«—¿Nico? Hermanito ¿Dónde estás? Luana buscaba a su hermanito, abría puertas y más puertas, pero él no estaba, sus pies emitían ruidos sordos, estaba descalza y con frío, pero su hermano no aparecía. Siguió corriendo mientras lo llamaba a gritos, su hermano siempre desaparecía y cuando lo volvía a ver, él estaba golpeado, ya le había dicho muchas veces que no hiciera travesuras, para que sus papás no lo golpearan, pero él siempre se rebelaba y trataba de huir. Se detuvo en el pasillo oscuro para tratar de escuchar cualquier ruido, pero no había nada, cuando ya estaba por rendirse, escucho algo, miro de frente y vio la puerta negra, aquella puerta que Nicolás siempre le decía que no abriera, se acercó sigilosa, pero llena de miedo, temía lo que había dentro. Una luz se filtraba por la rendija del piso y los ruidos sordos salían de esa habitación, tenía la seguridad de que había alguien adentro, tal vez era su hermano que había sido castigado. Tomo valor y empezó a caminar en esa dir
Valentino la miro abiertamente, ¿había dicho, vayamos?, sacudió su cabeza ligeramente, mientras sonreía, su mujer volvía a ser la misma celosa y posesiva de siempre.—Está bien amor, iremos más tarde y te presentaré a mi mentor, solo…—Me voy a comportar, no me dejaré llevar por los celos, pero espero que tu ferviente admiradora no me haga las cosas difíciles, tú sabes que no soy una perita en dulce.Valentino la rodeo con sus brazos mientras le besaba el cuello —Me gusta cómo eres y lo sabes bien, jamás intente cambiarte, este carácter te acompaña desde que nos conocimos.Luana se dejó llevar por el fantasma de los recuerdos que cada vez eran más claros en su mente, definitivamente Avalos tenía algo que ver en todo lo que le estaba pasando, pero tenían que descubrirlo.—Toc, toc —Sonó la puerta interrumpiendo el perfecto silencio que se había generado en la habitación. — ¿Papá, estás ahí? — Se escuchó llamar a Alex.—Pasa, cariño —respondió Luana quien se estaba sentando en el borde
Ambos se apearon del auto y avanzaron por el caminito de piedras que llevaban directo a las puertas blancas de la gran casa en medio del jardín, Luana observo con incredulidad la casa que más parecía la mansión de una muñeca, seguramente la gente que vivía en ella era muy adinerada.No habían avanzado más de diez pasos cuando la puerta se abrió y salió una mujer joven en un pijama de seda rosa cubierta con una bata de punto con cuello esmoquin, la miro de manera despectiva e inmediatamente se colgó del brazo de Valentino, interponiéndose entre ellos.—Viniste, papi, te está esperando en el estudio.—¿No crees que ya es tarde para andar en pijama, Regina?—¡oh!, no cariño, es por comodidad.—Suéltame, no hagas enfadar a Luana — Respondió Valentino, soltándose del brazo de Regina. — Y no soy tu cariño, recuérdalo.Regina se quedó mirándolo, mientras su rostro cambiaba a uno de hostilidad.Luana se había quedado a dos pasos de ellos, estaba irritada y molesta por la actitud de la mujer,
Perla la observaba discutir con su hija, sin que el ánimo de Luana se alterara, vio que su hija estaba tratando de provocarla, pero no pisaba el palito y no perdía la compostura. —¿Y cuáles serán esos motivos? — Pregunto.—No tengo por qué darles explicaciones, ¿no les parece?—Mami, esta mujer es una grosera, no sabes cómo me golpeo hace unos días en la oficina de Tino. —Hablo rápidamente Regina mientras se tocaba el rostro.—¿Qué dices?, ¿esta mujer se atrevió a golpearte?—Sí, lo hizo.Luana las miro, la madre se hacía la que no supo que su hija había sido golpeada, era imposible que no lo supiera. Ya estaba harta de esa conversación, así que cerró los ojos y no las miro más.Las mujeres no volvieron a hablar al percatarse que Luana las ignoraba. Un ruido proveniente del estudio le saco de su letargo, observo por el rabillo del ojo y vio a Valentino caminar hacia la sala con un hombre alto y de mediana edad, cabellos grises cubrían sus sienes, parecía una buena persona, se les veía
