El camino se me hizo eterno y desesperante, quería encerrarme en mi habitación y llorar como una niña, no culpo a mi padre, ellos le tienen confianza a Manuel, y yo nunca les dije la razón por la que nos dejamos de hablar, tal parece que lo confundieron con algo romántico, si tan sólo supieran el asco que me da. A pesar de que hace mucho tiempo mis padres dejaron de ser unos verdaderos padres conmigo, yo puedo asegurar que mi papá no haría algo así, él no, Manuel planeó todo bien, se aprovecho de la confianza de mi padre, primero me acorraló con esas fotos y luego esto. Puede que no me den tanta atención como antes pero reconozco que soy su niña mimada, claramente tienen su lado malo, como tomar decisiones a mis espaldas, pero eso no quita el amor que se tiene entre padre e hijo. No me permito llorar, y empiezo a buscar mi atuendo para la cita con Hugo. Elijo un vestido blanco, con las tiras finas, tomo unos tacos que van a juego y lo dejo sobre la cama, me quedo mirándolo por larg
Le devuelvo el beso con la misma intensidad, aferrando mi mano detrás de su cuello. Su mano llega a uno de mis senos, me da un leve apretón y le muerdo el labio sin querer, gime sobre mis labios, y apenada me río. —Lo siento —murmuro sin dejar de besarlo. Hace intento de alejarse pero no lo dejo. —Pequeña —protesta contra mis labios. —Lo sé —me reincorporo rodeando su cintura con mis piernas, y desciendo mis labios a su cuello. —. Voy a respetar tu límite, me conviene —digo soltando una pequeña risa. Trazo mis labios sobre su piel haciendo círculos por todo su cuello, empiezo a desabotonar su camisa bajando mis labios a su pecho, jadea cerca de mi oído, lo que provoca una guerra de sensaciones en mí, nunca lo he oído gemir y quiero cumplir esa fantasía hoy. Volteamos y quedo a horcajadas sobre él, desciendo la camisa de sus hombros para quitársela, vuelvo a besar su cuello y lentamente desciendo a sus hombros mientras mi otra mano toca su abdomen. —Pequeña —gime, y mi cuerpo se
—Vete mamá, a mi padre se lo puedo perdonar porque siempre ha sido así por su trabajo, pero tú, nos ha dado todo como para que no pudiera siquiera recibir tu bendición al salir —mi intensión no es lastimarla, pero no puedo callarme la verdad, si de verdad quiero perdonarla, debo empezar por ser sincera. —¡Perdón! —exclama. —. Pero no me dejas intentar recuperar ni un poquito de tu cariño. —No es un buen momento, por favor vete —le pido casi sin voz. Ella no insiste y se va, cosa que le agradezco porque en serio no estoy para entrar a esa conversación, sé que tal vez sea hora de al menos recuperar un poquito del tiempo que hemos perdido pero tengo que organizarme primero, saber como saldré de éste lío, sin que mis padres se enteren. Yo mejor que nadie sé cuanto luchó mi padre por lograr construir su propia empresa, por lo que pienso poner mi granito de arena y no dejar que lo pierda. Luego de un rato en el silencio de mi habitación sin siquiera poder pegar el ojo y olvidar mis prob
Me sentía bien y a la vez preocupada con la ausencia de Manuel, necesitaba hacer algo antes de volver a encontrármelo, pero, ¿Qué haría con Hugo? No puedo darme el lujo de que piense que lo engaño, mucho menos que dejar que Mnauel vaya a usar su técnica en contra de él también, eso no lo puedo permitir. Bajo del auto y camino hacia el edificio, antes de poder entrar me topo con la tal Ana esa. —Oye —me grita. Detengo mis pasos y voy a su encuentro, no necesito otro show. —¿Sí?—¿No me digas que estás engañando a Hugo? —lo dice tan seria que me asusta. —¿Qué? A ver, ¿de que rayos me estás hablando? Tú no me conoces —me defiendo inmediatamente. —Te vi, varias veces con otro hombre, no te preocupes, puedo guardarte el secreto...—A ver —avanzo más hacia ella. —. Tú y yo no somos iguales, así que ten mucho cuidado con lo que dices, me siento suficiente mujer como para buscar dos y quedarme sin ni uno. Su mandíbula recae de la impresión, tal vez no debí decir eso pero ya lo solté.
