—Nuevamente, gracias por todo —Dijo Valentino mientras le ofrecía la mano en señal de agradecimiento.
—Okey —Respondió Nicolás mientras sonreía de lado de manera burlona y dejaba la mano estirada de Valentino, ignorándola de manera premeditada. —Ya es tarde, ¿Qué fue con los documentos? ¿Los enviaste?
—Si llamé a un Uber y envié la documentación a Jimmy, que ya se encontraba en el ministerio de transportes. No podemos darnos el lujo de perder esta licitación, hay demasiado invertido.
—Qué bueno, aunque para mí ha sido una sorpresa saber que eres el jefe de jefes ¿Luana sabe que trabajamos para ti?
—No, ella no sabe nada y espero que esto siga siendo un secreto para ella.
—No te preocupes, guardaré tu secreto. Viendo que ya no tengo nada que hacer aquí, me retiro. Por cier
Carmen lloraba en una esquina de la habitación, todo se repetía de nuevo, ya había visto de esa manera a Luana, cuando perdió el hijo que esperaba de Valentino. Hoy tendría que confesarle al muchacho lo ocurrido hace ocho años.Valentino abrazaba a Luana mientras esta seguía llorando desconsoladamente pidiendo que salvaran a su bebe. Julieta hablaba por teléfono, luego regreso y le aplico una inyección nuevamente a Luana, era necesario sedarla nuevamente.Poco a poco Luana volvió a quedarse dormida.—¿Qué es lo que le está pasando?—Parece que ha retrocedido en el tiempo.—¿Retroceder en el tiempo? ¿Por qué dices esto?—Está recordando el aborto espontáneo que tuvo el día de la crisis de hace ocho años.—¿Estuvo embarazada en esa época?—&iq
Luana, se encontraba nuevamente arrinconada en una esquina de su habitación, Valentino se acercó y quiso llevarla de nuevo a su cama.—Amor, vamos a la cama, ¿sí?—No, no quiero, la cama está llena de sangre y mi bebe, no quiere estar ahí.—Siéntate aquí amor — dijo Valentino mientras la dejaba suavemente sobre el mueble de la habitación.Luego se acercó al closet y saco un juego de sabanas limpias. Cambió las que supuestamente estaban sucias por las limpias que acababa de sacar.—Amor, ya las cambié, déjame llevarte a la cama nuevamente, por favor.—¿De verdad las cambiaste?—Si cariño, ya están limpias.La levantó en sus brazos, la acostó y luego la cubrió con las colchas limpias, se sentó a su costado mientras acariciaba tiernamente sus cabellos,
Carmen respiro hondo mientras recogía el celular que había caído de sus manos por la sorpresa, presiono su pecho antes de llevarse el aparato al oído, aclaro la garganta algo fuerte y sintió que le ardía un poco.—Disculpe me sorprendió la noticia.—Entiendo, tal vez usted me pueda ayudar, necesito comunicarme con Carmen Cisneros de Ramírez, la tengo registrada como persona de contacto en caso de emergencia.—Esa soy yo, dígame en donde se encuentra y me acercaré lo más pronto posible.La doctora le dio referencia del lugar que se encontraba a las afueras de Lima, Carmen colgó, pero no sabía qué hacer con Luana, aún seguía durmiendo y no podía dejarla sola, tampoco podía dejar solo al niño en ese hospital y tendría que hacer los preparativos del sepelio.Su cabeza empezó a dolerle por t
Carmen suspiró profundamente antes de decidir si le diría la verdad a su hija o la ocultaría. Su mente era un caos ¿Cómo tomaría ella esa información? ¿Recordaría que paso una noche con él hace tan solo unos días?—Hablaba con Valentino. —Respondió sin mucha fuerza mientras observaba la reacción de su hija.—¿Con Valentino? ¿Y por qué te llamo? ¿Desde cuándo ustedes dos se comunican? — pregunto Luana entre sorprendida y curiosa.Al ver que no había reaccionado mal, pensó en decirle algo más de la verdad que ya no quería seguir ocultando.—Cuido a sus hijas cuando doña Tulita y la madre de las niñas van a las citas con el oncólogo. ¿Recuerdas que te dije que ella está enferma?—No, no recuerdo —Contesto la chica tratando d
—¿Cómo estás Luana? ¿Ya te encuentras mejor? —Pregunto Valentino mientras se acercaba a las dos mujeres.—¿Cómo sabes que estuve enferma? —pregunto Luana incómoda ante la presencia del hombre.Valentino miró con curiosidad a Carmen mientras esta movía la cabeza, dándole a entender que ella no había comentado nada.—Mis hijas, Giselle y Georgia me comentaron que estuviste enferma —Respondió tratando de no haberse equivocado al responder.—Oh, si mi mamá, me comento que a veces cuida a tus hijas,—Sí, así es. Ellas quieren mucho a tu mamá.—No entiendo cómo es que yo jamás me entere de esta situación. ¿Hace cuánto tiempo viene sucediendo esto?—Hija, llevo como un año apoyándoles, si no te comenté nada es porque
—¿Cómo están? Buenas noches —Dijo la pareja al ingresar.Valentino se levantó de inmediato y saludos a los recién llegados, con un abrazo al varón y un beso en la mejilla a la mujer.—Pasen por favor, tomen asiento —Les dijo de una manera muy cómoda como si él fuera el dueño del lugar.Luana hizo una mueca que trato de que sea imperceptible, pero no pasó desapercibida para Valentino.—Daniel, seguro recuerdas a Luana y a su madre, doña Carmen.—Claro que sí, ¿Cómo estás Luana? ¿Cómo le va doña Carmen? — Respondió Daniel mientras se acercaba a ella y les daba un beso en la mejilla.—Doña Carmen, Luana, ella es Diana, la esposa de Daniel. —Ella solo hizo una mueca como saludo, se sentía incómoda en la casa de esas mujeres, se sentía
Luana miraba por la ventana de su habitación con las luces apagadas, como su madre conversaba con Valentino mientras miraba de reojo hacia donde estaba ella.No comprendía el secretismo de esos dos, ¿desde cuándo se habían vuelto tan buenos amigos? Esa pregunta le intrigaba y a la vez le incomodaba, sentía que le guardaban secretos y que era necesario que ella lo supiera.El haber encontrado el anillo de Valentino en su cama resultaba muy extraño, no se creía que las mellizas lo habían olvidado en su habitación.¿A quién se parecerían esas niñas?, ¿tal vez a su madre?, ojalá se parecieran a él, esa mujer no le caía bien y no sabía por qué, le parecía detestable, aun cuando nunca hubieran cruzado alguna palabra. Y no pensaba que fuera porque ella aun sintiera algo por Valentino, hacía mucho tiempo que habí
Al otro lado de la línea, una mujer apretaba los labios con fuerza mientras las lágrimas corrían sin detenerse por su rostro. Él estaba con ella, no tenía la menor duda.—Maldita mujer, la odio, si no estuviera aquí en esta clínica, mi marido no estaría con ella —pensó en su mente, mientras su cara cambiaba de un rictus de rabia a uno más tranquilo.—¿Maritza? —Pregunto Valentino —¿por qué me llamas de este número?—Amor, no me siento, ¿podrías venir?—Maritza son las tres de la mañana — respondió mientras miraba la hora en el celular y luego su mirada se dirigía hacia la mujer acostada en la cama, que sabía que lo necesitaba más que a nadie. — estás en la clínica, ellos te están cuidando, pásame con tu enfermera, por favor.<