Luana, miraba por la ventana del auto, la camioneta con los guardaespaldas los seguía de cerca, podía verlos; la sensación de inquietud la estaba poniendo quisquillosa, necesitaba sacarse esa sensación de adentro, se miró a sí misma y vio su look, de verdad parecía una mendiga,, bueno no mendiga más bien una joven a quien no le importaba nada su aspecto personal, sonrió al pensar en la imagen que había brindado a la otra familia de Valentino, luego lo vio a él, vestido con un traje de negocios que se notaba caro, por donde lo miraras,Ambos venían de una clase media emergente, mientras que él había salido de ahí y ahora era un gran magnate, ella solo era una arquitecta que vivía de su trabajo, no era pobre, pero tampoco era rica, aunque sabía que su familia materna era dueña de grandes haciendas frutales, sabía también que su madre, bueno su tía había dejado todo eso cuando se escapó y vino a Lima, la única dueña de todo resulto ser su verdadera madre, la perra loca que hizo vivir a s
El camino de regreso a la Casa del Jardín, es complicado, ya no es solo un auto el que los sigue, ahora son dos los que se han unido al seguimiento, Luana está asustada mientras Valentino la abraza y le dice que se tranquilice que nada pasara.—¿Mike, podremos evadirlos?, no quiero que sepan donde vivimos.—No lo sé, señor, pero trataré en lo posible de perderlos. Aún tenemos un poco de ventaja.El teléfono de Luana timbro en medio de la conversación, encendió la pantalla y vio que era una llamada de Avalos, se la mostró a Valentino y este con un movimiento de cabeza le dijo que aceptara la llamada.—Hola — Respondió Luana inmediatamente mientras ponía el teléfono en altavoz.—Hermanita — se escuchó decir a Nicolás —¿Dónde están?—Nico — hablo Valentino — Estamos camino a la casa, pero nos vienen siguiendo, no podemos perderlos. Creo que llevaré a Luana a otro lugar, para que no descubran a los niños.— Creo que es lo mejor, pero aquí estarían más seguros, la seguridad en tu casa es
Valentino sonrió, mirando con amor a su pequeña gatita, la atrajo contra su pecho, aun su conciencia remordía por haber aceptado tan fácilmente que ella lo abandonara, si hubiera luchado un poco más no se encontrarían en esa situación.Luana miro su rostro serio, algunas líneas de expresión inundaban su frente, señal de que la edad no pasa en vano, Valentino estaba próximo a cumplir treinta y un años, su madurez se notaba en su rostro, en su cuerpo y en sus acciones.Estiro su mano y trató de alisar la frente del hombre a su lado. —No pienses tanto o esas líneas se volverán un surco. —Sonrió mientras se separaba un poco de él para verlo con mayor detenimiento, su barba estaba un tanto crecida, seguro no se había afeitado en un par de días, pero el hombre frente a ella aún hacía que su corazón palpitara de emoción.Lo amaba tanto, y no entendía como había podido vivir tantos años sin buscarlo, sin querer saber de él. Todo era tan extraño, siendo ella tan posesiva, como era posible que
—Todo está bien, no creo tener problemas con el ambiente, pero si te agradecería que nos dejaras solos, necesito hablar con mi paciente.Valentino hizo un gesto de molestia, se sentía ansioso de dejar a Luana en manos de Avalos, pero no pudo hacer otra cosa que salir de ahí y regresar a la casa. En el camino abrió el programa espía que tenía en el celular y observo atentamente todo lo que ocurría en la habitación.—¿Cómo has estado Luana?—¿Extraña? — respondió ella—¿Extraña? ¿Cómo?—¿Hace cuanto que no tenemos esta charla? — pregunto en respuesta Luana.—¿Tú dime?—Creo que han pasado seis meses desde que no estoy en un consultorio contigo, ¿no?—¿No se supone que debes verme cada tres meses?—Perdón, lo olvidé, tenía demasiadas cosas en las manos de las que tenía que ocuparme.—Pero tu olvido, provoco que tuvieras las crisis conversivas, ¿ahora entiendes por qué no debes olvidarlas?—Lo sé, lo sé. Debo cuidar mi salud.—¿Entonces podemos empezar?—¿No lo estábamos haciendo ya?—Tom