Mary se va a ir, y es lo mejor con todo el lío de la bruja esa de Dalia. La observo pensar y pensar, conociéndola bien sé que se está partiendo la cabeza tratando de entender algo. —Para —le digo y voltea a verme. —¿Qué sucede? —pregunta. —Le terminaré —confieso al fin, sin dar rodeos. —¿¡Qué!? Carmen hugo te ama, Dios, ¿puedes creer que hasta me habló de bebés? —farfulla, defendiéndolo, y en serio él no se merece esto. Pero tampoco se merece que lo vaya a convertir en mi amante. No la miro, no puedo hacerlo, si le digo lo que pasa ella hablará, hablará porque no lo permitirá, de hecho, lo entiendo, pero hay demasiado en riesgo. —A veces simplemente no se trata de si se ama o no —me encojo de hombros. —¿De qué estás hablando? —pregunta. —. A ver, mírame, ¡mírame carmen! Un plan no funciona dos veces...—¡Es la carrera o él! —miento, eso era antes, ahora que mi madre me dio el permiso, un lío más grande se presentó. —. Sabes que mis sueños están primero, y hay alguien más... —tr
Parecía ayer cuando la vi por primera vez en el hospital, cuando tuve que fingir mirar a su amiga para disimular lo mucho que la miraba, bastó tan sólo siete meses para que me robara completamente el corazón, para que se adueñara de mí, de mis pensamientos, y que yo fuera tan suyo, tan suyo de cuerpo y alma. Había pasado todo un maldito mes y seguía como aquel día cuando me cortó, como un perro abandonado, y lo peor de todo, es que no sacaba su radiante sonrisa de mi cabeza, sus hoyuelos, sus ojos, su recuerdo me atormentaban todas las noches. Nunca alguien había tenido tanto poder sobre mí, estaba dispuesto a olvidarla, pero mi corazón no coopera, y mi cuerpo no reacciona a ir en busca de ninguna otra mujer, de todas mis historias de amor, de por sí, ésta era la más dolorosa, ni mi historia con Ana me marcó a tal grado. Como un bobo sin vergüenza la busqué, queriendo una explicación, porque no me creía que ella fuera capaz de hacerme esto, ella me dijo que me amaba, me lo demostró,
Nunca unas palabras habían tenido tanto efecto en mí, no paré de llorar hasta que llegué a casa, me encerré en mi habitación e intenté no volver a llorar. En pocas palabras me había dicho que era una cualquiera, y eso dolía como nada, porque venía de él, él. Pero a fin de cuentas yo fui quien lo dañó, terminé siendo la mala de nuestra historia de amor. Conocerlo fue una de las mejores cosas que me ha pasado, sólo dije aquello por la rabia que me provocó sus palabras en ese momento. La semana pasó más rápido de lo que esperaba, sólo porque no quería encontrármelo en la fiesta del sexto mes de Mary, pero ni modos, hay que actuar con madurez, en algún momento nos encontraremos si o sí. Me he puesto un conjunto de color negro y blanco, sobre el top que apenas cubre mis senos tengo una blusa corta con abertura por los lados, la falda está sobre mis muslos y tiene el zíper por delante, a los costados hay dos tiras que se ajustan desde el inicio hasta el final de la minifalda, por último
—Disculpa, no quiero molestar. Unas inmensas ganas de llorar se apoderan de mí, a pesar de todo lo que le hice se preocupa por mí, hasta me trata bien, no me merece, no merece lo que le hice. —Si no encontramos taxi yo te llevo —sé porque lo dice, no quiere llevarme y no está en la obligación de hacerlo, también tiene sus motivos. Tomamos el ascensor y llegamos a su departamento, me deja entrar de primero, recuerdo que me abofetea al entrar allí, me siento incómoda sobre el sofá a esperarlo, hace varias llamadas y nada. Deja el celular sobre la mesita en frente de mí y se mete a su habitación, pasa unos minutos y su celular empieza a sonar. Miro la pantalla y se me hunde el pecho al ver el nombre de Ana ahí, trueno mis dedos sin saber que hacer, sé que no estoy en condiciones de ponerme celosa pero ella no, ella sí que no. Aclaro mi garganta y tomo la llamada, no digo nada y practico como hacer que mi voz salga como un gemido. —¿Hola?—Hu... —levanto la cabeza de golpe al escucha