—¿Te he dicho lo especial que eres? Cada segundo que pasa, siento que me enamoro más y más de ti, Steven. Jamás había deseado algo con tantas fuerzas, a como deseo que seas solo mío. No sé qué me hiciste, pero no paro de imaginar un futuro contigo. Lo nuestro fue tan repentino, que muchas veces tengo miedo de que esto solo sea un sueño— sus ojos se veían llorosos, y realmente no me gustó para nada verla así.
No pensé que ella se estaría sintiendo de esta manera. De haberlo sabido a tiempo, hubiera hecho todo para evitar que esa mirada tan serena y dulce que siempre tiene perdiera ese brillo, así fuera por una fracción de segundo.
—Oye, mírame— acaricié sus mejillas con ambas manos, y la miré tratando de mostrarle la seriedad y seguridad detrás de mis palabras—. No es un sueño, Mónica. Tod
Les di el espacio de que se quedaran a solas unos momentos y se despidieran, no quería estar en medio de ellas. Sé que debían tener sus cosas de que hablar. Al rato, Mónica salió de la casa y se subió al auto.—Creí que no saldría nunca. Perdóname por hacerte esperar.—No importa.—¿Tienes traje de baño?—¿Traje de baño? No.—Hay un lago cerca de aquí. ¿Te gustaría acompañarme?—Pero no tengo ropa adecuada.—No importa. Al lugar que te llevaré, casi nunca hay gente y podrás incluso entrar en ropas menores. No tienes sueño, ¿o sí?—No, me siento bien. Anoche dormí muy bien.—Yo también.Manejé hacia donde me dijo y, efectivamente estaba todo desolado. Caminamos mirando todo alrededor, y rea
—Me gustas mucho. Y desde que te comencé a tratar, ese se volvió uno de mis planes y metas— removí el mechón de cabello que cubría su rostro, y lo llevé por detrás de su oreja—. Ahora entiendo lo que sentía mi papá cuando estaba con mi mamá. Siempre me pregunté, ¿qué se siente al estar enamorado? Esa respuesta la obtuve luego de conocerte. Es como una calidez y hormigueo en el pecho, pero que también se apodera de mi estómago. Siento que puedo contra todo, solo con tenerte cerca y ver tu linda sonrisa. Es un sentimiento muy bonito, que no creí conocer algún día, y ya ves que tú me lo has hecho experimentar desde el primer momento en que te vi.—¿Y qué pensaste cuando me viste?—¡Dios mío! — sonreí al recordar ese momento —. Te consideré la mujer más
—¿Qué has dicho? — preguntó sorprendida.—Quiero probar— acerqué mi lengua y la rocé entremedio de sus labios, y sus piernas temblaron.No me equivoqué, su sabor sí era dulce y muy delicioso. Mi descubrimiento la hizo tratar de cerrar las piernas.—Te prometí que te detendría si algún día pierdes el control, pero si sigues de esta manera, no sé si pueda hacerlo— su respiración estaba entrecortada, y se escuchaba muy tierna así.—¿Cómo podría arrepentirme de algo que sabe tan bien? — abrí sus piernas, y me adentré a continuar mi recorrido con la lengua.Nunca había probado algo tan exquisito y adictivo en mi vida. Era como si lengua estuviera experimentando un cosquilleo en la punta de ella. Escuchaba sus dulces gemidos y como su mano se entrelazó en mi pelo
El agua recorría nuestros cuerpos, pero eso jamás aliviaría el calor que sentíamos. El roce de su cuerpo con el mío, sus caricias, esa forma tan ardiente de besarme, son los causantes de cada sentimiento encontrado.Sus labios fueron recorriendo mi cuello hasta ir descendiendo por mi pecho, culminando justo más abajo de mi abdomen. Estaba nervioso al verla de rodillas delante de mí, pero más cuando inesperadamente hizo descansar mi pene sobre sus suaves labios. Creí que lo dejaría así por algo de tiempo, pero no, tan pronto sentí el suave beso que dio en la punta y el cómo su lengua se movió alrededor de el, todo mi cuerpo experimentó un tipo de electricidad; algo que jamás había sentido en la vida. Mis jadeos estaban descontrolados, al igual que los temblores.Pude ver el detalle de sus labios acaparando cada parte de mi pene y sentir como llegaba a l
El fin de semana llegó y trajo consigo la ansiedad y los nervios, ya que hoy conoceré al papá de Mónica. Además de que preparé una sorpresa para ella, pero para dársela debo tener primero la aprobación de su padre. Quiero mostrarle la seriedad y aliviar la preocupación que puedan tener. Debo pensar en que la posición de sus padres ha de ser compleja también, ya que es la única hija que tienen.Busqué a Mónica a la casa y la llevé a dónde estaríamos reuniéndonos con sus padres para ir a acampar. Mónica se había dado cuenta de mis nervios y creo que por eso me sujetó la mano por todo el camino. Solo sentir su mano sobre la mía, traía esos recuerdos de esa noche; no sé si a ella le ocurra lo mismo.—¿Te sientes bien? — preguntó al momento de estacionarme—. Te he notado nervio
—Me alegra mucho que usted comparta el mismo pensar que yo sobre ella. Su hija es muy importante para mí, la veo como una diosa; la diosa que trajo a mi vida la felicidad que jamás creí conocer. Ahora puedo entender por qué ella es tan maravillosa. Tiene unos padres que se preocupan por su felicidad y bienestar, y es algo que realmente lo aplaudo. No puedo pedirle que confíe en mí, porque no me conoce y yo tampoco a usted, pero le puedo dar mi palabra de que sería incapaz de hacerle daño a su hija— le miré fijamente y le hablé con toda la sinceridad del mundo—. Yo quiero mucho a su hija y la quiero para bien. Como prueba de todo lo que he dicho, deseo aprovechar este momento para pedirles formalmente la mano de su hija Mónica.—Este hombre me agrada. Los tiene bien puestos para atreverse a responder.—Papá, ya basta— le pidió Mónica.
Organizamos nuestras cosas, en especial las tienditas. El día no puede pintar mejor. Estoy en compañía de sus padres, quienes han sido muy amables conmigo y me han aceptado como parte de su familia y con mi prometida Mónica, a la que no puedo dejar de contemplar su belleza. Su sonrisa es la más deslumbrante que alguna vez haya visto. No puedo esperar a tenerla conmigo para siempre, por poder despertar todos los días a su lado y que esté entre mis brazos.—¿En qué piensas? — verla delante de mí, hace que los nervios vuelvan a aparecer, tal vez porque se ha debido dar cuenta de que la he estado mirando todo este tiempo.—El día está muy bonito.—¿Entrarás al lago conmigo?—¿Tus padres vendrán?—Por supuesto. El día está caliente y aún es temprano, así que tenemos tiempo dem&aac
Mónica se levanta, mientras trata de controlar la risa.—¡Ya vamos! — le avisa a sus padres desde acá—. ¿No te vas a poner también? —cuestiona, refiriéndose al bronceador.—Sí, ve dentro con tus padres, ya te alcanzo.—No estás entendiendo —me arrebata el bronceador de las manos—. Quiero hacerlo yo— levanta mi camisa por ambos bordes, hasta quitármela.—Tus padres están mirando para acá.—¿Y eso qué? Acabas de ayudarme, así que me toca a mí — frota el bronceador en sus manos y luego se concentra en esparcirlo por mi pecho—. Me gusta tu cuerpo — murmura, dibujando corazones con el bronceador en mi pecho.Luce muy linda cuando se concentra en algo. Sus manos están calientes y siguen igual de suaves. No se supone que esté poniéndome as&iac