—Me gustas mucho. Y desde que te comencé a tratar, ese se volvió uno de mis planes y metas— removí el mechón de cabello que cubría su rostro, y lo llevé por detrás de su oreja—. Ahora entiendo lo que sentía mi papá cuando estaba con mi mamá. Siempre me pregunté, ¿qué se siente al estar enamorado? Esa respuesta la obtuve luego de conocerte. Es como una calidez y hormigueo en el pecho, pero que también se apodera de mi estómago. Siento que puedo contra todo, solo con tenerte cerca y ver tu linda sonrisa. Es un sentimiento muy bonito, que no creí conocer algún día, y ya ves que tú me lo has hecho experimentar desde el primer momento en que te vi.
—¿Y qué pensaste cuando me viste?
—¡Dios mío! — sonreí al recordar ese momento —. Te consideré la mujer más
—¿Qué has dicho? — preguntó sorprendida.—Quiero probar— acerqué mi lengua y la rocé entremedio de sus labios, y sus piernas temblaron.No me equivoqué, su sabor sí era dulce y muy delicioso. Mi descubrimiento la hizo tratar de cerrar las piernas.—Te prometí que te detendría si algún día pierdes el control, pero si sigues de esta manera, no sé si pueda hacerlo— su respiración estaba entrecortada, y se escuchaba muy tierna así.—¿Cómo podría arrepentirme de algo que sabe tan bien? — abrí sus piernas, y me adentré a continuar mi recorrido con la lengua.Nunca había probado algo tan exquisito y adictivo en mi vida. Era como si lengua estuviera experimentando un cosquilleo en la punta de ella. Escuchaba sus dulces gemidos y como su mano se entrelazó en mi pelo
El agua recorría nuestros cuerpos, pero eso jamás aliviaría el calor que sentíamos. El roce de su cuerpo con el mío, sus caricias, esa forma tan ardiente de besarme, son los causantes de cada sentimiento encontrado.Sus labios fueron recorriendo mi cuello hasta ir descendiendo por mi pecho, culminando justo más abajo de mi abdomen. Estaba nervioso al verla de rodillas delante de mí, pero más cuando inesperadamente hizo descansar mi pene sobre sus suaves labios. Creí que lo dejaría así por algo de tiempo, pero no, tan pronto sentí el suave beso que dio en la punta y el cómo su lengua se movió alrededor de el, todo mi cuerpo experimentó un tipo de electricidad; algo que jamás había sentido en la vida. Mis jadeos estaban descontrolados, al igual que los temblores.Pude ver el detalle de sus labios acaparando cada parte de mi pene y sentir como llegaba a l
El fin de semana llegó y trajo consigo la ansiedad y los nervios, ya que hoy conoceré al papá de Mónica. Además de que preparé una sorpresa para ella, pero para dársela debo tener primero la aprobación de su padre. Quiero mostrarle la seriedad y aliviar la preocupación que puedan tener. Debo pensar en que la posición de sus padres ha de ser compleja también, ya que es la única hija que tienen.Busqué a Mónica a la casa y la llevé a dónde estaríamos reuniéndonos con sus padres para ir a acampar. Mónica se había dado cuenta de mis nervios y creo que por eso me sujetó la mano por todo el camino. Solo sentir su mano sobre la mía, traía esos recuerdos de esa noche; no sé si a ella le ocurra lo mismo.—¿Te sientes bien? — preguntó al momento de estacionarme—. Te he notado nervio
—Me alegra mucho que usted comparta el mismo pensar que yo sobre ella. Su hija es muy importante para mí, la veo como una diosa; la diosa que trajo a mi vida la felicidad que jamás creí conocer. Ahora puedo entender por qué ella es tan maravillosa. Tiene unos padres que se preocupan por su felicidad y bienestar, y es algo que realmente lo aplaudo. No puedo pedirle que confíe en mí, porque no me conoce y yo tampoco a usted, pero le puedo dar mi palabra de que sería incapaz de hacerle daño a su hija— le miré fijamente y le hablé con toda la sinceridad del mundo—. Yo quiero mucho a su hija y la quiero para bien. Como prueba de todo lo que he dicho, deseo aprovechar este momento para pedirles formalmente la mano de su hija Mónica.—Este hombre me agrada. Los tiene bien puestos para atreverse a responder.—Papá, ya basta— le pidió Mónica.
Organizamos nuestras cosas, en especial las tienditas. El día no puede pintar mejor. Estoy en compañía de sus padres, quienes han sido muy amables conmigo y me han aceptado como parte de su familia y con mi prometida Mónica, a la que no puedo dejar de contemplar su belleza. Su sonrisa es la más deslumbrante que alguna vez haya visto. No puedo esperar a tenerla conmigo para siempre, por poder despertar todos los días a su lado y que esté entre mis brazos.—¿En qué piensas? — verla delante de mí, hace que los nervios vuelvan a aparecer, tal vez porque se ha debido dar cuenta de que la he estado mirando todo este tiempo.—El día está muy bonito.—¿Entrarás al lago conmigo?—¿Tus padres vendrán?—Por supuesto. El día está caliente y aún es temprano, así que tenemos tiempo dem&aac
Mónica se levanta, mientras trata de controlar la risa.—¡Ya vamos! — le avisa a sus padres desde acá—. ¿No te vas a poner también? —cuestiona, refiriéndose al bronceador.—Sí, ve dentro con tus padres, ya te alcanzo.—No estás entendiendo —me arrebata el bronceador de las manos—. Quiero hacerlo yo— levanta mi camisa por ambos bordes, hasta quitármela.—Tus padres están mirando para acá.—¿Y eso qué? Acabas de ayudarme, así que me toca a mí — frota el bronceador en sus manos y luego se concentra en esparcirlo por mi pecho—. Me gusta tu cuerpo — murmura, dibujando corazones con el bronceador en mi pecho.Luce muy linda cuando se concentra en algo. Sus manos están calientes y siguen igual de suaves. No se supone que esté poniéndome as&iac
Salimos para ir a ayudarle, pero su mamá se va con ella, dejándome solo con su papá. Mientras le ayudo, pregunta algo que me hace mirarlo.—¿Qué planes, aparte de casarte, tienes con mi hija? — su pregunta la considero válida, pero curiosa.—¿Se refiere a planes a largo plazo?—Hablo de un nieto.—¿Un nieto? No, todavía es muy pronto para eso — agito la cabeza nervioso.—Lo mismo pienso. Ambos son jóvenes todavía y pueden disfrutar de esa etapa a la que van a enfrentarse a plenitud, pero con responsabilidad.Se siente raro hablar de este tema con su papá.—Opino lo mismo que usted, señor.—Te ves mucho más decente que la otra escoria que tenía —como que ya había escuchado algo parecido anteriormente —. Estaba seguro de que aquel tipo, tenía mal&i
Han pasado cinco días, Mónica y yo decidimos que hoy iríamos a conocer a mi madre y luego se instalaría en mi casa. Nos habíamos visto poco, ya que he tenido que trabajar horas extras por los días que pedí libre. Fueron largas horas de viaje para llegar al estado donde mi mamá se está quedando, pero al fin pudimos llegar.—Ahora soy yo la que está nerviosa. Me están temblando las piernas.—No estés nerviosa. Estoy seguro de que le caerás bien. Ella es muy amable y dulce, ya lo verás. Estará feliz de saber nuestra noticia.—¿Crees que me veo bien?—Tú siempre te ves hermosa, no importa lo que lleves puesto; incluso desnuda eres perfecta.—No deberías estar hablando de eso. No vaya a ser que tengamos que detenernos en un Hotel cuando regresemos.—No se oye mal.—Aú