahora, que recién se había percatado.¿Siempre había sido así? ¿Por qué no me di cuenta? Pensó.Lástima, eso era lo que le hacía aguantar todas las maquinaciones de ella que en un principio él pensó que se debían a la soledad y el desamor que el sentía en su vida, y sobre todo culpa, culpa por embarazarla, culpa por no amarla como ella se merecía. Siempre se culpó por no darle lo que ella ansiaba. Y esa culpa lo alejaba más.Pero eso era antes, él regresaba cuando ella se sentía enferma, regresaba cuando lo llamaba porque no podía sostenerse en pie, regresaba cuando ella decía que prefería morir a seguir viviendo esa tortur
Regreso a la sala donde estaba Gis, observo a su mujer y a sus hijas que lucían tranquilas sin saber todo lo que estaba pasando alrededor de ellas.Luana sintió que era observada y giro levemente mientras su mirada se perdía en el hombre que estaba apoyado en el marco de la puerta, mirarlo hizo que su corazón se estrujara de dolor, su hijo era una réplica de su padre, como no pudo darse cuenta antes.Todo era culpa de Avalos y de aquello que había hecho en su mente. Se odió por ser tan débil y crédula.—Yo… tengo que salir, hay un problema en la empresa que debo resolver. — Hablo Valentino evitando mirarla a los ojos.—¿Eso es más importante que nosotros? — pregunto Luana un tanto decepcionada y frustrada, no cabía en su cabeza que él se fuera estando Giselle hospitalizada.—Cariño, si no fuera importante, no iría; además, tú estás aquí y confío en tu capacidad para resolver cualquier inconveniente que se presente.—Está bien, apenas den de alta a Gis, la llevaré a casa.—Ok. Por cier
Unos pasos apresurados se escucharon a lo lejos. Luana miro hacia atrás y se dio cuenta de que era Valentino que estaba regresando con dos de sus guardaespaldas.—Tino, regresaste — Dijo Luana acercándose a él, pero este la esquivo, dirigiéndose directamente a Maritza.—¿Qué haces de pie? Te han dado de alta ayer, debes estar en cama aún.—Lo sé cariño, pero me preocupé cuando me dijiste que nuestra pequeña estaba en la clínica y no pude quedarme en casa sin tener noticias de ella.Luana miraba atónita lo que estaba sucediendo, ni en sus peores pesadillas hubiera imaginado que esta situación ocurriría, movió la cabeza con desesperación mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo.—Valentino, ¿Qué significa esto? — Pregunto desesperada.Valentino por fin la miro, pero su rostro no mostraba ninguna emoción, simplemente la miro como si ella fuera cualquier cosa, su mirada nuevamente se posó en Maritza.—Mary, necesitas sentarte, pronto llegará una silla de ruedas para que estés
El auto avanzó en el silencio de la noche, en el asiento trasero Luana iba dormida y en sus piernas Georgia también descansaba, Nicolás volvió su mirada hacia delante y miro la calle con el ceño fruncido, la lluvia caía en gotas muy finas formando una leve cubierta sobre el parabrisas del auto, era una lluvia de calabobos esa que siempre caía en Lima a mediados de julio volviendo la pista jabonosa y culpable de múltiples accidentes.—Creo que ya es hora de que sueltes la sopa, ¿por qué estás aquí? —Pregunto Nicolás con el ceño fruncido.—Me envió el señor Valentino, a partir de este momento me encuentro a su entera disposición, bueno a la disposición de ustedes; en lo que él regresa.—¿Cómo qué regresa? ¿Ese tío es bipolar o qué?—Tranquilo Nicolás — Hablo Jimmy mientras sacaba un pendrive de su bolsillo y se lo entregaba a Nicolás. — Creo que aquí encontraras todas las respuestas, me lo entrego el señor Valentino antes de entrar a la clínica.Nicolás se quedó absorto mirando el peque
