—Eso no se vale, al menos sabes de que se trata, yo no —me quejo. —Pero no la he visto —dice jugueteando con mi oreja. De las palomitas pasamos a los Ruffles, estoy con la cabeza sobre sus piernas con la mirada en la TV, bueno, ambos tenemos la mirada ahí. —¿Es en serio? —exclamo mirándola al chica molesta. —. Entiendo porque se llama así, prometieron ser amigos —hago comillas con las manos. —. Y que supuestamente no iban a acostarse más, ella debería odiarlo por idiota, se muere por ella, ella sólo quiero cuidar su corazón, recién le rompieron...Hugo me mete un Ruffles en la boca, e inclina un poco su cabeza, como si quisiera escuchar mejor. “No más sexo” dice la chica cruzada de brazos. Presto atención mientras mastico, tomo la bolsa de Ruffles de Hugo y sigo comiendo. —Va a caer, lo sé, va a caer —murmuro apretando la bolsa debajo de mis manos. Se besan. —Lo sabía —exclamo. —. Mucho duró. Y señores y señoras, una escena de sexo, las otras fueron un poco moderadas, pero és
Con mi mochila colgada del hombro bajo las escaleras corriendo ya que voy tarde, gracias al tramposo de mi novio, Antony se dio cuenta de que Mary está en la casa de sus padres y ahora para allí, pero ella no ha decidido verlo. —Hija —volteo a ver a mi padre en el pasillo cerca de su despacho. Frunzo el ceño con extrañeza, es rarísimo que él esté en casa a estas horas. —Dime papá —en vez de terminar de bajar, subo. —Sólo son unos minutos, ¿Tienes novio? —me pregunta sin rodeos. —No, ¿Por qué? —Pensé que estabas saliendo con Manuel, pero bueno, me alegra que estés solamente enfocada en tus estudios —me dice con una sonrisa, pero en sus ojos no hay felicidad. —. Disculpa, es que ustedes siempre se han llevado tan bien. —Papá, no será que los problemas de la empresa te están afectando. —No, pequeña, ve con Dios —hace un breve ademan con las manos. Me voy un poco aturdida, ¿Qué ideas le habrá metido mi madre en la cabeza? O tal vez fue el loco de Manuel. No le he dicho nada a Ma
El camino se me hizo eterno y desesperante, quería encerrarme en mi habitación y llorar como una niña, no culpo a mi padre, ellos le tienen confianza a Manuel, y yo nunca les dije la razón por la que nos dejamos de hablar, tal parece que lo confundieron con algo romántico, si tan sólo supieran el asco que me da. A pesar de que hace mucho tiempo mis padres dejaron de ser unos verdaderos padres conmigo, yo puedo asegurar que mi papá no haría algo así, él no, Manuel planeó todo bien, se aprovecho de la confianza de mi padre, primero me acorraló con esas fotos y luego esto. Puede que no me den tanta atención como antes pero reconozco que soy su niña mimada, claramente tienen su lado malo, como tomar decisiones a mis espaldas, pero eso no quita el amor que se tiene entre padre e hijo. No me permito llorar, y empiezo a buscar mi atuendo para la cita con Hugo. Elijo un vestido blanco, con las tiras finas, tomo unos tacos que van a juego y lo dejo sobre la cama, me quedo mirándolo por larg
Le devuelvo el beso con la misma intensidad, aferrando mi mano detrás de su cuello. Su mano llega a uno de mis senos, me da un leve apretón y le muerdo el labio sin querer, gime sobre mis labios, y apenada me río. —Lo siento —murmuro sin dejar de besarlo. Hace intento de alejarse pero no lo dejo. —Pequeña —protesta contra mis labios. —Lo sé —me reincorporo rodeando su cintura con mis piernas, y desciendo mis labios a su cuello. —. Voy a respetar tu límite, me conviene —digo soltando una pequeña risa. Trazo mis labios sobre su piel haciendo círculos por todo su cuello, empiezo a desabotonar su camisa bajando mis labios a su pecho, jadea cerca de mi oído, lo que provoca una guerra de sensaciones en mí, nunca lo he oído gemir y quiero cumplir esa fantasía hoy. Volteamos y quedo a horcajadas sobre él, desciendo la camisa de sus hombros para quitársela, vuelvo a besar su cuello y lentamente desciendo a sus hombros mientras mi otra mano toca su abdomen. —Pequeña —gime, y mi cuerpo se
