Pero su madre no la dejó procesar completamente ese recuerdo. Continuó hablando rápidamente, como si temiera que Brianna se cerrara antes de poder terminar.— Tu padre cometió el error de firmar un documento que le daba poder sobre la herencia Guzmán hasta que cumplieras la mayoría de edad. Si salías de esa academia antes de ese tiempo, la fortuna pasaría a manos de Cristina.Los ojos de Brianna se agrandaron. La ira y la confusión la embargaron.— ¿Qué? ¿La familia Guzmán ya no tenía esa fortuna? — replicó, recordando lo que todos creían sobre el declive de esa familia.Grecia negó con la cabeza rápidamente.— Eso es lo que tu padre le hizo creer a Cristina, y no logró cambiar el testamento antes de su fallecimiento — respondió con amargura —. Ella te manipuló, se aprovechó de ti para que nunca reclamaras lo que te pertenecía.Brianna sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Todo lo que había vivido, todo el sufrimiento, ¿había sido por una mentira? Su madre tomó aire
— ¿Por qué no me dijeron nada? — preguntó, más a sí misma que a su madre, mientras caminaba de un lado a otro —. ¿Por qué mantenerme en la oscuridad?— Porque queríamos protegerte — respondió Grecia con sinceridad, dando un paso hacia ella —. Porque pensamos que lo mejor para ti era mantenerte alejada de todo este lío. No queríamos que cargaras con ese peso desde tan joven.Brianna se detuvo y se giró para mirarla.— ¿Protegerme? — repitió, con una risa amarga —. Me dejaron sola, me abandonaron a merced de Cristina y su codicia. Me dejaron a merced de Fidel, que casi destruye mi vida. ¿Y ahora me dices que todo fue para protegerme?Grecia tragó saliva, claramente afectada por las palabras de su hija.— Lo sé, cometimos errores, grandes errores — admitió con tristeza —. Pero créeme, Brianna, todo lo que hicimos fue pensando en lo mejor para ti. Nunca quisimos que sufrieras de esta manera.Brianna la observó durante unos segundos, tratando de encontrar en sus palabras alguna verdad que
El impacto fue brutal. Las bolsas que Brianna cargaba cayeron al suelo, derramando su contenido por todo el piso, pero Brianna no parecía prestarles atención. Su mirada estaba fija en Paola, su respiración agitada. El susto inicial rápidamente dio paso a la furia, una ira que ardía en su pecho con una intensidad devastadora.Maximiliam dio un paso hacia ellas, su rostro completamente transformado en una máscara de hielo.— ¡Suéltala! — exigió, su tono frío y mortal —. Si le haces daño, te juro que no vivirás para contarlo.Paola sonrió, pero era una sonrisa torcida, desquiciada.— ¿Tienes miedo, Maximiliam? — preguntó, burlándose.Pero Brianna, pese al dolor que sentía por el agarre de Paola, soltó una risa sarcástica, su mirada desafiante.— Eres patética — murmuró Brianna, haciendo una mueca de dolor cuando Paola tiró aún más fuerte de su cabello.— ¡Cállate! — gritó Paola, furiosa, presionando el cañón del arma con más fuerza contra el vientre de Brianna —. Tú no hables porque no so
Maximiliam caminaba de un lado a otro, recorriendo su oficina con un nerviosismo que raramente se permitía sentir. Las manos las llevaba metidas en los bolsillos, y su ceño estaba fruncido en una mezcla de preocupación y concentración. Era una imagen poco común en él. Siempre era el hombre frío, calculador, el que mantenía el control de todas las situaciones, pero en ese momento, parecía estar perdiendo la cabeza. Y todo por ella. Brianna.Luciano, que estaba sentado en el sofá de la oficina, observaba la escena con una sonrisa en los labios. Ver a su mejor amigo en esa faceta era entretenido, por decir lo menos. No podía recordar la última vez que había visto a Maximiliam tan fuera de lugar. Era una señal clara de lo mucho que Brianna significaba para él, pero también una fuente de diversión para Luciano.— Hermano, tienes que calmarte — dijo Luciano finalmente, poniéndose de pie y acercándose a Maximiliam. Lo agarró por los hombros, forzándolo a detener su incesante ir y venir —. To
