Entre apasionados besos y el vaivén de nuestros cuerpos, no sé en qué momento o cómo llegamos al cuarto. Nuestra respiración estaba agitada, y es que no nos habíamos separado en ningún instante. Mi mente estaba nublada, como para pensar con claridad en lo que hacía. En el momento de separarnos, posó sus dos manos sobre mi pecho.
—Eres muy lindo, Steven— sus manos se deslizaron hasta llegar al borde de mi camisa, y la subió por completo hasta dejarme descubierto.—Es muy vergonzoso que me veas así— desvié la mirada.—No, no debe ser vergonzoso. Me gusta cómo te ves. Acuéstate en la cama.—¿Para qué?—Solo hazlo— traguéEsperé a que saliera del baño, pero había olvidado por completo que ella no tenía ropa para cambiarse, por lo que cuando salió, estaba únicamente en toalla, cubriendo solamente sus partes. Su cabello estaba húmedo y chorreando por su pecho.—Dios mío— quedé anonadado al contemplarla de esa manera.—Estoy muy húmeda, Steven— soltó con descaro, como que le preocupa muy poco lo que mi sucia mente pueda llegar a imaginar.Tragué saliva al escuchar su comentario, y ella sonrió con esa misma sonrisa coqueta que la caracteriza.—Es muy peligroso que estés así— me acerqué, y me siguió con la mirada.—Ah, ¿sí?&
Luego de ayudarle a secar el pelo, interrumpí nuestra conversación, y es que debía darme prisa para bañarme, ya que tenía que descansar para ir al trabajo mañana. Mi ropa interior estaba muy sucia, pero no iba a poder lavarla a mano ahora. A Mónica le presté una camisa que hace mucho tiempo no usaba, y que era bastante ancha como para cubrirla un poco. En realidad, no sabía que lo más complejo aún faltaba por ocurrir. Ni siquiera había pensado en que le pedí que se quedara, y de que solo hay una cama.Luego de sentarme lentamente en el borde de la cama, ella sonrió, como que se dio cuenta de lo incómodo que me sentía. Estoy a punto de acostarme con una mujer en la misma cama, pero no sé por qué aún luego de lo ocurrido, siento tanta vergüenza que podría morirme. No sé si haya sido adecuado ped
A la mañana siguiente al despertar, ella ya no estaba. No sé en qué momento se fue, ya que la gran parte de la noche estuve desvelado y ella parecía que se había dormido. Llegué a pensar que ni se despidió antes de irse.«Gracias por haberme dejado quedar en tu casa. Te entregaré la camisa luego. Ten un buen día». No había visto su mensaje hasta que desbloqueé mi celular. Al menos no se olvidó de avisarme, tal vez le surgió algo y por eso se fue.Luego de asearme y prepararme para el trabajo, me dirigí a la oficina. Realmente necesitaba un café para despertar un poco, ya que tenía mucho sueño.Mi jefe llegó antes de tiempo y no tuve la oportunidad de ir a prepararme un buen café. Lo recibí como normalmente lo hag
Llevó su mano a la oreja y jugó con su arete, dándole varias vueltas entre sus dedos.—Tu si sabes cómo sorprenderme, diciendo ese tipo de cosas tan de repente, ¿eh? Si querías impresionarme, debo admitir que lo has logrado.—¿Por qué estás tan nerviosa? Acabo de decir lo que pienso y lo que quiero.—Por esa misma razón. Al menos deberías hacerlo como se debe.—¿Hacerlo cómo se debe? — por mi mente se cruzaron varias ideas, pero ninguna muy clara. ¿A qué se supone que se refiera?Entre tanto pensar, opté por lo primero que se me ocurrió. Planeaba arrodillarme frente a ella, pero me sujetó el brazo para que no lo hiciera.
—Será mejor que nos demos prisa o tu jefe se molestará.—Hoy mi trabajo es fuera de la oficina. Queda muy poco para su boda y hoy debo terminar todo lo que hace falta.—Debemos celebrar otro día entonces— me hizo un guiño y alcanzó la libreta de notas en mi bolsillo.—¿Y qué podríamos hacer para celebrar?—Hablaremos de eso luego, ahora continuemos con tu trabajo. No quiero que por mi culpa tengas problemas con ese ser.Recogimos el traje, y así mismo en la caja lo llevé a la casa de la novia para tachar de la lista esa encomienda. Para nuestra sorpresa, el auto de mi jefe estaba estacionado frente a la casa. En todo momento pensé que él estaría en la oficina, no que lo encontraría aquí. Por suerte, Mónica no vino en mi auto, ella se encontraba en el suyo y lo había estacionado detrás del mío.Me bajé del auto con la caja y a la primera persona que me abrió, que fue la empleada de l
—Creo que te has excedido, Mónica— comenté, y ella me miró.—Lo siento, Steven. Tienes toda la razón, pero hablaremos de esto en otro momento. Solo diré una cosa más antes de irme, y es que esto no debe causarle problemas a Steven, porque esto es algo ajeno a él. Desde hace mucho quería tenerlo frente a frente. No creo que deba mencionar las razones, porque mejor que nadie debe saberlas. Espero esté satisfecho luego de todo lo que me hizo pasar, sin yo hacerle nada usted. Ten un buen día, Steven. Y siento mucho que no sea igual de buena que tú— sonrió, y volvió a subirse en el auto.Quería ir tras ella, pero me sentía entre la espada y la pared. Ni siquiera me atrevía a mirar a mi jefe. Sé que esto tendrá muchas consecuencias, así que debo prepararme para ellas.Tuve que esperar a que él pudiera recuperarse un poco. Su prometida también trató de ayudarle, pero él no quiso la ayuda de nadie.—¡Lárgate de aquí! Quiero
—Cuando estábamos allá me pareció que estabas disfrutando de esto, así que ¿por qué no hacerlo de nuevo, ahora que estamos a solas? — su rodilla frotó mi parte baja, y llevé mi mano a la boca—. No hagas trampa. Tampoco te contengas. Permíteme escucharte mejor— me quitó la mano de la boca, mientras continuaba frotando su rodilla en mi erección.Estaba tratando lo más que podía de no hacer esos quejidos tan extraños, que de lo más profundo de mi ser se escapaban, pero era imposible. A pesar de tener el pantalón, esa sensación era placentera y se sentía cada vez más fuerte.—No quiero que crucemos esa línea todavía, Mónica.—Hay formas de divertirnos, sin cruzar la línea de la que tanto hablas.—No lo entiendes. Cada segundo que te ten
Mi primera reacción fue subirme encima de ella. La tenía justo debajo de mí, y no sé por qué solo con eso, sentía mi cuerpo ardiendo. Mi corazón latía apresuradamente, y mis manos estaban temblorosas, a pesar de que estaban a ambos lados de ella.—¿Qué haces? — preguntó en un tono dulce.—No lo sé— mi respuesta le hizo soltar una risita burlona.—Lo que hiciste fue por instinto. Estamos mejorando— no entendí a qué se refirió, pero aun así traté de mantener la calma.Ni cuenta me había dado de que mi rodilla estaba en medio de sus piernas y su muslo estaba presionando mi erección. Cuando caí en cuenta, la vi esbozar una sonrisa. Su mano sujetó la mía y traté de mantener el equilibrio solo con una.—Voy a mostrarte algo&m