—Cariño, despertaste. —Hablo Maritza mientras se ponía de pie y se acercaba rápidamente al costado de Giselle, esta era su oportunidad de ponerla de su lado, al final esa pequeña tonta siempre había mirado por sus ojos sin importar lo que ella le hiciera. —mami está aquí, no sabes cuan preocupada estaba, tenía tanto tiempo sin verte. ¿Me extrañaste?, ¿por eso te enfermaste? Pero ya estoy aquí y nadie volverá a separarnos cariño.Giselle, trato de no temblar, sabía cuan mala podría ser la mujer que estaba delante de ella, fingiendo ser una madre cariñosa. —Papi, ¿Dónde está Luana? — Se atrevió a preguntar.—Mi bebé, ¿ya estás mejor? — Pregunto a su vez Valentino mirando de manera cariñosa a su pequeña hija.—Si papi, ya me siento mejor — Respondió la niña mientras trataba de ignorar la mano fría que tocaba sus cabellos en un afán de parecer una madre interesada en el bienestar de su hija. —Me duele —Dijo de pronto y movió su cabeza lejos de la mano de Maritza.—Cariño, ¿te duele la cab
—Luana, despierta cariño, llegamos a casa. —Hablo suavemente Nicolás mientras sacudía a su hermana dormida en el asiento trasero y tomaba a su pequeña sobrina en sus brazos. —Lu — volvió a repetir —Despierta, hace demasiado frío y Gia puede enfermarse con esta temperatura.En el fondo temía, que luego de la crisis, su hermanita no se recuperara y hubiera perdido sus recuerdos nuevamente.Luana abrió los ojos, se sentía rara, adormecida. Sacudió su cabeza tratando de despertar de un tirón.Nicolás la miro tratando de descifrar a la mujer frente a él. Ella estaba en silencio mirando todo como si lo estuviera viendo todo por primera vez.—Carajo, Nicolás, que tanto me miras. ¿Tengo bichos en la cara?, ¿baba?—Puta madre, Luana me has asustado hasta la muerte.—Pues no lo creo, te veo muy vivo.—Okey, okey Lu, ¿sabes dónde estamos?—Claro, que lo sé, estamos en la casa de Valentino, ¿a dónde más iríamos? Si a ti y a mí nos está persiguiendo, esa porquería que dice ser nuestro padre.Nicol
—Bebé, ¿te sientes mejor?—Si papi. Papito, ¿cuándo veré a mi mamá?—Voy a decirle a tu tío Nico, que venga a buscarte, ¿está bien?La niña sonrió de manera entusiasta, pero luego su carita se ensombreció al recordar que su papá, no volvería con ella a casa. —papi, yo quiero que vuelvas a casa conmigo, no te vayas con Maritza, tengo miedo.—Cariño, tranquila, tu papito sabe lo que hace, solo debo ir para recuperar a Alex, ¿no quieres que tu hermanito regrese a casa?—Si papá, pero prométeme que te cuidaras, por favor, ¿sí?Valentino beso a su pequeña en la frente, adoraba a sus hijos y por ellos haría cualquier cosa con tal de recuperarlos. Cogió su celular para realizar una llamada mientras miraba a su hija quedarse dormida nuevamente, no había vuelto a tener fiebre, parecía que al contar todo aquello que sabía su estabilidad mental había regresado, igual tendría que hacer que Julieta hablara con ella y comprobara que todo estaba bien.—Hola, cariño — le respondieron del otro lado de
—Suegro, suegra —Hablo Valentino mientras se llevaba una taza con café a los labios. —¿Vinieron a visitar a alguien?—Valentino, hace mucho tiempo que no tenía el gusto de verte — Hablo la delgada mujer mientras lo miraba absorta, su presencia la intimidaba y a la vez la excitaba, se relamió los labios con gusto sin importarle que su marido estuviera a su costado. Jalo una silla y se sentó frente a él, al hacerlo su abrigo se abrió y dejo a la vista unas piernas largas, blancas y bien esculpidas.Si la mirabas bien, la mujer era guapa, bien vestida y no aparentaba la edad que tenía, pero su mirada delataba la podredumbre de su alma. Valentino se asqueó de solo mirarla. Se quedó mirándolos un rato mientras terminaba su café, esperando la respuesta de ellos, al ver que no hablaban dejo la taza en la mesa y se levantó.—Bueno, me retiro. Tengo cosas que hacer. — Dijo y se dio la vuelta para alejarse de ese par de rufianes asquerosos—Valentino — Se escuchó la voz gruesa de Gerardo. — ¿A