El coche avanzaba por las calles, iluminadas por las luces nocturnas de la ciudad. Brianna, con una sonrisa divertida, había dejado de provocarlo en cuanto Maximiliam comenzó a acelerar, aunque el deseo entre ellos seguía vibrando en el aire, palpable, como una tensión que no podría romperse tan fácilmente. Ella observaba cómo su esposo mantenía la vista fija en la carretera, aunque de vez en cuando la miraba de reojo con una sonrisa torcida en los labios. Había algo diferente en él esa noche, algo que aún no lograba descifrar del todo.Después de un rato, el coche se detuvo frente a un restaurante elegante, un lugar que Brianna reconoció al instante. Era uno de esos sitios que siempre había querido visitar, pero nunca había tenido la oportunidad. Sin embargo, algo le llamó la atención inmediatamente. No había nadie más. El estacionamiento estaba vacío, y a través de los ventanales del restaurante no se veía ningún cliente.Maximiliam salió del coche y rápidamente rodeó el vehículo pa
El salón estaba en silencio, iluminado solo por la suave luz de las lámparas y el crepitar ocasional de la chimenea. La semana había sido agitada, llena de preparativos para la boda que se avecinaba. No había pasado ni un mes desde que Maximiliam se había arrodillado frente a Brianna en ese restaurante cerrado solo para ellos dos, pidiéndole que fuera su esposa por segunda vez, pero esta vez de verdad. El tiempo desde entonces había volado, y ahora estaban a tan solo una semana de unir sus vidas una vez más, esta vez bajo términos propios, sin ataduras externas.Brianna estaba sentada en el sofá, con una mano descansando sobre su vientre abultado. La imagen de su figura, ahora claramente embarazada, la hacía lucir aún más radiante, y Maximiliam no podía apartar los ojos de ella. Desde que se había enterado de que iba a ser padre, algo en él había cambiado. El hombre frío y calculador, aquel que nunca mostraba vulnerabilidad, ahora se sentía completo, como si Brianna y el bebé hubieran
El día de la boda de Brianna había llegado, y la emoción en el ambiente era palpable. Todo había sido cuidadosamente preparado para que fuera una celebración íntima, pero lujosa, con toques de elegancia y delicadeza en cada rincón. El jardín donde tendría lugar la ceremonia estaba adornado con cientos de flores blancas y velas dispuestas en columnas de cristal, iluminando el lugar con un resplandor suave y cálido.Brianna estaba en su habitación, observándose en el espejo mientras las horas avanzaban lentamente hacia el momento crucial. Vestía un hermoso vestido de encaje blanco, con detalles delicados en los hombros y una larga cola que se arrastraba grácilmente por el suelo. Su cabello, cuidadosamente recogido en un moño bajo, estaba adornado con pequeños broches de plata que brillaban sutilmente bajo la luz. Sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y nerviosismo mientras se miraba una y otra vez, tratando de calmar la oleada de sentimientos que la inundaban.De repente, el suave s
La noche había caído sobre la celebración, pero el ambiente seguía lleno de felicidad y calidez. Las luces colgantes iluminaban el jardín donde se llevaba a cabo la recepción, y la música suave llenaba el aire mientras los invitados disfrutaban de la comida, el vino y las conversaciones animadas. Brianna y Maximiliam, recién casados, se deslizaban con elegancia por la pista de baile, rodeados por los aplausos y las sonrisas de sus seres queridos.Maximiliam no podía apartar los ojos de su esposa. Su belleza, aún más radiante bajo las luces doradas, lo tenía completamente hechizado. Mientras la sostenía con firmeza y ternura, le susurraba palabras dulces al oído, inclinándose suavemente para acariciar su vientre abultado con delicadeza. El bebé que esperaban ya se hacía notar, y él no podía estar más emocionado por la familia que estaban construyendo juntos.— Estás hermosa, mi amor — le susurró Maximiliam, bajando la mirada para encontrarse con los ojos de Brianna —. No puedo creer qu