—Vete mamá, a mi padre se lo puedo perdonar porque siempre ha sido así por su trabajo, pero tú, nos ha dado todo como para que no pudiera siquiera recibir tu bendición al salir —mi intensión no es lastimarla, pero no puedo callarme la verdad, si de verdad quiero perdonarla, debo empezar por ser sincera. —¡Perdón! —exclama. —. Pero no me dejas intentar recuperar ni un poquito de tu cariño. —No es un buen momento, por favor vete —le pido casi sin voz. Ella no insiste y se va, cosa que le agradezco porque en serio no estoy para entrar a esa conversación, sé que tal vez sea hora de al menos recuperar un poquito del tiempo que hemos perdido pero tengo que organizarme primero, saber como saldré de éste lío, sin que mis padres se enteren. Yo mejor que nadie sé cuanto luchó mi padre por lograr construir su propia empresa, por lo que pienso poner mi granito de arena y no dejar que lo pierda. Luego de un rato en el silencio de mi habitación sin siquiera poder pegar el ojo y olvidar mis prob
Me sentía bien y a la vez preocupada con la ausencia de Manuel, necesitaba hacer algo antes de volver a encontrármelo, pero, ¿Qué haría con Hugo? No puedo darme el lujo de que piense que lo engaño, mucho menos que dejar que Mnauel vaya a usar su técnica en contra de él también, eso no lo puedo permitir. Bajo del auto y camino hacia el edificio, antes de poder entrar me topo con la tal Ana esa. —Oye —me grita. Detengo mis pasos y voy a su encuentro, no necesito otro show. —¿Sí?—¿No me digas que estás engañando a Hugo? —lo dice tan seria que me asusta. —¿Qué? A ver, ¿de que rayos me estás hablando? Tú no me conoces —me defiendo inmediatamente. —Te vi, varias veces con otro hombre, no te preocupes, puedo guardarte el secreto...—A ver —avanzo más hacia ella. —. Tú y yo no somos iguales, así que ten mucho cuidado con lo que dices, me siento suficiente mujer como para buscar dos y quedarme sin ni uno. Su mandíbula recae de la impresión, tal vez no debí decir eso pero ya lo solté.
Mary se va a ir, y es lo mejor con todo el lío de la bruja esa de Dalia. La observo pensar y pensar, conociéndola bien sé que se está partiendo la cabeza tratando de entender algo. —Para —le digo y voltea a verme. —¿Qué sucede? —pregunta. —Le terminaré —confieso al fin, sin dar rodeos. —¿¡Qué!? Carmen hugo te ama, Dios, ¿puedes creer que hasta me habló de bebés? —farfulla, defendiéndolo, y en serio él no se merece esto. Pero tampoco se merece que lo vaya a convertir en mi amante. No la miro, no puedo hacerlo, si le digo lo que pasa ella hablará, hablará porque no lo permitirá, de hecho, lo entiendo, pero hay demasiado en riesgo. —A veces simplemente no se trata de si se ama o no —me encojo de hombros. —¿De qué estás hablando? —pregunta. —. A ver, mírame, ¡mírame carmen! Un plan no funciona dos veces...—¡Es la carrera o él! —miento, eso era antes, ahora que mi madre me dio el permiso, un lío más grande se presentó. —. Sabes que mis sueños están primero, y hay alguien más... —tr
Parecía ayer cuando la vi por primera vez en el hospital, cuando tuve que fingir mirar a su amiga para disimular lo mucho que la miraba, bastó tan sólo siete meses para que me robara completamente el corazón, para que se adueñara de mí, de mis pensamientos, y que yo fuera tan suyo, tan suyo de cuerpo y alma. Había pasado todo un maldito mes y seguía como aquel día cuando me cortó, como un perro abandonado, y lo peor de todo, es que no sacaba su radiante sonrisa de mi cabeza, sus hoyuelos, sus ojos, su recuerdo me atormentaban todas las noches. Nunca alguien había tenido tanto poder sobre mí, estaba dispuesto a olvidarla, pero mi corazón no coopera, y mi cuerpo no reacciona a ir en busca de ninguna otra mujer, de todas mis historias de amor, de por sí, ésta era la más dolorosa, ni mi historia con Ana me marcó a tal grado. Como un bobo sin vergüenza la busqué, queriendo una explicación, porque no me creía que ella fuera capaz de hacerme esto, ella me dijo que me amaba, me lo demostró,