Punto de Vista de Noah

Miré con ojos llorosos la casa al otro lado de la calle con añoranza.

Era el amanecer cuando los coches se detuvieron en la entrada de la casa, lo que me hizo enderezar la espalda para mirar como un halcón.

Las puertas de los coches se abrieron simultáneamente para dar paso a sus pasajeros.

Mis ojos se abrieron cuando reconocí las similitudes en sus rostros.

Los hermanos Ford estaban aquí.

Sus brazos estaban cargados con paquetes y bolsas de compras. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Me aventuraría a suponer que eran para los trillizos.

Una alegría llenó mi corazón al saber que estos hombres adoraban a mis hijos incluso cuando no eran parientes de sangre.

"Deberías haber traído un carrito. Ven, déjame ayudarte", le dijo una mujer de cabello rizado a un hermano Ford.

Las bolsas de compras cambiaron de manos y ellos marcharon hacia la casa.

Cuando desaparecieron, escuché un ruido, muy parecido a un grito.

“¡Riley, Mason, Brix! ¡Papá está aquí!”.

Los d